Juan A. Valiente.17 de Noviembre. Tomado de El Diario de Hoy.
Hace casi diez años Marc Prensky, experto internacional en educación y tecnología, acuñó los términos de nativos e inmigrantes digitales, para identificar a las personas que habían nacido con la revolución tecnológica y las que no. Para los que estamos involucrados en la educación es fácil darnos cuenta que los sistemas educativos tradicionales no fueron diseñados con los nativos digitales en mente. Mucha de la metodología que se ha utilizado proviene de los lineamientos de la revolución industrial y de la producción en masa.
Todos los estudiantes de una misma clase (por efecto de su edad) suponen tener similares desarrollos cognitivos y psicosociales como para ser parte de un proceso colectivo de enseñanza, que ponía el énfasis en la transferencia del conocimiento. Algo ha cambiado dicha metodología, pero todavía nada fundamentalmente significativo. En las últimas décadas ha habido un énfasis mayor en la educación personalizada, en la importancia de la creatividad y en el desarrollo de todas las inteligencias.
Los nativos digitales no son una generación que ha experimentado cambios incrementales. Ocurrió un quiebre generado por la llegada y la masificación de la tecnología digital en las últimas décadas del siglo pasado. Hay implicaciones en muchos sentidos, condicionamientos y potencialidades, riesgos y posibilidades. Las capacidades de desarrollo humano ahora están intermediadas por la tecnología y el síndrome de la hiperconexión. Los nativos digitales enfrentan un enorme desafío del cual debemos ser conscientes nosotros, pero obviamente deben ser más conscientes ellos para que con creatividad y disciplina puedan enfrentarlo.
Clotilde Fonseca, Ministra de Ciencia y Tecnología de Costa Rica, recientemente escribió: "(A los nativos) les encanta el 'procesamiento paralelo', están acostumbrados a hacer muchas cosas a la vez y prefieren la búsqueda al azar y el hipertexto. Tienen predilección por la gratificación instantánea. Muestran poca paciencia. Navegan siempre en todo lugar. Se inclinan más hacia lo lúdico que hacia el 'trabajo serio'. Privilegian lo gráfico y se resisten a escuchar una clase prolongada o una conferencia. No soportan las cosas que se desenvuelven con la lógica del 'paso a paso'. Tienen acceso a la más amplia gama de fuentes de información. Aprenden solos e incursionan en todo tipo de saberes, prácticas y cosas".
¿Identifica rápidamente a alguien que conoce? Seguramente serán sus hijos, sus alumnos o sus sobrinos nacidos lo antes a inicios de la década de los años 90. En esa dispersión descrita está la génesis del desafío. El desarrollo y la investigación científicos requieren características y habilidades personales que favorezcan la concentración, el esfuerzo continuado, la persistencia y el compromiso prolongado. Todas características que no conviven muy bien con las tendencias "naturales" de los nativos digitales.
También Nicholas Carr concuerda en su libro "The Shallows" o "Aguas poco profundas", donde además cita a McLuhan, "el medio es el mensaje", con su profecía del fin de la tiranía del texto sobre nuestras mentes e inteligencias. Las nuevas tecnologías se convierten en extensiones de nuestros sentidos, de nuestro sistema nervioso central, imponiendo en nuestra vida los condicionamientos de la tecnología misma. Carr describe cómo actualmente ha ido perdiendo capacidad de concentración por períodos prolongados, tanto que ya no disfruta de la misma manera ponerse a leer un libro grueso despacio, en el silencio, como antes solía hacerlo.
Los nativos digitales se están convirtiendo en analfabetas analógicos, perdiendo las capacidades que permitieron el desarrollo y la investigación científicos. Debemos en nuestras escuelas y colegios abrazar las nuevas tecnologías y enfrentar el reto de modificar nuestra metodología de enseñanza de forma que se acople a la nueva forma de aprender. Pero también debemos lograr que los nativos digitales se liberen de la esclavitud del instrumento electrónico y aprendan a vivir en sintonía con lo natural. Debemos garantizar que desarrollen adecuadas competencias analíticas y que hayan experimentado los frutos del rigor científico y la producción intelectual. ¡Vaya reto! Necesitamos a nuestras mejores personas como maestros. ¡Anímense!
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