Manuel Hinds.07 de Enero. Tomado de El Diario de Hoy.
Ahora que Cuba ha comenzado el proceso de su desintegración el FMLN tendrá que comenzar a pensar por sí mismo. En algún momento de este proceso, las órdenes dejarán de llegar y los representantes del amo caído tendrán que tomar las decisiones que hasta ahora han venido de La Habana.
Los representantes itinerantes de Fidel Castro, que hasta hace poco proyectaban el aura del poder cuando venían a ver cómo están las cosas y a redefinir la línea que el partido debía seguir, a hacer tratos con otras fuerzas políticas y a decir quién iba a mandar en qué área, han sido despedidos en Cuba, sus oficinas han sido cerradas, y, aislados en sus pobres viviendas en la isla, no proyectan ninguna aura excepto la terriblemente vulnerable del caído del poder. Después de ellos, ya no hay nadie a quien llamar para pedir órdenes. Como pasó en los últimos meses de la Unión Soviética, ya nadie en Cuba está pensando en cómo tomar el poder en otros países sino sólo en cómo sobrevivir la gravísima crisis que están viviendo.
En este ambiente de sálvese quién pueda que comienza a permear en Cuba, la cúpula del FMLN, que siempre derivó su poder no de las bases en El Salvador sino de su conexión con los Castro, que se acostumbró a obedecer por una vida entera, de pronto se ha dado cuenta de que no tiene a quién obedecer, que se ha quedado huérfana.
Diferente de cuando cayó la Unión Soviética, no hay orfanatos que puedan tomar la responsabilidad por el partido, no hay una Cuba para cubrir la caída de Cuba. Por supuesto, el presidente Hugo Chávez de Venezuela ha estado trabajando por muchos años para convertirse en el sucesor de los Castro en Latinoamérica. Pero él tiene tres problemas: El primero es que él no tiene ideas que puedan sustentar un movimiento político ni el carisma para impulsarlas. El segundo es que, por esas razones, él nunca ha logrado tener seguidores sin necesidad de comprarlos. El tercero es que por esas razones la dependencia de los fondos de Chávez es muy costosa políticamente. La forma en la que se transfiere su ayuda, los millones de dólares en efectivo generados por una enorme empresa, Alba Petróleos, crea sospechas y divisiones adentro del FMLN, además de dañar la imagen del partido frente al público en general.
Dados estos problemas, el apoyo financiero de Venezuela ayuda, pero corroe. Es un alimento que es también veneno. Y, en vez de llenar el vacío de poder creado por la caída de Cuba, probablemente se convierta en una manzana más de la discordia en los conflictos que se generarán para llenarlo. Además de luchar por el control del partido, los aspirantes al liderato lucharán también por el control de los millones de Alba Petróleos.
Esta lucha por el poder político y económico del FMLN se generará inevitablemente porque la fuente del poder cambiará del contacto con Cuba a la capacidad de movilizar partidarios locales. El manejo de un partido político requiere decisiones, y si esas decisiones no vienen de Cuba, ellas tendrán que ser tomadas aquí. Al no poder justificarlas diciendo que Fidel o Raúl así quisieron darlas, las órdenes tendrán que ser justificadas por acuerdos políticos tomados por el partido mismo, no en Cuba sino en El Salvador. Estas decisiones serán el resultado de un nuevo equilibrio del poder.
Esto lo entenderán rápidamente todos los actuales y potenciales líderes del FMLN. El conflicto será para determinar quiénes se irán y quiénes se quedarán en ese nuevo equilibrio de poder.
La actual cúpula tiene pocas oportunidades de quedarse porque es notoriamente débil en términos de la capacidad de movilizar partidarios, hasta el punto que el FMLN tiene la peculiaridad de ser un partido político manejado por personas que casi nadie conoce, que muy rara vez hablan en público y que cuando lo hacen no entusiasman a nadie. Una cúpula así no puede durar mucho tiempo así sin el apoyo de Cuba, no más allá del tiempo que les garantizan sus posiciones actuales. Sus puestos los tomarán políticos más fogueados en el contacto con los votantes.
Es difícil predecir en qué dirección ideológica se moverá el partido como consecuencia de estos cambios en la cúpula. Lo más probable es que a la larga sean gente de la izquierda moderada por razones de puro pragmatismo. Esto tenderá a ser así porque como partido radical el FMLN nunca podrá pasar del 30 por ciento de los votos en las elecciones presidenciales y, sin el apoyo de los cubanos, no podrá darse el lujo de perder elección tras elección sin deshacerse. Tampoco tendrá sentido repetir una y otra vez el truco de llevar de candidato a un supuestamente moderado, manteniendo el radicalismo del partido. Eventualmente, la contradicción interna lo destruiría. Por esa razón, lo probable es que después de una o dos pérdidas, el partido naturalmente se iría hacia la izquierda moderada.
Es también difícil prever el impacto que el vacío de poder y el subsecuente cambio en la estructura del partido tendría en algunos de los temas políticos más importantes del momento, como la actitud que un debilitado FMLN tomaría con respecto a su propio gobierno y a las elecciones del 2012. En el largo plazo, sin embargo, lo más probable es que la crisis que se le avecina dejará un FMLN mucho más moderado y pragmático que el que conocemos ahora.
Y, con el tiempo, el apoyo de Hugo Chávez desaparecerá, tanto porque su base económica ya se está desmoronando, como porque en el mediano plazo su régimen entero se desmoronará.
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