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2011/01/02

EDH-Recordar y hacer la historia

 Luis Mario Rodríguez R.02 de Enero. Tomado de El Diario de Hoy.

Muchos actores, principalmente en política, fundamentan la mayoría de sus ideas en sucesos pasados. Las dictaduras militares, los fraudes electorales y el proceso de paz, son quizás, en el caso salvadoreño, tres de las anclas históricas que se citan constantemente para justificar las amplias libertades que gozamos en la actualidad, la transparencia en las elecciones y el desarrollo de la institucionalidad democrática a partir de enero de 1992.

La falta de un liderazgo renovado en prácticamente la totalidad de los partidos políticos confirma la hipótesis anterior. Si bien hace falta vivir y acumular experiencia para enfrentar con tranquilidad los acontecimientos políticos, también es aconsejable para cualquier sociedad, no sólo recordar la historia sino también recrearla de manera diferente y principalmente hacer historia a través del impulso de nuevas ideas que se adapten a una sociedad cada vez más exigente.

Para algunos partidos, si los militares no hubieran tomado el poder, varias de las instituciones autónomas que hoy son claves para la prestación de ciertos servicios no habrían sido creadas. Asimismo, sin el conflicto armado, para el FMLN no tendríamos paz y una más justa distribución de la riqueza. Para muchos en la derecha valió la pena el gobierno de la democracia cristiana con tal de justificar en el siguiente gobierno, la reforma estructural que permitió la privatización de la banca, la desregulación del comercio exterior y el desmantelamiento del proteccionismo al que estaban acostumbradas muchas empresas. En resumidas cuentas, los hechos históricos construyeron las bases para una democracia más sólida. Sin embargo, el tiempo pasa y las grandes renovaciones del pasado se transforman en minúsculos avances cuando se audita el hoy y se identifican las enormes necesidades económicas, políticas y sociales.

Para los jóvenes nacidos en 1990, con veinte años de edad, la Policía Nacional Civil no es el gran logro de los Acuerdos de Paz. Es una institución que no ha podido hacer frente a los homicidios, secuestros y extorsiones. Las nuevas generaciones no tienen parámetros para valorar el avance que significó pasar de cuerpos de seguridad represivos, que actuaban al margen de la ley, a una organización que si bien tiene retos enormes, ha podido profesionalizar a su personal, extenderse a nivel nacional y ganar batallas como la del secuestro al inicio de la década del dos mil, aunque ahora esté resurgiendo nuevamente este flagelo. Los jóvenes no tienen idea de la falta de credibilidad que el Consejo Central de Elecciones reflejaba en las décadas de los setenta y ochenta.

Ahora reclaman que no hay "mano dura" para "la pinta y pega" o que existen demasiados "spots televisivos" del Tribunal Supremo Electoral, que interrumpen sus programas favoritos. A nuestros jóvenes les interesa que les expliquen por qué no tienen trabajo hoy; por qué sus padres han debido emigrar y les dejaron solos o con sus abuelos; por qué no existen mayores prestaciones para estudiar o para transportarse; por qué no se les proporcionan zonas de esparcimiento donde puedan practicar deportes o explotar sus dotes artísticos.

Los actores del conflicto, los firmantes de la paz, los grandes políticos de antaño, fueron y siguen siendo protagonistas del desarrollo nacional. Sus vivencias y memorias son la base sobre la cual se debe avanzar hacia la modernidad. Entender que como en un dominó, la historia empuja a los nuevos tiempos, podría ser la clave para que los gobernantes si bien recordaran los principales hechos históricos, fijaran su vista hacia adelante y continuaran construyendo democracia. Así surgen las leyes y las instituciones. Cuando se aprobó la ley de protección al consumidor o la ley de competencia, no se tuvo en cuenta la negativa que algunos sectores dentro de la empresa privada externaban en contra de estas herramientas, que representaron un pilar fundamental para el adecuado funcionamiento del mercado. Tanto la Superintendencia de Competencia como la Defensoría del Consumidor hicieron historia. Se trata de identificar lo que no ha podido ser, entender las razones por las que no se han concretizado los avances, concertarlos con las diferentes fuerzas sociales y finalmente tirar para adelante.

En lo político es quizás donde más anclado se está al pasado. Lo paradójico es que la experiencia señala que sólo aquellos que han perdido el miedo a la reforma, han trascendido y ubicado su nombre entre las grandes figuras políticas. Habría que hacer el ejercicio mental del resultado que obtendríamos si quienes negociaran los grandes cambios, las reformas al sistema político, las ideas para atraer empresas y generar inversión, los proyectos para reducir el analfabetismo y aumentar el desarrollo humano, fueran ciudadanos que ni vivieron la guerra, ni guardan ni reparan en los antecedentes de "guerrilleros o escuadroneros", y por el contrario, fueran políticos formados en el exterior, preparados académicamente, con un conocimiento claro de lo que se necesita para dar el salto al desarrollo.

No se debe esperar a que pase una generación para lograr este objetivo. Hay un renacer de nuevos pensamientos, de intenciones sanas en política, de objetivos en común. Muchos de ellos están listos para entrar en política o mejor dicho, ya están en ella. Abrir los espacios, dejar libres los existentes y mirar con audacia el futuro, es la obligación de los que ya tuvieron su momento si realmente pretenden seguir contribuyendo a construir un mejor país.

elsalvador.com :.: Recordar y hacer la historia

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