Manuel Hinds.17 de Noviembre. Tomado de El Diario de Hoy.
La bonanza que la dolarización ha dado a las empresas productivas, a los inversionistas y a los consumidores ha hecho que todos estos den por descontado sus beneficios, olvidando lo que era El Salvador cuando existía el colón y el gobierno del presidente Duarte lo imprimía por camionadas para financiar déficits fiscales tan grandes como los de ahora.
Igual que los consumidores, muchos empresarios han olvidado la rebaja que experimentaron en sus costos cuando las tasas de interés que pagaban en sus créditos bajaron de entre 18 y 22 por ciento a 7 por ciento, y cuando los plazos subieron de cinco años máximo a quince y veinte años. El recuerdo regresará a ellos, penosamente, si el presidente Funes incumple sus promesas a los ciudadanos que lo eligieron y desdolariza en una culminación de la campaña que él permite que sus funcionarios promuevan para desdolarizar al país.
En 2001, la dolarización generó a las empresas un ahorro en el pago de intereses que ellos pudieron invertir en más equipo, en contratar más personal, en aumentar sueldos o en reducir sus deudas. Si el presidente Funes desdolariza, el efecto sería el contrario: al aumentar las tasas de interés, las empresas tendrían que reajustarse a un incremento drástico de sus costos financieros-que en el mejor de los casos se duplicarían.
El reajuste tendría que darse a través de despedir gente y reducir las inversiones, ambas medidas que reducirían tanto la producción actual como la futura. Al mismo tiempo, las empresas se verían enfrentadas a una reducción drástica de la demanda, debida al reajuste de los consumidores por el alza en sus gastos de intereses y por la reducción de su poder de compra real, consecuencia de la inflación. Así, el reajuste en todas las empresas y en los consumidores resultaría en una recesión profunda y prolongada.
La construcción, ya deprimida por la falta de inversión, se hundiría muchísimo más por el alza de intereses. Con tasas de 20 a 25 por ciento hay pocos compradores de viviendas, aún sin recesión. Y en la crisis que la desdolarización generaría las tasas llegarían mucho más arriba.
Los bancos quizás se creen inmunes a la desdolarización. Si esta se diera, descubrirían varios efectos que quizás no hayan pensado. Con los intereses de los créditos subiendo al menos al nivel que tenían antes de la dolarización, los malos créditos aumentarían violentamente. Cualquiera podría pensar que esto tiene fácil solución: que los bancos bajen los intereses de los depósitos para poder bajar las de los créditos. El problema es que si bajan los intereses de los depósitos los ahorrantes se los llevarían. Para ganar intereses iguales a los que pagan las cuentas en dólares, mejor se los llevarían a Miami. Para dejarlos aquí, demandarían las tasas en dólares más el riesgo de devaluación. Por eso es que los intereses subirían tanto.
Los bancos, entonces, no podrían evitar que aumentaran los intereses. Por tanto, no podrían evitar que sus deudores dejaran de pagarles, y por tanto, no podrían evitar perder parte o todo su capital. Con crisis en los bancos, empresas haciendo pérdidas, y desempleo creciente, las fugas de capital aumentarían.
En esas circunstancias, el país entraría en una gran escasez de lo que el gobierno ahora se quiere deshacer-dólares. Como en la época de Duarte, el gobierno trataría de capturar dólares imponiendo controles de capitales-es decir, forzando a que cada importación sea aprobada por el gobierno y a que cada exportador le de sus dólares al Banco Central a la tasa de cambio que éste quiera. Como en la época de Duarte, se desarrollaría un mercado negro por dólares, en el cual las tasas de cambio serían mucho más altas que en el Banco Central.Éste vendería los dólares sólo a personas privilegiadas. El resto tendría que pagar los dólares mucho más caros.En la manipulación de las tasas, el Banco Central podría desvalijar a cualquiera.
Durante el gobierno de Duarte, por ejemplo, los cafetaleros tenían que vender al Banco Central los dólares obtenidos por sus exportaciones de café a 2.50 colones por dólar. Cuando necesitaban dólares, sin embargo, tenían suerte si el Banco Central le vendía sus mismos dólares al 5.00 colones por dólar. Más seguramente, tendrían que comprar los dólares en el mercado negro, a 9.75.Esto significaba que si, por ejemplo, usted había exportado un valor de un millón de dólares, el Banco Central les daba 2.5 millones de colones. Al querer comprar de regreso los dólares, con esa cantidad de colones podía comprar sólo 256,410 dólares. O sea que el Banco Central se quedaba con el 75 por ciento del valor y de los dólares generados por sus exportaciones de café.De esta forma tan elegante, el gobierno descapitalizó a los cafetaleros y a muchos otros exportadores.
El problema era similar para los importadores, que tenían que pagar la tasa de cambio del mercado negro mientras algunos de sus competidores tenían acceso a dólares al 2.50. Cualquier transacción que requiera dólares-y en una empresa casi todas los requieren por los insumos importados-se convierte en una pesadilla para conseguirlos. Con escasez de dólares, altas tasas de interés, altas tasas de inflación, la producción y la inversión de las empresas caerían aún más.
Por supuesto, al desdolarizar el gobierno perdería una excusa de las muchas que usa para justificar por qué el país está decayendo cada vez más como consecuencia de sus políticas. Pero, en medio de todo esto, el gobierno diría que la gran crisis que él mismo habría generado con la desdolarización sería la consecuencia de veinte años de ARENA. Y usted, ¿todavía se chupa el dedo?
:: OBSERVADOR POLÍTICO - www.elsalvador.com :: La desdolarización y las empresas
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