Juan Valiente.05 de Enero. Tomado de El Diario de Hoy.
Todos sabemos que no se maneja un vehículo viendo por el espejo retrovisor. Los cambios necesarios en el país para convertirnos en una nación con futuro, equidad y desarrollo requieren de concretar la visión. Todos como ciudadanos debemos compartir y sentirnos entusiasmados por lo que podemos llegar a ser.
El Presidente Funes tiene el reto de transformar el lema de "gobierno del cambio" en concreciones en las que podamos creer y por las que podamos trabajar. Se requiere de un liderazgo que abandone los reclamos del pasado y se concentre en construir el futuro.
Como nación tenemos que salir adelante todos. Ya no es factible ignorar la difícil realidad de amplias mayorías en el país, pero tampoco es posible lograr el desarrollo creando nuevos excluidos. No podremos construir futuro si perdemos en el proceso a actores vitales. Todos juntos salimos o nos hundimos. La práctica cotidiana que busca la gobernabilidad debe basarse en construir puentes y generar confianza. Debemos ir más allá de los discursos negativos y preparar el terreno de la reconciliación escuchando e integrando.
A casi 20 años de la firma de los Acuerdos de Paz, el tejido social de nuestro país todavía no se ha restaurado. Este gobierno, que consolida la democracia con la alternancia, tiene el mandato de incluir. El temperamento y carácter del Presidente Funes no le ayudan a reconstruir este tejido social dañado. Debe fortalecer su equipo con personas que identificadas con la visión del cambio puedan transmitir la nueva forma de hacer política en la práctica.
Es crítico evitar que revanchismos y rencores dominen la construcción de políticas públicas. Para salir adelante necesitamos funcionarios que compartan esa visión basada genuinamente en la inclusión. No sirve si únicamente al Presidente Funes le apasiona. Tiene que ser el espíritu de la actuación cotidiana de todos los funcionarios y a todos los niveles. Ya basta de decisiones basadas en ideologías, de despidos y limpiezas en los ministerios e instituciones y de no poner a las mejores personas en los puestos adecuados. Si no se quiere fracasar en esta postergada oportunidad de unir al país, los mejores talentos se necesitan independientemente de su ideología.
La práctica política hasta la fecha no ha invertido adecuados esfuerzos en reconstruir la confianza de todos los actores en la visión de país. Cinco años son muy pocos para cambiar todo, pero son suficientes para dejar marcado el terreno. Sería bueno iniciar este año concretando las metas que se espera lograr. Quedan apenas tres años de gobierno y no hay todavía una visión compartida más allá de los discursos y lemas publicitarios.
Las prioridades de la mayoría siguen siendo acabar con la delincuencia y contar con más empleo y mejor educación. Se vale que el gobierno mantenga las políticas de compensación social, pero es importante que a la par hagamos todo lo posible para que sean cada vez menos necesarias o serán consideradas por la historia como regalos, populismo o asistencialismo.
El desarrollo del capital humano requiere incrementar radicalmente la inversión en educación. Es necesario mejorar el esquema de compensación docente basado en incentivos por desempeño, construir ambientes de aprendizaje adecuados, favorecer la participación en pruebas nacionales e internacionales, atraer a los mejores para convertirlos en maestros, invertir en métodos de enseñanza más efectivos y consolidar la autonomía escolar. Se necesitan cambios de enfoque en el MINED alineados a los resultados de investigaciones nacionales e internacionales de lo que funciona en el largo plazo.
Los empresarios y los trabajadores debemos apoyar la reactivación económica. Esperaríamos que el gobierno haga lo suyo con la inversión pública. Las empresas podemos invertir más, pero requerimos institucionalidad en todos los frentes y que el gobierno mantenga una clara unidad de propósito en todas las instancias. Todos debemos dar y a la vez exigir, ahorrar para invertir. Y con estas prioridades podemos aspirar a comenzar este año el inicio del verdadero cambio.
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