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2010/05/15

Salvadoreños en el Mundo-Monseñor Romero y el tercer secreto de Fátima

 Por Paulino Espinoza.14 de Mayo. Tomado de Salvadoreños en el Mundo.

 
Un 13 de mayo, pero de 1917, tres niños portugueses fueron testigos del aparecimiento de la Virgen María en un cerro de la ciudad de Fátima. La Virgen revelaría varios mensajes a lo largo de seis apariciones realizadas consecutivamente los días 13 de los meses subsiguientes. Como producto de este acontecimiento se construyó en el lugar un santuario que se ha convertido en uno de los lugares de peregrinaje más importantes de la fe católica (Foto: Los niños de Fatima Francisco, Jacinta y Lucia).
Un día como hoy, 13 de mayo, pero de 1981, el Papa Juan Pablo II sufrió un atentado al iniciar su audiencia en la Plaza San Pedro. Fue herido de un balazo en el vientre y en la mano izquierda por Alí Agca, un turco miembro del grupo extremista "Los lobos grises". A pesar de la gravedad de las heridas, el Papa se recuperó exitosamente salvando su vida. La iglesia católica interpretó esto como un verdadero milagro y lo relacionó con las profecías de Fátima.
El tercer secreto de Fátima no fue revelado sino hasta del año 2000 y este narraba a un “obispo vestido de blanco” que surca una ciudad en ruinas y cadáveres, acompañado por sacerdotes, obispos y laicos. Al llegar a una cima todos sucumben bajo las flechas y las balas de un ejército.

Una de las niñas, Lucía, escribió con sus propias palabras en 1947, "… vimos en una inmensa luz a un obispo vestido de blanco. Hemos tenido el presentimiento de que fuera el Santo Padre. También otros obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, subían a una montaña empinada, en cuya cumbre había una gran Cruz de maderos toscos. El Santo Padre (el obispo, en realidad), antes de llegar a ella, atravesó una gran ciudad en medio en ruinas, medio tembloroso con paso vacilante, apesadumbrado de dolor y pena, rezando por las almas de los cadáveres que encontraba por el camino. Llegado a la cima del monte, postrado de rodillas a los pies de la Gran Cruz fue muerto por un grupo de soldados que le dispararon varios tiros de arma de fuego y flechas. Del mismo modo murieron unos tras otros los obispos, sacerdotes religiosos, religiosas, y diversas personas laicas, hombres y mujeres de diversas clases y posiciones"
El papa Juan Pablo II visitó por primera vez a El Salvador el 6 de marzo de 1983; ese día, cuando se dirigía al templete dispuesto en la zona de Metrocentro, rompió el protocolo y se dirigió a Catedral Metropolitana de San Salvador en donde oró y bendijo la tumba del arzobispo Óscar Arnulfo Romero, asesinado tres años antes. De este hecho es importante destacar que la tumba de monseñor Romero no se encontraba en la cripta donde hoy se ubica sino en la nave principal, justo al lado oriente, en la zona donde las iglesias suelen destinar para la oración y devoción a Dios y a los santos. Es decir, Juan Pablo II oró ante una tumba de un obispo colocado en el lugar que le correspondía a un santo.
La idea de que el “obispo vestido de blanco caminando entre muertos” corresponde al Papa Juan Pablo II parece ser una interpretación de Lucía (Hemos tenido el presentimiento de que fuera el Santo Padre) escrita treinta años después de la revelación. Esta idea reforzada por la Iglesia Católica, inspirados seguramente por la coincidencia de la fecha en que ocurren ambos sucesos, podría incluso lindar con el engaño.
En realidad, la idea de un obispo vestido de blanco, acompañado por sacerdotes, religiosos y religiosas, subiendo una montaña con una gran Cruz de maderos toscos, apesadumbrado de dolor y pena, rezando por las almas de los cadáveres que encontraba por el camino, muerto por un grupo de soldados que también matan a otros obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas, y diversas personas laicas, hombres y mujeres de diversas clases y posiciones se corresponde más bien con la vida y el testimonio de monseñor Romero y de la Iglesia perseguida en nuestro país y Centroamérica.
¿Que pasó por la cabeza por la cabeza de Juan Pablo Segundo durante esos minutos en que estuvo arrodillado frente a la tumba de nuestro obispo mártir? Eso nunca lo sabremos, sin embargo sabemos que su Santidad, conociendo el secreto de Fátima y conociendo el testimonio de Romero se hincó para orar frente al lugar que le correspondía solamente a un santo.

Salvadoreños en el Mundo: Monseñor Romero y el tercer secreto de Fátima

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