Patricia Meza.15 de Noviembre. Tomado de Diario Co Latino.
Todos los años centenares de hombres, mujeres, niños, jóvenes y ancianos caminan a la luz de las enseñanzas que dejaron los sacerdotes jesuitas, en su búsqueda de justicia y de mejores condiciones de vida para aquellos sectores excluidos del desarrollo económico, político y social del país.
Portando en sus manos faroles, palmas llenas de flores o cárteles con mensajes alusivos a los jesuitas asesinados el 16 de noviembre de 1989, durante la ofensiva que el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) lanzó con el objetivo de llegar al poder a través de la vía militar.
Las personas llegan de todas partes del mundo porque creen en el martirio de los sacerdotes Amando López, Juan Ramón Moreno, Segundo Montes, Ignacio Martín Baró, Ignacio Ellacuría y de sus colaboradoras Elba y Celina Ramos.
Los militares planearon el asesinato de los jesuitas bajo la justificación de que la UCA era semillero de la guerrilla, actualmente en España se sigue un juicio contra los asesinos y donde el nombre del ex presidente de la República, Alfredo Cristiani, por el partido de derecha ARENA, ha salido a la luz no solo por el encubrimiento, si no como el que dio la orden.
Para recordar el martirio de los jesuitas se realizan diferentes actividades, este sábado se llevó a cabo la caminata de los farolitos, la misa y la vigilia.
A eso de las 7:30 de la noche inició la misa que, desde hace 21 años, se realiza para dar gracias a Dios y recordar no solo a los mártires de la UCA, sino también, a otros que ofrendaron su vida por la verdad.
El evangelio se refirió a las bienaventuranzas, luego el padre José María Tojeira, rector de la UCA, hizo un análisis sobre la conmemoración enfocándolo en la realidad nacional. La idea central es que el país debe buscar la justicia social, esa por la que murieron Monseñor Oscar Arnulfo Romero, los jesuitas y otros mártires.
Además, que se debe pensar en un modelo económico más incluyente y humano, ya que no es posible que habiendo tantas desigualdades, desempleo y pobreza haya sectores que se quejan de que el gobierno ponga un salario mínimo de 300 dólares al mes.
"El salario mínimo es injusto y ha ido decreciendo en su valor adquisitivo en los últimos 20 años y no es eso un acto de violencia, cuando hay salarios de más de 10 mil dólares", señaló Tojeira.
El rector universitario dijo que es necesario que se invierta más en los miles de ancianos que no tienen pensiones y en los jóvenes que no tienen expectativas laborales, sobre todo hacia los débiles y excluidos.
Para este jesuita, la única hambre que debe existir en el país es el hambre y la sed de justicia, justicia para todos en los ámbitos legales, económicos y sociales.
Según Tojeira, la semilla sembrada por los jesuitas de cambio y esperanza obliga a seguir luchando para vencer el mal con el bien.
Esto en El Salvador significa estar del lado de los más pobres, aprender de su resistencia y poner al servicio de ellos las instituciones que con frecuencia seden a presiones de poder.
"Por eso es que Monseñor Romero se convirtió en la voz de los sin voz y tenemos nosotros que tomar las voz de las víctimas que desde su inocencia claman justicia...Queremos cristianos y cristianas firmes en el amor de Dios" dijo.
Para Tojeira, se debe avanzar en el modelo de convivencia, en que la igualdad de oportunidades produzca trabajo digno y luchar por construir la paz con el espíritu que legaron los mártires.
"Hoy estamos en tiempo de oportunidad, el pueblo salvadoreño ha dicho en las últimas elecciones que quiere un camino con proyección social, con mayor justicia y solidaridad con los pobres...Esa palabra del pueblo está dicho ya y es fruto del crecimiento de la conciencia", agregó.
Los políticos de cualquier partido que sean y el actual gobierno debe escuchar al pueblo, ya que nadie puede engañarse ante el deseo de justicia, paz y desarrollo social que tiene el pueblo.
Es responsabilidad de los cristianos y cristianas decirle a los que tienen el poder que se debe construir un futuro distinto al presente actual y un destino diferente al pasado de guerra, para lograr el futuro de justicia que soñaron Romero, los mártires y todas las víctimas.
La tarea no es fácil, pues muchas fuerzas e inercias se juntan para impedir los cambios que el país necesita, por eso nos reunimos a la sombra de nuestros mártires ejemplos esforzados en el caminar de la justicia, dijo Tojeira.
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