Carlos Ponce.05 de Enero. Tomado de El Diario de Hoy.
La expansión a Centroamérica de las organizaciones narcotraficantes mexicanas, como lo he mencionado anteriormente, constituye un peligro inminente y grave para la región. Su capacidad y experiencia para infiltrar y corromper las instituciones públicas es amplia y comprobada. Recientes noticias publicadas por los medios de comunicación, evidencian que ya lograron penetrar los cuerpos de seguridad salvadoreños: un agente policial especializado que fue contratado por una estructura de narcotráfico, que opera en el país azteca y dos oficiales de la Fuerza Armada, que colaboraban también con agrupaciones criminales radicadas en México.
Anteriormente, en este mismo espacio, advertí sobre las deficiencias en la corporación policial, que la convierten en una institución vulnerable ante los intentos de corrupción e infiltración de estructuras delictivas. No obstante, una entrevista con el Ministro de Defensa, publicada por un periódico electrónico esta semana, revela que la cartera de Estado que dirige dicho funcionario está en una situación similar.
Hasta la fecha, como expliqué en un artículo publicado por este periódico el 29 de junio del año pasado, el Ministro de Defensa ha aprovechado hábilmente el vacío de liderazgo que existe en el Ministerio de Justicia y Seguridad Pública (derivado de la falta de confianza que la población tiene en el aparato de seguridad gubernamental, por su poca efectividad y la preponderancia de los criterios políticos sobre su actuar técnico) y de la buena imagen de la Fuerza Armada (resultante de su valiente y heroico desempeño en las misiones encomendadas en el pasado).
La conducción mediática del Ministro de Defensa ha sido muy diestra, apareciendo públicamente en los temas positivos y apartándose en los negativos, desmarcándose habilidosamente de ellos. En consecuencia, ha logrado evadir abordar temas críticos, que generarían percepciones desfavorables en relación a la participación de efectivos militares en tareas eminentemente policiales y penitenciarias.
Sin embargo, la entrevista antes mencionada revela serias deficiencias en la conducción de la Fuerza Armada de cara a la amenaza latente de la expansión de los narcotraficantes mexicanos en la región centroamericana. Las respuestas brindadas a las interrogantes planteadas por el periodista fueron decepcionantes y, por lo tanto, sumamente preocupantes.
Durante la entrevista el Ministro castrense declaró que "por la labor que hacemos, no creo que sea rentable para el narco infiltrar al ejército". Esto podría interpretarse como ingenuidad sobre la temática, lo que indicaría ignorancia sobre la forma de operar de las organizaciones transnacionales dedicadas al narcotráfico, o, por otro lado, podría tratarse de una mala respuesta ante un cuestionamiento para el que el funcionario no está robustamente preparado en el campo operativo y estratégico.
El contexto de la entrevista, no obstante, indica que la segunda opción es la más probable, ya que las intervenciones del Ministro fueron evasivas, contradictorias y, en algunos casos, ilógicas. Por ejemplo, en sus respuestas trató de minimizar la importancia del involucramiento de los oficiales castrenses con narcotraficantes mexicanos, sugerir que la labores que realiza la institución armada no son lo suficientemente importantes como para convertirla en objetivo de corrupción e infiltración, pero al mismo tiempo asegurando que sería ingenuo pensar que están blindados contra ello.
Según la entrevista, la apuesta más grande del Ministro para evitar la seducción de los narcos la constituyen: "Disciplina, valores, buenos cuadros de mando, un empeño de supervisión de trabajo", apuesta descalificada por la historia de "Los Zetas", agrupación que fue inicialmente conformada por miembros de una unidad especial del ejército mexicano (de las más disciplinadas y con los filtros más rigurosos).
El Alto Mando de la Fuerza Armada necesita incorporar en sus estrategias y planes, los elementos adecuados para hacerle frente a los seguros intentos de los narcotraficantes por corromper e infiltrar a sus mandos y tropa, considerando las experiencias de otras latitudes.
elsalvador.com, La amenaza del narcotráfico y la Fuerza Armada
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