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2011/01/25

LPG-No es aceptable tanta indiferencia (y II)

 Bogotá y Lima, dos ciudades preciosas, han logrado limpiar y dignificar sus distritos centrales, para beneficio de todos sus habitantes –incluidos los que antes vendían en las calles–. La capital de Guatemala se ha anotado un gran éxito al reordenar la Sexta Avenida de la Zona 1, convertida ahora en una alegre y colorida peatonal. Sus casas y edificios históricos lucen hoy bien pintados y las ventas callejeras que la asfixiaban han sido trasladadas a otros puntos. Y el centro histórico de Tegucigalpa está igualmente limpio y atractivo, como digno entorno de su blanca catedral.

Escrito por Sigfrido Munés.25 de Enero. Tomado de La Prensa Gráfica. 

¿Qué capacidad de ordenamiento tienen esas ciudades que no tengamos en San Salvador?

Un amigo de origen europeo se lamenta de la falta de autoridad que impera en El Salvador, donde observa que los que mandan son los infractores de la ley, se llamen vendedores callejeros, sindicalistas en huelga o tranquilos delincuentes. Esto, afirma, anula las posibilidades de desarrollo social y conduce tarde o temprano a la destrucción de la democracia. Me muestra un ejemplar del diario “El Mundo” de Madrid, al tiempo que me invita a que lo reproduzca en estas páginas.

Este es su titular principal, en la primera página de la edición del 5 de diciembre pasado: “Zapatero sofoca la sedición de los controladores con la autoridad militar” y sigue: “La declaración del estado de alarma, por primera vez en los 32 años de democracia, les obligó a volver al trabajo para no acabar en el calabozo”. Está claro, en España por lo menos, que democracia no es desorden, ni incumplimiento de la ley, ni irrespeto a los derechos de los demás, ni sedición “aceptable”; y que libertad no es lo mismo que libertinaje. Los controladores aéreos en demanda de mejores prestaciones, paralizaron miles de vuelos, a sabiendas que su huelga atropellaba el derecho de los pasajeros a llegar a sus destinos oportunamente.

¿Y esto tiene que ver con lo que pasa en el centro histórico de San Salvador? Pues sí, porque el principio vulnerado por los controladores aéreos allá, es el mismo que violan aquí quienes se oponen con violencia al reordenamiento citadino: minorías interesadas, llevándose de encuentro los derechos de las mayorías. De paso, es el mismo principio que arrollan impunemente los trabajadores judiciales y otros, que no se han dado cuenta de que el país está en crisis y que lo único que pueden lograr con su intransigencia es que quiebre. Entonces sí nos hundiríamos todos, señoras y señores: ¡ya no más solicitudes de aumentos, porque no habría con qué pagar los sueldos! ¿Quién en su sano juicio puede propiciar una situación semejante?

Pero volvamos al panorama desolador del centro capitalino. San Salvador, la ciudad mártir que en sus casi 500 años de existencia ha sufrido una docena de terremotos y quién sabe cuántos desastres más, tiene derecho a recuperar su rostro, no simplemente por razones estéticas, sino por un interés humano y social. La ciudad emana su carácter desde el viejo centro, no desde sus partes nuevas y bien cuidadas. El San Salvador de las grandes gestas nos las cuenta desde La Merced, el Palacio, la Catedral, el Teatro Nacional, la Plaza Libertad, el Calvario y otros tantos de sus íconos, aislados ahora por la suciedad y el desorden.

No es aceptable la indiferencia ante esta situación deprimente, que se agrava día a día por el deterioro que acompaña al abandono. Faltan conciencia y orgullo.

La solución pasa por la construcción de mercados higiénicos y atractivos, donde trasladar a los vendedores callejeros; y por el reordenamiento del transporte público, eliminando la actual saturación del centro.

No es aceptable tanta indiferencia (y II)

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