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2011/01/26

LPG-Editorial-Falta de comunicación en los ámbitos institucionales

 Pero hay más: ni siquiera se puede lograr un entendimiento interinstitucional fluido y oportuno para aceptar la ayuda internacional para el centro de escuchas telefónicas.

Escrito por Editorial.26 de Enero. Tomado de La Prensa Gráfica. 

 

Una gran cantidad de los conflictos que se van sucediendo en el ambiente político e institucional del país derivan evidentemente de la falta de comunicación fluida, constructiva y tolerante. Esto ha venido fomentando un clima de recelos y reservas, que se une a las incertidumbres básicas que tienen que ver de manera fundamental con las decisiones políticas que tomará el electorado nacional en los próximos comicios de 2012 y 2014. No hay nada más erosionador del buen desempeño de un proceso democrático como el nuestro que estar permanentemente en ascuas, y eso es lo que nos ocurre a los salvadoreños a la luz de los acontecimientos que se suceden en el día a día de nuestra complicada realidad.

Ejemplos de esa falta de comunicación antes señalada hay muchos y variados. Dentro del Ejecutivo, casos como el del Seguro Social son patentes. Se ofrece algo, se niega la posibilidad de cumplir con ese ofrecimiento y luego se concede más. La focalización del subsidio al gas propano constituye otro ejercicio de sí que no, que ojalá dentro de dos meses concluya en algo concreto y manejable. La participación partidaria de los funcionarios se prohíbe desde la cúpula del Gobierno, luego algunos de estos hablan de matizar la prohibición “en horas no hábiles”, y la prohibición se reitera en forma tajante. Da la impresión de que, en términos generales, no hay trabajo previo de ponerse de acuerdo o al menos de comunicar con claridad las decisiones, para evitar que tengan que ventilarse públicamente las diferencias o vacilaciones, casi siempre en forma crispada.

A los ojos de la ciudadanía, que ya está agobiada por la carga de los problemas reales, todo ese ir y venir desgastante agrega malestar al que ya se tiene. Y no sólo en el Ejecutivo se dan situaciones como las mencionadas. El Órgano Judicial se ha vuelto escenario de constantes disputas, específicamente en la cúpula, que es la Corte Suprema de Justicia. Ahí hay una especie de guerra interna, que es lo que nos faltaba para agregarle zonas vitales al mapa de las desgracias. Y esto incide en todo, como se ha estado viendo respecto del brote huelguístico de los últimos días. Pero hay más: ni siquiera se puede lograr un entendimiento interinstitucional fluido y oportuno para aceptar la ayuda internacional para el centro de escuchas telefónicas. Volvemos a la pregunta que nos hemos hecho tantas veces: ¿Qué nos pasa?

A esto se junta, como decíamos al principio, la inseguridad política. Tenemos algunas líneas básicas definidas en la actual Administración, como por ejemplo el mantenimiento de la dolarización; pero desde el principal partido de izquierda, que en cierta forma es partido de gobierno, los mensajes en ese y otros temas parecen destinados a mantener viva la incertidumbre. ¿Qué se persigue con eso? Buen tema por analizar, a la luz de las “relaciones” Gobierno-partido y de las obsesiones populistas que parecen invulnerables al ejercicio realista de la razón.

Cuando las condiciones son difíciles, y las del país sin duda lo son en múltiples sentidos, lo primero que la racionalidad indica es que hay que hacer un mapa de situación, en el que cada quien debe ocupar responsablemente el lugar que le corresponde, para poder funcionar ordenadamente en conjunto. Es en primer lugar cuestión de actitudes. Hay que desmontar todas las soberbias inútiles y pensar serena y seriamente en el interés general del país, de su sociedad y de su proceso, para luego actuar en consecuencia.

Falta de comunicación en los ámbitos institucionales

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