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2011/01/22

EDH-Nuevas formas de hacer las cosas

 José María Sifontes.22 de Enero. Tomado de El Diario de Hoy.

La próxima suspensión del subsidio al gas licuado para ciertos sectores tendrá muchos problemas en su ejecución. En un país ya golpeado por la crisis económica generará molestias y desbalances financieros en los afectados y, por una inevitable reacción en cadena, tendrá un impacto general. De acuerdo a muchos economistas la suspensión tendrá costos de todo tipo pero es necesaria, pues constituye un gasto demasiado alto para el Estado.

Los subsidios son fáciles de implementar pero extremadamente difíciles de suspender, se planean muchas veces para un período determinado pero llegan a eternizarse, y lastimosamente son con frecuencia más una estrategia política que una herramienta de compensación.

Siempre comienzan con buenas intenciones, pero como muchas buenas intenciones terminan dañando más al que pretenden ayudar. Distorsionan el mercado y crean el espejismo de hacer creer al consumidor que algo es barato cuando en realidad es más caro. También evitan que las personas se vayan adaptando gradualmente a los costos de un bien o servicio, ya sea racionalizando el consumo, reduciendo costos de otras partes o buscando alternativas.

Las personas y las empresas tienen una gran capacidad de adaptación siempre que dispongan del tiempo suficiente para hacerlo. Los subsidios, que en casi todos los casos llegan a hacerse incosteables, acaban por ser retirados de forma brusca. Y lo que sigue es un golpe sin anestesia para la población.

Los bolivianos creían, por un subsidio increíble a la gasolina, que ésta era muy barata. Aprendieron a malgastarla y muchos vivos hasta hicieron negocio pasándola por las fronteras y vendiéndola en los países vecinos. El gobierno boliviano, que ahora tiene que pagar casi 600 millones de dólares anuales por el subsidio (un gasto que no se puede dar), insinuó recientemente el retiro del subsidio y se le armó la de Troya. Algunos países europeos hicieron cosas similares y ahora andan viendo quién los salva. Los subsidios son así. Las consecuencias se ven después.

Se prevé consecuencias. Una de las más temidas es que muchas familias vuelvan al uso de la leña para cocinar su comida. Esto puede ocasionar un grave problema ambiental. Leñadores furtivos podrán talar lo poco que aún queda. Y esto le va a afectar hasta a aquel que no le preocupaba el asunto porque en su casa tiene estufa eléctrica.

¿Qué hacer? La focalización del subsidio impedirá que el golpe sea demasiado brusco, pero no será la solución. Su implementación será un quebradero de cabeza y no resuelve el problema de base.

Las soluciones son: adaptarse a los nuevos precios (dura, tomando en cuenta la crisis económica), la generación y distribución de más energía eléctrica (que necesitará tiempo e inversión), o un cambio de paradigma en la forma de cocinar de los salvadoreños.

Desde hace tiempo existen las tecnologías que permiten usar el calor de forma más eficiente que las cocinas tradicionales. Cocinas solares, turbo-cocinas, sistemas que reutilizan el calor generado en lugar de dejarlo escapar. Hay sistemas de todo tipo y los costos de los equipos han ido bajando de forma significativa conforme la tecnología ha evolucionado.

Alternativas hay, lo que probablemente será un tanto difícil es el cambio de mentalidad para irse apartando de las formas acostumbradas de hacer las cosas. Pero la necesidad es un fuerte incentivo. Si la energía eléctrica hubiese estado subsidiada a los niveles del gas licuado, muchos aún no hubiéramos cambiado los focos de luz incandescente.

elsalvador.com, Nuevas formas de hacer las cosas

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