Ricardo Chacón.02 de Enero. Tomado de El Diario de Hoy.
En el año recién pasado, entre muchas preguntas sin respuesta que rondaron en el país, hay una que merece ser retomada en 2011, la alta popularidad del presidente Mauricio Funes. Veamos algunos atisbos de respuesta o explicación a este hecho, confirmado por la casi totalidad de encuestas de opinión recientes.
Me parece interesante dar cuenta del porqué de este fenómeno sobre todo porque el nuevo año, que hoy comienza, a todas luces estará marcado por la propaganda partidista preelectoral.
Adquiere mayor relevancia dar cuenta de la alta popularidad reconocida por moros y cristianos, porque en contraste con la realidad de la gestión gubernamental en su conjunto, y "hombre a hombre" con cada uno de sus ministros, deja mucho qué desear: los niveles de ejecución son pobres (apenas alcanzan un 38 por ciento, según cifras oficiales), el rumbo del país es todavía incierto, la inseguridad es aún galopante, los conflictos con el sector privado se producen con frecuencia, las calles están llenas de hoyos, los hospitales siguen sin medicinas y, por si fuera poco, como ejemplo, la reconstrucción del desastre causado por la tormenta Ida ha sido a cuenta gotas (a pesar de tener los fondos para echar andar las obras).
Realmente es una paradoja que requiere, de alguna manera respuestas; examinemos algunas.
En primer lugar hay que decir que los salvadoreños son benignos con los mandatarios, particularmente con este, que no sólo ha estado un par de décadas en la televisión, como periodista "crítico, enfrentado al poder" y supuestamente informando de manera independiente, sino que también se trata de un gobernante joven, con buen "look", que representa "el cambio".
Este es un punto a explorar, pero me parece hay una segunda posibilidad mucho más contundente: se trata de un presidente "presentable", como me decía un amigo, sin mayores extravagancias, propias de los gobernantes latinoamericanos, quien no se "alineó" a lo que realmente temen los salvadoreños, al "chavismo y socialismo del Siglo XXI".
Ha evitado entrar en enfrentamiento con "el imperio estadounidense", no ha buscado como referente el caduco socialismo cubano o incluso sumarse a la órbita del Alba y con ello a los altisonantes discursos de Ortega en Nicaragua, Correa en Ecuador, Morales en Bolivia, todos bajo la voz del cada vez más "todopoderoso" Chávez. Este es un temor que los salvadoreños guardan y que el FMLN atiza con sus posiciones ideológicas, expuestas por sus más insignes representantes, que ahora tienen controlado al partido oficial. Funes ha mantenido una distancia prudente al respecto.
También, y esta es una tercera idea por explorar, el presidente se ha enfrentado, no discutido, de manera constante, con la cúpula del FMLN, partido que lo llevó al poder; con la empresa privada y sus gremiales; con los funcionarios de su gobierno, en particular con aquellos que buscan salirse del "guacal" y algún tipo de protagonismo que se acerque a la frontera de la "moderación" que, supuestamente, impulsa Funes en su gestión.
Este enfrentamiento con "todas las formas de poder" es parte de la percepción popular que se sustenta, sin duda, en su trayectoria de más de dos décadas como informador de televisión.,
¿Cuánto tiempo durará la popularidad del presidente?, no se sabe, lo cierto es que los salvadoreños necesitamos respuestas claras y contundentes para tener un país más seguro, una economía pujante que permita a muchos salir de la pobreza y sumarse al tren del bienestar y el desarrollo. Si esto no se logra, o se ponen las bases para ello, de poco servirá la popularidad y, en todo caso, esta se derrumbaría estrepitosamente.
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