LPG-El paso de Dagoberto Gutiérrez

 Escrito por Geovani Galeas.25 de Enero. Tomado de La Prensa Gráfica. 
geovanigaleas@hotmail.com

La emergencia de una nueva organización de izquierda, el Movimiento por la Democracia Participativa, MDP, encabezado por Dagoberto Gutiérrez, constituye una buena noticia. La derecha se dividió después de su derrota electoral; por su parte la izquierda triunfa y llega al poder, pero el modelo de gestión gubernamental que implementa no satisface a todos sus sectores, y eso genera su dispersión y da paso a nuevos reagrupamientos.

Pero lo que en la coyuntura aparece, en los dos casos, como meros fraccionamientos, en la cuenta larga forma parte de un solo proceso de unidad, disgregación y posible reunificación, en cuyo desarrollo depurativo se van madurando, precisando y delimitando las definiciones ideológicas de cada sector. Esto favorece de un modo sustantivo al electorado, que en lugar de verse obligado al tanteo entre ensaladas políticas apenas disfrazadas como ilusorias unidades partidarias, o como aparentes bloques ideológicos, puede optar entre ofertas cada vez más claras, distintas y cualificadas.

Tenemos la sensación de que se nos ha dado o se nos quiere dar gato por liebre, cuando se presentan, como una misma cosa, moderados y radicales, liberales y conservadores, comunistas y socialdemócratas, en vagas fusiones oportunistas que más bien son confusiones. En tales casos las fronteras se difuminan y ya no sabemos de qué lado está la izquierda y de qué lado la derecha. Esto produce la siguiente paradoja: mientras un ex ministro arenero, Enrique Hinds, sostiene que el de Antonio Saca fue el primer gobierno de izquierda, un ex comandante guerrillero, Dagoberto Gutiérrez, afirma que el del FMLN es el quinto gobierno arenero.

Pero es evidente que el problema no reside en el pacto de fuerzas diversas, siempre y cuando quede claro que se trata de una alianza política y produzca un programa de consenso que las fuerzas involucradas impulsaran en conjunto. El problema es que un acuerdo táctico, precario, huérfano de compromisos debido a las indefiniciones ideológicas, se traduzca en ambigüedad, en vacío programático, y consecuentemente en ausencia de rumbo estratégico. Los radicales de izquierda estaban en o con el FMLN, ahora se nuclearán en torno al MDP. Esa diferenciación es saludable porque reduce la confusión en el escenario político nacional.

A algunos de nosotros puede parecernos extremista el ideario político de Dagoberto Gutiérrez, pero todos sabemos que en ese ideario no hay subterfugios ni dobleces, y que efectivamente expresa las aspiraciones de un sector de la sociedad salvadoreña cuyo norte ideológico está en el sur. Lo que ignoramos es si ese posicionamiento, que es legítimo en el terreno político, sea viable en términos electorales. Pero eso es otra cosa. Mientras tanto, liberado en su interior de la presión radical, el FMLN puede seguir moviéndose con mayor comodidad hacia el centro.

Esa lenta y tortuosa deriva histórica del FMLN, desde el marxismo leninismo hacia la socialdemocracia, es otra excelente noticia en el sentido del fortalecimiento de nuestro sistema democrático. Lo es porque, entre otras cosas, al potenciar el FMLN su elegibilidad por la vía de la moderación, obliga a que también en el campo de la derecha se operen transformaciones cualitativas en aras de la competitividad.

En su conjunto, todas estas readecuaciones, que en última instancia son el resultado del dinamismo propio del proceso que emprendimos con los acuerdos de paz hace ya casi veinte años, van reduciendo los réditos que hasta ahora han producido en nuestro país la ambigüedad y la demagogia, al tiempo que empujan al sinceramiento de las fuerzas políticas. Es de justicia señalar, además, que la coherencia sostenida por Dagoberto Gutiérrez en su larga trayectoria de militante comunista, compartamos o no sus ideas, es admirable y ha contribuido a este sinceramiento. Con él cobra su exacta dimensión la figura del adversario honorable.

El paso de Dagoberto Gutiérrez