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2010/05/06

La Página-"A nosotros los buseros y microbuseros nos explotan" (III entrega)-Diario digital de noticias de El Salvador

Escrito por Jaime Ulises Marinero.06 de Mayo. Tomado de La Página.

 

Son las 3:00 de la madrugada y Carlos (nombre cambiado para proteger la identidad) ya está despierto. Se acostó a dormir a las 10:30 de la noche. Apenas durmió cuatro horas y media. El ritual se repite tres días a la semana.

Carlos es motorista de autobuses de la ruta 34 que hace su recorrido del barrio Lourdes a la colonia Santa Elena de Antiguo Cuscatlán y diariamente gana $20. Cuando no trabaja no gana.

El primer viaje lo hace a las 4:30 de la madrugada, pero como vive retirado del punto de buses, tiene que despertar una hora y media antes de comenzar a calentar los motores para hacer el primer viaje.

En el día hace entre seis y ocho viajes, ida y vuelta, dependiendo de la cantidad de buses disponibles en la ruta. Generalmente hace el corte o la entrega a las 9:00 de la noche. A su casa llega entre las 9:30 y 10:00 de la noche.

El autobús no tiene ventilador y el asiento no es el más cómodo. Aún así no debe de protestar, porque el que protesta lo despiden.

No tiene seguro social ni cotiza a una AFP, cuando se enferma sencillamente no trabaja y no gana. Cuando quiere descansar para estar con su familia, tampoco gana. Si reclama lo amenazan con despedirlo.

Para descansar procura dormir en el día dentro de las unidades, pues de lo contrario no soportaría todo el día sin dormir. “A veces llevamos música en el bus y la gente se molesta, pero en ocasiones es para no dormirnos, muchos compañeros se drogan para soportar lo tedioso el trabajo”, reconoce.

Así también acepta que a veces se molesta cuando hay pasajeros intransigentes o cuando pagan con billetes de a $5. Aunque claro ellos no saben que uno anda desvelado, con calor y con un fuerte estrés por lo que implica la rutina de recorrer el centro de la capital atiborrado de peatones, vehículos y ventas.

Los motoristas son, además, responsables de los daños que puedan ocasionar a la unidad o que puedan ocasionar con ellas. Hay rutas donde les descuentan por los rayones, por los asientos que dañan algunos pasajeros.

Además, en la mayoría de los casos son advertidos que si participan en un accidente fatal, ellos como motoristas son los responsables de correr con las responsabilidades, por eso es que siempre huyen.

“El problema es que los buses no tienen el mantenimiento adecuado y uno como motorista corre el riesgo de sufrir o provocar accidentes. Los patrones no son solidarios con uno, excepto cuando los casos son llevados a tribunales y los obligan”, dice Jorge (nombre cambiado para proteger su identidad) otro motorista que trabaja en una ruta que hace su recorrido de San Marcos a la colonia San Luis de San Salvador.

“Si cree que le miento, pregunte cuanto de nosotros tenemos seguros de vida o seguro médico, nos pagan líquido el día trabajado, por eso es que muchos compañeros suben gente en la puerta traerá para quedarse con ese dinero, porque no les alcanza para gastos médicos cuando se enferman”, afirma, al reconocer que es una práctica cotidiana quedarse con algo de dinero extra subiendo gente por la perta de atrás, lo cual es prohibido, pro evita el control de la máquina registradora ubicada en la puerta delantera.

Según Carlos, muchas veces sus patrones no les creen que son extorsionados, por lo qe deben pagar de su bolsillo. “Para eso sirve el dinero que se hace con los pasajeros que se suben atrás”, expresa.

Para Carlos la presión de trabajar hasta 16 horas diarias es lo de menos. La presión está en el trayecto donde a diario corren el riesgo de morir asesinados por los pandilleros.

En el caso de la ruta 34, por ejemplo, en el punto de buses del barrio Lourdes deben pagar la primera extorsión a grupos de pandilleros que ocupan a terceros. Ahí manda la mara 18. Los pandilleros los amenazan con matarlos o quemar las unidades si no les pagan a diario. En el lugar entregan entre $1 y $5 diarios por unidad.

Si no pagan la extorsión en el punto, entonces deben hacerlo en la parada frente a la terminal de buses o la que está frente al centro escolar 5 de Noviembre.

Luego en el parque Libertad, vendedores de dulces, agua y otros, son los que se encargan de recoger la renta que les imponen los pandilleros. Igual, oscila entre $1 y $5 diarios. En ocasiones son extorsionados en la parada de la terminal de buses de Occidente y hasta en Santa Elena.

“Nosotros ya sabemos quienes son los extorsionistas y quienes son sus cómplices, pero no los denunciamos porque tememos a las represalias y porque siempre se dan cuenta, ya que tienen policías informantes”, dice Carlos.

Asimismo Carlos confiesa que ellos ya conocen a los asaltantes, pero difícilmente puede evitar que cometan sus fechorías porque andan armados y amenazan con matarlo a uno y a sus familiares, añade.

Recuerda que hace un año aproximadamente le dieron una golpiza a un motorista de otra ruta porque no paró en la parada donde estaban los ladrones. Lo buscaron y cerca del punto de buses le dieron una golpiza.

“Uno no puede hacer nada, la PNC ofreció agentes de seguridad vestidos de civil, pero es mentira, solo fue para ‘salvequear’ a los delincuentes, pero estos no se dejan ‘salvequear’ o es probable que hayan policías pero que les tienen miedo”, añade.

La odisea no es propia de los motoristas de autobuses, quienes manejan microbuses viven situaciones similares o peores. “Nosotros si estamos expuestos a que nos maten, los dueños no quieren pagar las extorsiones y nosotros somos los que corremos el riesgo, aquí en Apopa ya han matado a varios de nuestros compañeros”, dice un conductor de la ruta 38.

La generalidad es que los cobradores y conductores de microbuses conocen a los asaltantes, pero tampoco pueden hacer nada. SI les hacen parada deben detener la unidad, pues sino lo hacen los buscan y hasta los matan, tal como ocurrió en Panchimalco el año pasado, cuando motorista y cobrador fueron acribillados y luego calcinados dentro de la unidad, porque supuestamente dos o tres días antes habían denunciado a quienes se dedicaban a asaltar en la ruta.

“Nosotros solemos trabajar desvelados, con el estrés propio de la ruta, atendiendo diferentes conductas de los pasajeros y para colmo somos asediados por los delincuentes y los policías que nos ponen esquelas, muchas de ellas bien ganadas”, manifiesta Raúl (nombre cambiado por protección) conductor de un microbús de la ruta 29.

Raúl reconoce que algunos cobradores se quedan con los vueltos y que hay microbuses que circulan con música a todo volumen, pero según él son los menos. “Lo que pasa es que la gente generaliza”, agrega.

De acuerdo con Raúl los dueños de los microbuses pagan por día y la mayoría, por viaje realizado. Además les exigen una cuota básica diaria, por lo que hay que competir todos los días, exponiéndose a sufrir accidente o que les impongan esquela. Si no entregan lo básico cada día, los despiden o los trasladan a los horarios más dificultosos. Un motorista gana un promedio que oscila entre 12 y 20 dóalres diarios Un cobrador gana entre $8 y $15, dependiendo de la ruta y el patrón.

“Los dueños de buses y microbuses viven bien, en casas que parecen mansiones, se aprovechan de nosotros, prácticamente nos explotan, pero uno tiene necesidad y hay que trabajar”, abunda, Raúl, al recordar que el siguiente día tiene que madrugar… madrugar para el primer viaje de las 4:30 a.m. Será una rutina larga hasta las 9:30 de la noche, pero como les dicen los empresarios, no tienen alternativa… ninguna.

NOTA DE LA REDACCIÒN: Desde 1999, más de 300 trabajadores del transporte público de pasajeros, entre motoristas y cobradores, han sido asesinados en El Salvador. En lo que va del año, ya fueron asesinados más de 20.

Diario digital de noticias de El Salvador

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