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2011/01/06

LPG-Fin e inicio de década

 La década de los noventa fue tiempo de reafirmación de la paz en El Salvador y de confianza en la privatización de bienes y servicios del Estado. En la primera década del nuevo milenio se intentó impulsar con mayor fuerza el desarrollo. La dolarización fue la apuesta fundamental en el gobierno de Flores. Pero el desarrollo generado fue demasiado débil y demasiado vulnerable. El gobierno del presidente Saca trató de infundir nuevas esperanzas de desarrollo con una política social construida sobre transferencias condicionadas de recursos a los sectores más empobrecidos. Pero los golpes de la naturaleza y el impacto de la crisis de los precios del petróleo y de la crisis alimentaria en un primer momento, y posteriormente de la crisis económica mundial y en particular de Estados Unidos, tuvo unos efectos desastrosos en nuestra economía y en nuestro ritmo de desarrollo. El número de pobres creció 10 puntos.

Escrito por José María Tojeira.06 de Enero. Tomado de La Prensa Gráfica. 

 

La nueva década tiene que ser un tiempo de diálogo y de voluntad política puesta al servicio del bien común.

En medio de la crisis creciente la bandera del cambio enarbolada por el FMLN tuvo éxito electoral. La transición democrática reveló mayor madurez en el pueblo salvadoreño que la que solían manifestar los partidos políticos y algunos sectores empresariales en los tiempos electorales. Pero incluso con el cambio los problemas permanecen muy semejantes. El discurso del FMLN suele insistir en que no se puede solucionar en un año o dos lo que ARENA estropeó en 20. Sin embargo, ese discurso no es plenamente coherente con la realidad.

Los problemas de El Salvador son suficientemente fuertes como para que no pueda ser posible que los solucione un solo instituto político, aunque represente aproximadamente a la mitad de la población. Baste mostrar el problema del tráfico o de las ventas en la capital, ni solucionado ni solucionable con el solo esfuerzo de un partido político, llámese ARENA o FMLN. Y ahí sí ha habido alternancia abundante en los últimos 25 años.

Al arrancar una nueva década es necesario hacer planteamientos nuevos. Ningún país se desarrolla equitativamente y avanza hacia el desarrollo sin un proyecto nacional de realización común aceptado por la gran mayoría. Y en democracia, indispensable para el desarrollo en nuestros países, ningún proyecto de realización común puede tener éxito si no se construye desde el diálogo entre todos los sectores que de alguna manera tienen peso e infunden vitalidad a la vida nacional.

En ese sentido la nueva década, que comienza en estos días, tiene que ser un tiempo de diálogo productivo y de voluntad política clara puesta al servicio del bien común. No de un bien común genérico en el que tantas veces se refugian los políticos, sino de un bien concreto que elimine el hambre como plaga social, todavía hoy existente. Un proyecto concreto de realización del bien común que invierta en la gente, que la ayude a saber más, a convivir mejor, a producir con mayor eficacia y rendimiento.

Sin acuerdos nacionales no habrá desarrollo. Sin diálogo serio y continuado no habrá acuerdos. Y sin un desarrollo equitativo y justo, las plagas de la violencia, la corrupción y la debilidad institucional continuarán cebándose en nuestra patria. Es tiempo de construir acuerdos. Tiempo de iniciar realmente una nueva década en El Salvador.

Fin e inicio de década

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