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2011/01/13

LPG-El financiamiento público es una cuestión cada vez más crítica

Para eso se requiere, en primer lugar, que las distintas fuerzas políticas dejen de jugar a las imágenes del pasado para asumir con criterio de adultos democráticos los retos y las posibilidades del presente y del futuro.

Escrito por Editorial.13 de Enero. Tomado de La Prensa Gráfica.
 

 

Los efectos de la crisis global desatada en 2008 han puesto en evidencia aún mayor que las finanzas públicas son, en nuestro país, una de las zonas de riesgo más sensibles y amenazantes. Al iniciarse la posguerra, hace ya casi veinte años, hubo un repunte económico impulsado por las expectativas naturales después de finalizado con tan buenos augurios un conflicto interno de la profundidad y de la magnitud del nuestro. Ese impulso duró poco, en buena medida por lo de siempre: la falta de seguimiento articulado de la política pública. Se dio el ajuste estructural, al comienzo de la Administración Cristiani, pero no se continuó con la dinámica de reformas estructurales liberalizadoras y propulsoras de nuestra economía. Se dejó estar, como es costumbre inveterada y perversa entre nosotros.

En los años subsiguientes, al no haber un proyecto nacional de crecimiento sostenible, ha imperado el viejo estilo de vivir “a salto de mata”, a lo que venga, según las ocurrencias de coyuntura, casi siempre vinculadas con intereses de sector, de grupo y aun de personas. Así se ha ido dejando para un mañana que nunca llega la tarea básica de ordenar la mesa, con disciplina y con continuidad. Y así hemos llegado al momento actual, en que la economía sigue fundamentalmente estancada, aunque haya “crecimientos” más simbólicos que reales, y el endeudamiento público va en ascenso imparable con las consecuencias explosivas que eso acarrea, mientras falta ordenación del gasto, estrategia de ahorro, proyección de la inversión y ruta clara del proceso en su conjunto.

Según estimaciones oficiales, se prevé que en este año 2011 el país necesitará un financiamiento complementario de alrededor de 1,800 millones de dólares, lo cual hará ascender la deuda pública a más del 50% del PIB. Y la tendencia se mantendrá previsiblemente en ascenso en los años venideros. La pregunta inevitable es: ¿Cuándo nos percataremos, y muy en especial los encargados de la conducción nacional, de que esa escalada, de mantenerse como tal, es la ruta del desastre?

Lo más negativo de todo esto es que estamos endeudándonos en buena parte para sostener el día a día, no para hacer inversión reproductiva. Esto es endeudarse para comer, no para progresar. Y la única salida verdaderamente viable y constructiva consiste en potenciar el crecimiento. Es ingenuo clamar por más inversión privada cuando el manejo público da tan malos ejemplos. La inversión privada, tanto nacional como internacional, viene estando en crisis en nuestro país desde hace bastante tiempo, y lo primero que habría que hacer es sentarse a evaluar en serio los porqués de esta contradinámica. Y, a partir de ahí, generar las políticas y mecanismos que le den sustento a la confianza de manera sostenida. Para eso se requiere, en primer lugar, que las distintas fuerzas políticas dejen de jugar a las imágenes del pasado para asumir con criterio de adultos democráticos los retos y las posibilidades del presente y del futuro.

Se viene hablando en el país, y organismos como la CEPAL lo subrayan, de la necesidad de un pacto fiscal para darle sostenibilidad al financiamiento público; pero más que eso, lo que se requiere ya es un pacto de gobernabilidad, no sólo política sino también económica y social, fundado en la vigencia plena del régimen de libertades. Si esto no se da, lo que se ve venir es más inseguridad y más incertidumbre, que son los más peligrosos hoyos negros en el panorama actual.

El financiamiento público es una cuestión cada vez más crítica

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