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2010/11/17

EDH-Editorial-Por los huevos de oro mataron a la pobre gallina

 Los almacenes de hace cuarenta años eran modestos, pero sus dueños, luchadores; muchos de ellos se quedaron en el camino, otros lograron superar los obstáculos que siempre se presentan

17 de Noviembre. Tomado de El Diario de Hoy.

 

La fábula de la gallina de los huevos de oro, del francés La Fontaine, es conocida por niños y adultos: un campesino tenía una gallina que un buen día comenzó a poner huevos de oro, con lo que se enriqueció. Pero la avaricia hizo que el hombre matara a la gallina, creyendo que en su interior iba a encontrar muchísimo más oro. No había oro y el hombre volvió a ser muy pobre.

¿Cuál es el secreto detrás de las grandes empresas, los florecientes negocios, las prósperas actividades? Pese a que muchos piensan que todo se deriva de privilegios, aunque nunca lo han demostrado ni pueden decir en qué consisten esos privilegios, la fórmula es la que aplica toda persona y familia decente en sus actividades y su trabajo: esfuerzo, responsabilidad, sentido común, algo de suerte, visión de futuro.

En las grandes y medianas empresas no hay factores sustancialmente distintos de lo que mueve el quehacer humano, la diferencia se encuentra en la organización, en la manera cómo se estructuran y se utilizan los recursos a mano. Es como en la música: hay un número limitado de notas, de sonidos, que son como los ladrillos con que se construye una pequeña canción o una gran sinfonía. La diferencia entre una y otra está en lo complejo de la concepción intelectual, en la habilidad o genialidad del que va integrando más y más elementos para alcanzar el fin que se propone.

Lo que sucede en China y la India en la actualidad es un buen ejemplo. La inmensidad de los mercados que se tienen que abastecer les obliga a ser eficientes como asimismo a valerse de enormes sistemas y facilidades. Sólo embodegar los granos, recopilar los materiales para manufacturar ropa, contar con las flotillas de camiones para mover esas descomunales cantidades de artículos, conduce a la existencia de gigantescas empresas. Nadie en su sano sentido las considera como un mal o pretende destruirlas, por la simple razón de que son necesarias, una consecuencia natural, inevitable, del tamaño de la demanda.

La codicia estatal persigue a las gallinas

Eso es el natural desarrollo de toda economía que crece: que las demandas de los consumidores se incrementan aceleradamente y, por ello, también el tamaño de las organizaciones, las empresas, que las satisfacen. Los almacenes de hace cuarenta años eran modestos, pero sus dueños, luchadores; muchos de ellos se quedaron en el camino, otros lograron superar los obstáculos que siempre se presentan hasta constituirse en lo que son ahora. Debe señalarse que los principales almacenes de hace medio siglo han desaparecido en su totalidad, sin duda por no tener la visión para seguir siendo líderes. Y eso se puede decir también de la mayoría de negocios en este país.

El crecimiento ha enriquecido a los salvadoreños, que ahora cuentan no sólo con artículos mejor elaborados y de precios relativamente más baratos, sino también de una mayor oferta, con modelos distintos, garantías más seguras, calidades muy similares a lo que se encuentra en el Primer Mundo.

El grave problema es que esas gallinas que ponen huevos de oro están amenazadas, ya que hay quienes creen que abriéndoles las entrañas van a sacarles el oro de una sola vez y serán más prósperos. De allí los montajes para aumentarles impuestos, saquearlos, regularlos, acosarlos, fiscalizarlos. Quieren inclusive ir a registrarles hasta la última gaveta que tengan…

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