Comentarios mas recientes

2011/01/16

EDH-Economía y política

Luis Mario Rodríguez R.16 de Enero. Tomado de El Diario de Hoy.

Los empresarios pueden vivir en la abundancia o en la crisis, pero no en la incertidumbre. En la abundancia producen y multiplican; en la crisis se reinventan y diversifican si es necesario. En la incertidumbre ni producen, ni multiplican, ni se reinventan: abandonan el país. Tan simple como eso. Los extranjeros que conocieron El Salvador desde la época de la guerra y que han constatado su transformación en los últimos veinte años --aunque con déficit importantes en materia de reducción de la pobreza-- se sorprenden cuando los centros comerciales, los edificios de apartamentos, las carreteras y plazas públicas, se contrastan con el crecimiento económico comparado con sus similares en la región centroamericana. Aún más, cuando recuerdan que los empresarios salvadoreños han trascendido las fronteras y compiten a nivel regional, continental y hasta mundial con otras transnacionales en áreas como la aviación, la hostelería y las tiendas por departamentos, no comprenden por qué Guatemala, Nicaragua y Honduras, en los que la inseguridad pública y el comportamiento de sus gobernantes debiera asustar a la inversión, tienen mejor suerte cuando de cifras económicas se trata.

Entender cómo las instituciones y los entornos políticos influyen en la conducta de los mercados es la razón de ser de la economía política. Mientras que las relaciones entre economía y poder político que dan lugar al marxismo, liberalismo, comunismo y otra clase de sistemas, corresponde a la ciencia política. Uno u otro tipo de ciencia, debería ayudarnos a descifrar las causas que impactan directamente en la psiquis empresarial. Honduras con un golpe de Estado, Guatemala con el gobierno infiltrado por el crimen organizado y Nicaragua con la posibilidad de enfrentar una dictadura si triunfan los intentos dictatoriales de Ortega para reelegirse en el poder, crecerán más que El Salvador. Haciendo una comparación, en nuestro país no se han reivindicado formas de gobierno autoritarias, por el contrario transitamos a un gobierno de izquierda por la vía electoral; si bien tenemos altos índices de inseguridad que se reflejan en un número alarmante de homicidios, el narcotráfico no ha penetrado aún en las instancias de poder, y por lo menos, hasta el primer semestre del segundo año de gobierno del Presidente Funes, su gobierno ha evidenciado un compromiso con la democracia que se refleja en el respeto a la Constitución y la renuncia de las prácticas del pasado de mezclar gobierno y política partidista.

Siendo así ¿qué explicación nos podría dar la economía política o la ciencia política para descubrir el enigma del bajo crecimiento en El Salvador? Un proceso democrático de transición; un gobierno que enfrenta la delincuencia, aunque sin un plan concreto, pero evitando infiltraciones en sus fuerzas policiales; una forma de gobierno republicana, democrática y representativa sin intentos desestabilizadores orientados a interrumpir abruptamente el ejercicio del poder político, y un sistema de partidos, que aunque polarizado, continúa fuerte como para resistir los anhelos totalitarios de algún líder mesiánico.

Todas variables hasta cierto grado positivas que deberían reflejarse en cifras alentadoras de crecimiento económico y en consecuencia en más y mejores empleos y un nivel de vida decente para los más pobres. Cuando las piezas están colocadas en ese orden, probablemente se debe voltear la mirada hacia los líderes, no sólo políticos, sino también empresariales, de movimientos sociales y sindicatos de trabajadores y preguntarnos si sus discursos, sus propuestas, el nivel de las confrontaciones públicas y finalmente su visión de país, es coherente con la certidumbre que los inversionistas exigen.

Costa Rica atrajo inversión cuando logró persuadir a los empresarios que su país era seguro, con un nivel educativo de primer mundo y con reglas claras y predecibles. Las misiones gubernamentales a países identificados como potenciales inversionistas, incluían funcionarios del más alto rango, empresarios destacados de todo nivel, líderes políticos de diferentes partidos y representantes sindicales formados y conscientes de la necesidad que su país tenía de dar el salto de calidad para abrir más fuentes de empleo. Probablemente pesaba más ese detalle que todos los índices que demostraban su alto grado de competitividad, productividad, cumplimiento del Estado de Derecho y democracia estable. Es poco predecible que se logre convencer a los hombres de negocios a que pongan su mirada en el país si lo que ven y lo que oyen se resumen en quejas, reivindicación del socialismo, gobiernos de transición antes de llegar al comunismo, candidatos "duros y puros" de los partidos para la próximas presidenciales, o muy pocas coincidencias en cuanto al tema de las finanzas públicas, aspecto nada despreciable por el porcentaje de endeudamiento actual.

Inferir conclusiones en un entorno tan complejo como el salvadoreño es realmente un ejercicio interesante. Lo cierto es que entre todos los actores políticos y sociales, el Presidente de la República, los partidos políticos y los empresarios, son elementos claves para ordenar el rompecabezas que se encuentra aún sin ninguna pieza encajada. La política es necesaria para desarrollar la economía. Ésta última no podría crecer sin la existencia de políticas públicas que la dinamicen. En consecuencia, política y economía casi siempre van de la mano. Lo inexplicable en el caso salvadoreño es que al igual que dos imanes, una repele a la otra y no han logrado aún, encontrar la forma de acoplarse sin afectarse mutuamente.

elsalvador.com, Economía y política

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios que incluyan ofensas o amenazas no se publicaran.