Rodolfo Chang Peña.03 de Enero. Tomado de El Diario de Hoy.
Los que delinquen dentro de la esfera sexual constituyen un grupo heterogéneo de personas, desde adolescentes a adultos mayores, en el que encontramos una gama de psicopatías que van desde los casos extremos que privan de libertad a sus víctimas, torturan, violan y asesinan hasta personas de apariencia respetable que valiéndose de cualquier circunstancia violan mujeres, abusan de niños, alumnos, empleados, feligreses, menores con capacidades especiales y enfermos indefensos.
Obviamente cada caso tiene sus características clínicas que los tipifican; no obstante, en la mayoría encontramos varios aspectos que tienen en común en mayor o menor grado, algunos son la ausencia de remordimiento, incapacidad para sentir compasión por el prójimo y para sentir sentimientos de culpa, conducta antisocial encubierta o declarada y falta de control en algún grado de sus instintos y actos.
Si bien el depredador "benigno" porque no mata, pero a veces amenaza y emplea la fuerza física para consumar sus propósitos, se vale de engaños, acoso y seducción, según sea el objeto de su obsesión, comúnmente provoca en la víctima "lesiones" psicológicas de por vida. En muchos casos la asistencia profesional oportuna ayuda mucho a la persona agredida, al menos a superar la fase aguda del trauma emocional, aunque no siempre. Por lo común son las secuelas posteriores las que dan los mayores problemas a los psiquiatras y psicólogos clínicos.
Jack "El destripador" es un buen ejemplo del depredador sexual en su máximo grado, que definitivamente fue un psicópata. Otro ejemplo lo describe de manera magistral el laureado escritor español Arturo Pérez Reverte en su novela histórica "El asedio". Otro caso de psicopatía en grado extremo fue el sacerdote Marcial Maciel, prelado de altos vuelos, que logró engañar al Papa Juan Pablo II que lo llamó el "Guía eficaz de la juventud", pero que se descubrió que era un maníaco sexual, violador en serie, pedófilo y abusador de cientos de niños de diez a doce años que estudiaban religión. En el medio salvadoreño esta clase de enfermos no son muy frecuentes en comparación con otras sociedades.
En nuestro país abundan los del segundo grupo, que como ya vimos no son tan "benignos" que digamos. Algunos de ellos actúan con desfachatez y cinismo como Chirvin Antonio Lee Romero, acusado de agredir a seis menores, hasta el momento, ya que podrían ser más. Hay otros que están pagando condenas en reclusorios, destacan entre ellos Alejandro Claudiano Valdés, pastor de una iglesia, sentenciado a doce años de prisión por violar a una niña de seis años, y un violador en serie un tal Jonathan, que solicitaba a sus víctimas el teléfono con el propósito, según él, de "Iniciar una amistad".
En realidad existen múltiples niveles intermedios de este tipo de psicopatía mezclados con infinidad de fantasías y aberraciones sexuales del tipo fetichismo, vouyerismo, pedofilia, exhibicionismo, sadismo, masoquismo, sadomasoquismo, etc. En todos los casos la tendencia es hacia la cronicidad y a la reincidencia, aún cuando hayan sido descubiertos, acusados y condenados a pagar una pena. Por esta razón en algunos países del primer mundo, cuando estos enfermos cumplen una condena y salen libres, siempre se mantiene sobre ellos una estrecha vigilancia, ya que reinciden en más del 90% de los casos.
La etiología de este grupo de psicópatas es variada, se citan factores biológicos, neurológicos, psicológicos, genéticos y sociales, además de situaciones contributorias y desencadenantes. Por lo general esta clase de enfermos son refractarios al tratamiento, a grado tal que en algunos países se recurre a la castración quirúrgica o química como último recurso. En la actualidad, en El Salvador como en otros países, se detectan más abusadores sexuales que en otras épocas, en parte porque ha crecido la población además de que los tiempos han cambiado en muchos aspectos, y ahora existen más organizaciones, entidades y normativas que protegen a la mujer y al niño.
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