José Roberto Osorio.20 de Noviembre. Tomado de Diario Co Latino.
Junto a otros varios aciertos del actual Gobierno, algunos de los cuales darán sus mejores frutos en el mediano plazo, se encuentra la que parece una excelente decisión: apostarle a mejorar la calidad en la gestión pública.
Sobre el particular, todo indica que las raíces de lo anterior es la amplia consulta popular que según sus propios autores, originó la oferta electoral que se propuso al electorado y que éste en su mayoría validó con su voto. La mayoría de esos contenidos se han traducido en planes y programas de gobierno.
En efecto, en el documento, “Cambio en El Salvador para Vivir Mejor. Programa de Gobierno 2009-2014”, se encuentra la definición de un “Gobierno de resultados y de soluciones. No más Estado ni menos Estado, sino más bien UN MEJOR ESTADO, que en el cumplimiento de sus deberes públicos, trabajando por el bienestar de la población, haga de la eficacia, de la eficiencia, de la autoexigencia, de la apuesta a la excelencia en el servicio público y del trabajo por resultados, su principal punto de apoyo para producir logros superiores y avances de profundo impacto en la agenda del desarrollo de nuestro país”.
Asimismo, completando el perfil del gobierno que se proponía ejercer, en el mismo documento se planteó desarrollar un: “Gobierno honrado, transparente y de rendición de cuentas. Un gobierno modelado por un estricto Código de la Ética del Servicio Público. Que imprima honradez a la administración de los bienes del Estado y honestidad en su conducta política”.
Finalmente, otro elemento gerencial relevante se advertía cuando se propuso realizar:
“Trabajo de equipo en el gobierno, encaminado a la misión y al común objetivo de servicio que nos compromete, el Gobierno del Cambio, con vistas a sacar adelante a El Salvador, desarrollará una administración moderna, basada en un trabajo y gerencia de equipo, dirigida a su vez por un liderazgo democrático integrado, integrador, representativo e incluyente”.
Todos los conceptos y compromisos políticos anteriores indican a cabalidad una pertinente incorporación de paradigmas modernos de gestión pública y habrían constituido un cambio de actitud frente a estos temas, antes considerados por algunos actores políticos, sólo de importancia para el sector privado.
La conveniencia y lo frecuente del tema de calidad en la gestión pública está fundamentado en que, como señaló en su tiempo Marcos Pedro Makón, Ex Secretario de la Secretaría para la Modernización del Estado en Argentina: “El mundo contemporáneo se encuentra sometido a constantes cambios y nuevas situaciones que demandan organizaciones con capacidad de adaptarse al contexto rápidamente. Resulta necesario, en consecuencia, introducir cambios en la gestión de las instituciones públicas para permitir que éstas respondan con calidad y efectividad a las nuevas demandas de la sociedad”. (El destacado es nuestro)
Y el mismo autor sigue: “En este contexto, la gerencia pública o profundiza el proceso de modernización, eleva la calidad de su desempeño y se afirma como principal protagonista del proceso de producción de políticas públicas, desde una perspectiva estratégica congruente con el plan nacional. O bien, continúa un proceso de declinación en el que, víctima de fuertes restricciones y demandas sociales crecientes, así como de su propia ineficacia e ineficiencia, irá perdiendo su rol de conducción del proceso de políticas públicas a manos de otros actores sociales”.
Por otra parte, el Consejo Directivo del CLAD reunido el 14 de octubre de 1998, aprobó el documento doctrinario Una Nueva Gestión Pública para América Latina, en el que se declara “la necesidad de reconstruir el Estado para enfrentar los nuevos desafíos de la sociedad post-industrial, un Estado para el siglo XXI, que además de garantizar el cumplimiento de los contratos económicos, debe ser lo suficientemente fuerte como para asegurar los derechos sociales y la competitividad de cada país en el escenario internacional. Con ello, se reconoce que el Estado es un instrumento indispensable para el desarrollo económico, político y social de cualquier país, y que en la región tiene que orientarse a la atención de tres grandes problemas: la consolidación de la democracia, la necesidad de retomar el crecimiento económico y la reducción de la desigualdad social, garantizando la inclusión social”. (Las cursivas no están en el original).
En la misma sucesión de trabajo, en San Salvador y con actores políticos disímiles en cuanto a concepciones ideológicas, se aprobó la Carta Iberoamericana de Calidad en la Gestión Pública, aprobada por la X Conferencia Iberoamericana de Ministros de Administración Pública y Reforma del Estado en San Salvador, El Salvador, 26 y 27 el de junio de 2008, instrumento que luego fue adoptado por la XVIII Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno en San Salvador, El Salvador, del 29 al 31 de octubre de 2008.
Según el documento citado, “Una gestión pública se orientará a la calidad cuando se encuentre referenciada a los fines y propósitos últimos de un Gobierno democrático, esto es, cuando se constituya en:
a. Una gestión pública centrada en el servicio al ciudadano; y,
b. Una gestión pública para resultados.
La calidad en la gestión pública implica la práctica del buen gobierno, mediante una
formulación de políticas públicas convenientes a toda la sociedad, dentro de parámetros equilibrados de racionalidad política, técnica y económica.
La calidad en la gestión pública contribuirá a facilitar el desarrollo económico y crear condiciones adecuadas y sostenibles para la competitividad y productividad nacional.
La calidad en la gestión pública tiene sentido si su fin último es alcanzar una sociedad del bienestar, con justicia y equidad, garantizando el desarrollo de la persona y el respeto a su dignidad, la cohesión social y la garantía del cumplimiento efectivo e integral de los derechos humanos. En especial, asegurando a todas las personas, el acceso oportuno y universal al disfrute de información, prestaciones y servicios públicos de calidad.
La adopción de enfoques, modelos, acciones e instrumentos de calidad en la gestión pública iberoamericana contribuye a la legitimidad y consolidación de la democracia y al logro del desarrollo económico y social de forma sostenible, con la mejora de la cohesión social”.
Los contenidos anteriores son la base que el gobierno actual ha definido para avanzar en la transformación de un sector público con graves problemas y deficiencias. En este ámbito, en materia de creación de institucionalidad se ha establecido, en la jurisdicción de la Secretaría de Asuntos Estratégicos, la Subsecretaría de Gobernabilidad y Modernización del Estado, entidad que de acuerdo a las noticias, se encargará precisamente de impulsar la gestión de la calidad en el gobierno actual y probablemente de formular la normativa conveniente y necesaria.
Es interesante que el tema de gestión de la calidad en la administración pública, haya concitado el acuerdo de representantes de diferentes opciones políticas e ideológicas que coincidieron en el cónclave mencionado aquí en San Salvador. Cabe suponer que el mismo asunto sigue teniendo importancia y la aprobación de quienes ahora ya no están en el gobierno, pero tienen presencia en otras esferas del orden público.
Lo/as ciudadana/os debemos apoyar esta iniciativa-compromiso, por los evidentes beneficios que su impulso real produciría para todas y todos. Y si por factores ajenos a la voluntad de los gobernantes no se puede avanzar en otros temas de similar importancia, impulsar una gestión pública para resultados, de calidad, favorecedora de mayores niveles de democracia, bastaría para hacer historia y cambiar positivamente hacia una sociedad del bienestar, con justicia y equidad, garantizando el desarrollo de la persona y el respeto a su dignidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentarios que incluyan ofensas o amenazas no se publicaran.