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2011/01/24

La Página-¿Y los contribuyentes no tenemos nada qué decir?-Diario digital de noticias de El Salvador

 Escrito por Hermann W. Bruch.24 de Enero. Tomado de La Página.

Lectura no apta para niños ni para ancianos. Solo válida para gente decente, honesta, comprometida con un país mejor.

Deprimente, inaudito, insólito, inaceptable, insoportable, asqueroso, caótico, deleznable, grotesco, repugnante, repulsivo, nauseabundo, … estos y muchos otros epítetos de repudio nos vienen a la mente a los ciudadanos decentes de nuestro país al observar lo que está sucediendo en nuestro máximo órgano de justicia. Y todos estos calificativos aplican para esos magistrados que se han prestado al juego de estos mal nacidos traidores de la patria, los sindicalistas declarados en huelga. Y si se sienten incómodos conmigo, que me enjuicien, total, ellos son los que tienen la sartén por el mango y el mango también…por ahora.

Pero quizá lo más lamentable de todo esto es la pasividad (aparente) con que la ciudadanía y los medios de comunicación han tomado todo esto. La verdad sea dicha, en cualquier otro país del mundo, que no sea otro caso perdido como el nuestro, una situación similar tendría en pie de guerra al pueblo, indignados al unísono a los medios de comunicación, alborotados a los comentaristas, a los columnistas, a los analistas, a los políticos, a los sacerdotes, a los pastores (al menos a los que no son narcos disfrazados), e los intelectuales, a las universidades, en fin, a todo aquel que se dice y hace pasar por civilizado. ¿Es que no tenemos de esos en nuestro país macondiano? ¿Dónde están escondidos, agazapados, temerosos de emitir opinión por aquello de las colas pateadas?

Ahora esperemos lo peor, pues ya vienen los maestros, los empleados públicos de cualquiera y todas las dependencias del Estado, los barrenderos, los recogedores de basura, la basura misma, que se van a ir a la huelga para pedir lo que se les venga en gana. Total, cuando no hay autoridades, cuando no hay gobierno, cuando no hay ciudadanos de los de verdad, todo se vale y todo puede esperarse.

Pero no quiero dejar de decir y lanzar una acusación directa y rotunda al partido del pueblo, pues a nadie escapa el color con que estos eventos se están manejando. Color rojo de sangre de las víctimas de accidentes o de las maras, o de lo que sea, que quedan tiradas en las aceras, en las quebradas, en las calles y carreteras, donde sea y como sea, sin ser identificadas, reconocidas judicialmente y por ende sin el debido trato y sepultura. Todo bajo al auspicio o la instigación de ese partido que en algún momento encantó al pueblo con sus cantos de sirena social y que ahora solo pretende gobernar absolutistamente con afán de lucro, sin miramientos humanos.

Estamos tocando fondo como país y como sociedad. Ya hemos tocado fondo institucionalmente. Nuestras instituciones ya no existen o nunca existieron como tal; ahora solo tenemos los harapos de lo que en alguna ocasión pretendimos que pudieran ser instituciones útiles a la nación, esa idea que nunca fue y que está lejos de ser, no porque un poder extranjero así lo quiera o lo haya decidido, sino porque nosotros, los ciudadanos de este país, así lo hemos permitido, con nuestra indolencia, nuestra falta de cultura o por nuestro excesivo desprecio por construir cultura. De esto somos culpables y cómplices todos: los que activamente propiciamos el descalabro siguiendo aviesas y perversas intenciones y los que pasivamente permitimos que esto suceda por nuestra cómoda posición de “no meternos en lo que no nos importa”.

Diario digital de noticias de El Salvador

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