EDH-Editorial-Aprovechemos lo bueno que siempre trae un año

 Si perdemos nuestra democracia y nuestras libertades, perderemos todo, sin la posibilidad de encontrar refugio en otras tierras

03 de Enero. Tomado de El Diario de Hoy.

Es fácil, para las personas de bien, escoger sus caminos, diferenciar entre el bien y el mal, vivir con decencia, estar en paz con sus semejantes. Al inicio de este nuevo año debemos proponernos hacer el mejor uso de la vida, la libertad, la alegría y las oportunidades que Dios prodiga sobre todos nosotros; cuidemos nuestra democracia y trabajemos para dejar a las futuras generaciones una Patria engrandecida.

Pero amenazas hay, graves amenazas, amenazas de fuerzas que potencialmente pueden destruir gran parte de lo que se levantó con enorme esfuerzo y arruinar incontables vidas. Esto ha sucedido en países hermanos, fue la causa de los horrores y los espantosos genocidios de la pasada centuria, mueve las inacabables matanzas en África y el Medio Oriente.

No queremos eso para El Salvador. No queremos que aquí suceda lo que desangra a México o que está convirtiendo el norte de Guatemala en un feudo del crimen organizado.

No queremos, o al menos la gente tranquila, de trabajo, sensata y buena, no quiere que suceda en El Salvador lo que ha hecho de Venezuela la hacienda personal de un matón, que dispone a su antojo de la riqueza del territorio y de los bienes y vidas de los venezolanos.

Ni mucho menos queremos que se repita en este suelo y en Centro-América la tragedia de Cuba, un país sin libertad, sin justicia, sin democracia, pero con mucha pobreza y enormes necesidades de los pobladores. No queremos a un dictador vitalicio que inició fusilando a miles de cubanos.

Dos generaciones perdieron su futuro y parte de sus vidas, pero ese drama está a punto de finalizar.

Los pueblos caen en infiernos como resultado de una conquista que de la noche a la mañana los esclaviza, o por conjuras que bajo la superficie van destruyendo los sostenes de una sociedad hasta que se derrumba de un solo golpe.

Caen cuando la coexistencia entre las personas, familias y sectores se destruye incitando al odio, a querer adueñarse de lo ajeno, a formar estructuras de poder que buscan aniquilar la independencia de los ciudadanos.

Lincoln hizo ver que no es persiguiendo al rico como se beneficia al pobre; la muestra más elocuente y triste la tenemos en Cuba, como también aunque en menor grado en Nicaragua. La promesa del paraíso llevó a esos dos pueblos al infierno. Seducidos por engaños de igualdad, de prosperidad, de promesas imposibles de cumplir, perdieron sus libertades, sus bienes, sus empleos, su tranquilidad.

Tenemos un lindo país para defender

En los Ochenta, más de dos millones de salvadoreños huyeron a Estados Unidos y a otras partes del mundo, para no ser víctimas de los espantos que tuvieron lugar en este suelo.

La diferencia entre entonces y ahora es que las fronteras se han cerrado, el paso al Norte o a otros países está sembrado de peligros, los migrantes son robados, violados, secuestrados y asesinados en creciente número.

Si perdemos nuestra democracia y nuestras libertades, perderemos todo, sin la posibilidad de encontrar refugio en otras tierras.

Las personas honestas y trabajadoras tienen en su haber grandes fortalezas: las leyes todavía las protegen, pueden expresarse, denunciar y defender con argumentos sus posiciones, pueden unirse a otros igualmente patrióticos y constructivos, pueden apoyar partidos y candidatos honestos, con los pies en la tierra, patrióticos.

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