Ricardo Chacón.14 de Noviembre. Tomado de El Diario de Hoy.
Con frecuencia, funcionarios de segundo y tercer nivel suelen solicitar a la Redacción de este periódico una entrevista; imagino que en otros medios de información también sucede lo mismo.
Se trata de una práctica que más que dar información noticiosa "trata de levantar imagen" ante la opinión pública.
Este es el caso de una funcionaria, que inaugurará un programa de prevención de la violencia, la próxima semana, quien requiere de una entrevista (de una o dos páginas) en la que se le hagan preguntas "oportunas" sobre su labor y del programa que busca promocionar, por supuesto sin ningún tipo de repreguntas, no importa si le interesa o no a la población.
No sólo funcionarios buscan este tipo de "favores" de parte de los medios de información, también lo suele hacer otro tipo de personas que busca, de una u otra manera, "irrumpir" en la opinión pública de manera positiva.
En El Salvador, en los últimos años funcionan empresas de prensa, de relaciones públicas, de publicidad que hacen esta labor de manera sistemática. Es decir, que prestan este servicio como parte de una estrategia de proyección de imagen, relaciones públicas o de comunicación.
En sí misma, la práctica de la entrevista es válida para cualquier medio informativo, siempre que tenga como objetivo fundamental informar al público sobre temas de su interés.
Acá está el quid de la cuestión; la frontera que por momentos separa el acto informativo del propagandístico es imperceptible, sin embargo, la entrevista profesional seria se organiza en un medio de información cuando considera que el sujeto tiene "algo que decir", cuando tiene "valor noticioso". De lo contrario, entramos en la propaganda o en la promoción de un personaje cuando se "le brinda espacio" en un medio sin que tenga mérito noticioso alguno.
El fenómeno es mucho más complejo de lo que se cree: hace un par de semanas, el matutino español "El País", uno de los mejores periódicos de habla hispana y al que algunos acusan de promover a los socialistas, desplegó una amplia entrevista al líder de la oposición, el dirigente del Partido Popular, José Mariano Rajoy.
De inmediato, unos acusaron a "El País" de promover a la oposición, mientras otros acusaron al periódico de filtrar las preguntas a los socialistas para que pareciera que respondían de inmediato.
Realmente no estoy en la capacidad de opinar sobre los "entretelones" de la entrevista, lo que sí puedo afirmar es que se trataba de una entrevista profesional, bien hecha, tocando a fondo la visión de Rajoy sobre el aparente desastre del gobierno socialista. Lo mismo se puede decir de la entrevista que unas semanas después publicó "El País", al paradigmático político socialista, el ex presidente Felipe González; las cosas que nunca se han dicho del gobierno de González fueron el tenor de la entrevista que sin duda alguna generó todo tipo de reacciones en España, incluso a nivel internacional.
Y este es el punto sobre el cual quiero enfatizar: puede haber una u otra intención o motivación para hacer una entrevista, pero lo que no podemos olvidar o dejar pasar es que esta debe de hacerse bien y debe de tener información que interese al público.
Obviamente esto supone, de parte del periodista y del medio informativo, una buena preparación sobre la problemática, que los temas tratados sean interesantes y pertinentes y, sobre todo, que brinden información novedosa y de fondo a la población.
Hacer una buena entrevista no es fácil, como tampoco es fácil determinar las motivaciones "últimas" para hacerla.
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