Escrito por José Guillermo Zelaya.06 de Enero. Tomado de La Prensa Gráfica.
El comienzo de un nuevo año es buena oportunidad para reflexionar sobre los estilos de vida y patrones culturales que como ciudadanos mantuvimos en el que acaba de terminar.
Deberíamos preguntarnos los adultos qué modelo de conducta ofrecimos a nuestros hijos en ese periodo, es decir, las normas de convivencia y los valores que les hemos proyectado. Porque muchas veces los adultos promovemos una especie de doble moral, cuando condenamos lo que nos parece malo para ellos, pero no dudamos en asumirlo cuando no nos observan. No se puede exigir pulcritud, obediencia, tolerancia, dedicación al estudio, cuando padres, profesores, autoridades, es decir, quienes estamos a cargo de los futuros ciudadanos, representamos muchas veces lo mismo que criticamos.
En relación con los índices de delincuencia que existe en el país, se demandan cambios de actitudes de las autoridades y de la población, ya que no es por casualidad que encuestas de opinión revelan que gran parte de la población afirma que le gustaría tener un arma para su protección, aunque reflexionando como sociedad civilizada, está comprobado que quien tiene un arma de fuego en su poder posee en sus manos un instrumento para causar daño a otro, basándonos en la lógica de que entre más personas tengan armas, mayores son los riesgos relacionados con su uso, algo que se demuestra con que la mayor parte de crímenes son cometidos con armas de fuego, y algunos de sus responsables no son necesariamente delincuentes.
También es indispensable un cambio de actitudes con respecto a la reiterada corrupción que ocurre frecuentemente en nuestro medio, aunque estas explotan en todo el mundo como una epidemia.
La solución está en que las autoridades deben actuar con mayor drasticidad, y la población, por su parte, debe involucrarse pidiendo cuentas a los sectores políticos y económicos, como lo ha hecho en muchas ocasiones LA PRENSA GRÁFICA, exigiéndoles una mayor responsabilidad en el manejo de los fondos, ya que lo peor que puede pasarnos es caer en la desesperanza y aceptar todos esos actos como algo natural y hasta necesario para sobrevivir.
Dentro de la abundancia de sucesos en los que el gobierno debe cambiar de actitudes para beneficio de la población pobre, vale la pena recordar el caso dramático de los menores que fallecieron por haber comido tortillas elaboradas con maíz no apto para el consumo humano, que aunque la bolsa mostraba una calavera, el hambre pudo más que la razón y lo consumieron, con el resultado de que dos niños murieron y cinco resultaron intoxicados.
Como población, también debemos cambiar de actitudes con respecto a la colaboración que debemos dar a las autoridades, reflexionando con respecto a que ninguna policía del mundo es exitosa si no cuenta con la ayuda de la ciudadanía, que a pesar de que existen riesgos al denunciar, podemos hacer la diferencia en un momento de crisis. Concretamente sabemos que en el país existe el doble de celulares que de población, por lo que utilizando este medio podemos prevenir el acto delincuencial denunciando movimientos sospechosos, maltratos en el vecindario, abusos de los que tengamos conocimiento y de otras ofensas a la dignidad de las personas honradas. Apartémonos del morbo de ver en primera fila viendo la consecuencia delictiva, y pasémonos a la cultura de la denuncia, en beneficio de esta sociedad que ya rebalsa de indignación ante tanto acto delincuencial que se comete a diario.
Si cambiamos todos de actitudes tendremos en el futuro un país con mejor calidad de vida.
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