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2011/01/16

LPG-“Cuando estemos viejos...”

 Escrito por Nery Zaldaña.16 de Enero. Tomado de La Prensa Gráfica. 
nery_zaldana@yahoo.com

Sí, muchos recordarán a Felipe Pirela con esa hermosa balada que en uno de sus párrafos finales dice: “Cuando estemos viejos/ no hará falta el cielo/ pues tus ojos lindos/ el sol y la luna/ para mí serán./ Y por eso quiero/ dulce novia mía/ que los años pasen/ y llegar a viejos/ para amarnos más”.

Y es que llegar a viejos, en estos tiempos vorágines, contaminados, violentos, caros, sobresaltados, difíciles, en realidad, es una bendición y un misterio de Dios. Casi solo se llega a viejos para misiones especiales, para meterle el hombro a Dios en la concreción de determinados designios; solo para ser directamente instrumentos de los que Él pueda valerse para esas tremendas jugadas que culminan con el jaque mate en el gran ajedrez de la vida...

Se llega a viejo, después de haber sido barro común y corriente, del de los barrancos juveniles, que a la brava forma muñecos defectuosos de inexperiencia, de equivocaciones, de ilusiones y trivialismos (sin agraviar a la juventud, claro). El tiempo alfarero –otro siervo de Dios– se encarga de irnos despedazando, encaminándonos al área de amase y horno. En el proceso se sufre y se llora, pues ¡casi nada: nos pulverizan!, nos licuan, nos remojan, nos reamasan y hacen finalmente de nosotros un nuevo muñeco sabio, calmo, precavido, consejero, filósofo, capaz de valorar lo invisible de los elementos humanos y los no humanos; y ahí dice el Creador: ¡Bingo! Él se realiza (se glorifica) en contar con servidores de su confianza; y nosotros –que por fin hemos alcanzado un peldaño importante– también nos regodeamos, porque nos sentimos puentes por donde otros pueden cruzar en momentos apretados, tormentosos y oscuros; atajos seguros para ciegos; voces de alerta para sordos; hombro para quien quiera llorar; abrazo débil físicamente pero fuerte en amor y en calor; calmante para las euforias.

En este enero, una vez más celebramos el denominado mes del adulto mayor. De todo corazón, envío a los señores y a las señoras que han tenido la dicha de llegar a las edades de oro mis más cariñosos deseos porque disfruten de muchas felicidades. A los que viven pasivamente, debido a enfermedades o soledad, un gran abrazo y un beso en sus frentes, porque son una caja de vivencias, de recuerdos. ¡Valen lo que pesan en oro! A los que, admirablemente, trabajan, se desempeñan en micros y hasta en macro empresas, ¡Uf, felicidades, campeones, qué gente más preciosa son ustedes, pues no les bastó con haber sido cimientos de sus hogares, progenitores de sus hijos, lindas esposas y guapos maridos, sino que se la juegan todavía para servir a la sociedad y para dar gloria y honra a Dios produciendo elementos o servicios útiles para la comunidad, y echándose a sus bolsillos su justa remuneración!

Y con lo sabia y calma que se vuelve la persona adulta mayor, les invito a erradicar cualquier sombra de amargura en sus corazones, a no aferrarse ya a nada ni a nadie, viviendo el hoy como si fuera el último día, con alegría, con satisfacción, con risas y con optimismo. ¡Muchas felicidades, envidiables adultos mayores!

“Cuando estemos viejos...”

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