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2011/01/14

EDH-Debemos pensar en una política de Estado en educación

 Helga Cuéllar-Marchelli.14 de Enero. Tomado de El Diario de Hoy.

Es común encontrar acuerdo en que la educación desempeña un papel fundamental en el desarrollo de las personas y la sociedad. La educación contribuye a formar capacidades intelectuales, destrezas, valores y normas de comportamiento que son necesarias para poder desenvolverse exitosamente en la familia, la comunidad y el mundo laboral.

Diversos estudios comprueban lo que el sentido común sugiere. Seguramente usted, amigo lector, no vacilará en aceptar que existe una relación positiva entre la educación, las capacidades cognitivas y sociales de la población y el desarrollo de los países. El impacto de tal correlación es mayor cuando además de ampliar el acceso a la escuela, ésta funciona verdaderamente como un espacio para adquirir conocimiento, promover la creatividad, fomentar valores y expandir el potencial humano.

Se quedó pensativo, ¿verdad? Espero que este momento nos permita coincidir en aseverar que el reto más importante que enfrenta la educación no es aumentar la cantidad sino elevar su calidad. Aumentar la inversión en educación es una condición necesaria pero insuficiente, si no se logran cambios significativos en la calidad de los insumos y la organización de las escuelas.

Mejorar la calidad implica revisar el sistema de desarrollo profesional de los docentes y trabajar por una gestión escolar que sea más efectiva para administrar los recursos que contribuyen a producir los aprendizajes. También se necesita disponer de una infraestructura que contribuya a promover los aprendizajes más un sistema eficiente de información y monitoreo, que permita evaluar el quehacer educativo. Este sistema debe, además, servir para que los estudiantes, padres de familia, docentes, técnicos y funcionarios públicos asuman una mayor responsabilidad por los resultados del sistema educativo.

La experiencia demuestra que producir cambios en los factores que tienen un impacto en la calidad de las escuelas requiere de una política de Estado en educación. Es imposible querer invertir el 6% del Producto Interno Bruto en educación el próximo año o pretender implantar una cultura de mejora continua en el Ministerio de Educación, el gremio docente y las escuelas de un día para otro. Además, hay estudios que concluyen que aumentar el conocimiento del recurso humano de una nación, medido a partir de los resultados de las pruebas de aprendizaje, puede tomar de veinte a treinta años. Si como bien dice el dicho: "no se puede comer un elefante en un día", lo que procede es definir una estrategia de largo plazo para la educación.

Si bien es cierto hay un plan de educación quinquenal en marcha, sería oportuno aprovechar el espacio que da la transición democrática para construir en forma participativa una política de Estado para la educación que represente el pensar y sentir común de diversos actores. En otras palabras, que sea producto de consensos mínimos acerca de cuál es el objetivo de la educación y cómo resolver su principal desafío: promover la equidad en el acceso a una educación de alta calidad.

Los responsables de definir el destino de la educación deben comprender que ganar meritos políticos apresurando el paso en educación es un error, ya que las reformas educativas exitosas son evolutivas, demandan innovación y exigen continuidad en lo que se ha hecho bien. Ya es tiempo de pensar en una política pública para la educación que sea representativa y pueda mantenerse por varios períodos de gobierno. Es importante que en la sociedad exista comprensión y acuerdo sobre la urgencia de convertir a la educación en un eje estratégico para promover el desarrollo. Estoy convencida de que apuntar en esta dirección es una obligación moral y práctica, si realmente se tiene conciencia de que el futuro de las nuevas generaciones debe construirse hoy.

elsalvador.com, Debemos pensar en una política de Estado en educación

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