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2010/05/24

La Página-Las masacres apuntan a las pandillas... y a los grupos de exterminio (II entrega)-Diario digital de noticias de El Salvador

 Escrito por Jaime Ulises Marinero. 25 de Mayo. Tomado de La Página.

Todo estaba listo para que iniciara el partido de futbolito rápido en la cancha comunal de la comunidad El Viñedo, en el cantón San Juan de Dios de Olocuilta. Habían unas 50 personas, la mayoría hombres , entre jugadores y aficionados.

De repente bajaron por las gradas que dan a la autopista al aeropuerto tres hombres enmascarados, vestidos con ropa oscura, similar al de fatiga que utiliza la PNC. Uno de los hombres se acercó a cada uno de los presentes, mientras los otros dos apuntaban sus armas. Otros dos se encontraban en la autopista armados, listos para disparar a quienes intentaran huir.

El sujeto que se acercó a los jugadores y aficionados apartó a las mujeres y niños y luego procedió a levantarles la camisa, supuestamente en busca de tatuajes. Apartó a ocho, los colocó en una esquina de las graderías y les dispararon. Tres murieron en el lugar, dos camino al hospital, uno en el hospital y dos sobrevivieron. En la autopista les esperaba uno o dos vehículos con el motor encendido.

La masacre ocurrió cerca de las 7:15 de la noche del pasado 1 de mayo. El martes 4 de mayo, el ministro de Justicia y Seguridad aseguró que no había indicios de que la masacre de Olocuilta, asì como las ocurridas en Suchitoto y Tonacatepeque en febrero pasado, y en el cantón Las Moritas de Colón, en abril anterior, hubiesen sido cometidas por grupos de exterminio.

En los cuatro sitios los asesinos vestían ropas oscuras, portaban armas de grueso calibre y se cubrían el rostro con gorros navarone. Igual se transportaban en vehículos en donde había alguien que los esperaba con el motor encendido.

En ninguno de los cuatro casos hay detenciones, salvo en la masacre de Olocuilta, donde el pandillero Luis Alberto Alfaro Ramos, de 23 años, fue detenido acusado de haber participado en la masacre. Supuestamente fue reconocido por algunos testigos, ya que fue la persona que les levantaba la camisa en busca de tatuajes. La PNC lo vincula a por lo menos otros siete homicidios.

En Suchitoto, el 2 de febrero hubo siete muertos y según las autoridades policiales, al menos cinco eran reconocidos pandilleros. En Tonacatepeque, el 6 de febrero murieron seis personas y ninguno era pandillero, algunos, inclusive era estudiantes universitarios. Las investigaciones de la PNC indican que pudo tratarse de un caso relacionado con drogas y que pagaron justos por pecadores. En Colón, el 29 de abril hubo cuatro muertos y ninguno era pandillero, eran campesinos trabajadores. En Olocuilta ninguno era pandillero, aunque uno de los fallecidos había sido deportado de Estados Unidos y aparentemente estaba organizado a una clica.

El modo de operación similar es idóneo para pensar que se trata de un grupo de exterminio, pero no hay certeza, dice un investigador policial, al asegurar que internamente en la PNC no se ha descartado esa posibilidad.

Lo anterior contrasta con lo manifestado por Melgar y aún por el mismo director general de la PNC, Carlos Antonio Ascencio, quien asegura que se ha descartado esa posibilidad y que en casi todos los casos se sospecha de acciones de pandilleros.

El subdirector de investigaciones, Howard Coto también coincide con Melgar al afirmar que no hay elementos de juicio para creer que se trata de grupos de exterminio, similares a los del pasado, como la desaparecida “sombra negra”.

La tesis de Coto se basa en que las víctimas no necesariamente son pandilleros ni en los sitios donde se han dado son de persistencia delincuencial. En el caso de Suchitoto la masacre de se produjo en una poza donde departían los pandilleros. En Tonacatepeque el múltiple crimen sucedió en un restaurante, a eso de las 11:00 de la noche. En Colón el cuádruple crimen sucedió aproximadamente a las 8:00 de la noche en una vivienda. Y en Olocuilta en una comunidad bastante poblada.

No obstante LA PÁGINA habló con tres investigadores policiales, de manera separada, y todos coinciden en que en ningún momento se ha descartado esa posibilidad, debido a la similitud con la que se actuó. Esto pese a que los análisis de balística han indicado que en estas cuatro masacres no se utilizaron las mismas armas, aunque si del mismo calibre. Tampoco son las mismas armas utilizadas en las otras cuatro masacres habidas este año, ni siquiera en los diferentes homicidios cometidos de la misma manera, en el presente año.

Empero, eso es un punto que en vez de alejar la hipótesis la acerca, pues los grupos de exterminio no suelen utilizar las mismas armas precisamente para que no los ubiquen a través de la uniformidad de la prueba balística.

“En Brasil, en Colombia, en México, en Guatemala y en otros países donde hay grupos de exterminios bien organizados no usan las mismas armas, eso lo sabemos todos los investigadores”, dice un suboficial.

Las investigaciones conducen a aceptar que no todas las víctimas eran pandilleros o estaban involucradas con el narcotráfico, pero en ocasiones estos grupos actúan de esa manera para no dejar testigos o porque apenas tienen indicios de la participación delictiva de las personas.

“No digo que estas masacres fueron cometidas por grupos de extermino, pero esa es una posibilidad y decir lo contrario hasta es irresponsable”, dijo.

Sin embargo, hasta el mismo presidente de la República Mauricio Funes descartó que las masacres hayan sido ejecutadas por grupos irregulares. El fiscal general, Romeo Barahona, señaló que las investigaciones de dicha institución no indican que tras las muertes masivas haya grupos de exterminio.

Un fiscal auxiliar contradice a su jefe y asegura que esa premisa no se ha descartado y que al contrario sigue teniendo el peso inicial, hasta que no se logre determinar si efectivamente son producto de los pleitos entre pandillas, de grupos ligados al narcotráfico o de la delincuencia común.

Al preguntarle al fiscal auxiliar quienes estarían tras estos grupos de exterminio, asegura que eso es difícil de plantearlo, si antes no se tiene la certeza de que existen

“La gente solo se fija en las masacres donde hay cuatro o más muertos, pero tenemos indicios de que en muchos homicidios los asesinos han actuado vestidos de negro, con armas de grueso calibre y cubiertos de su rostro. Quizá en estos casos han sido más puntuales”, agregó.

Por ahora, las investigaciones internas de la Fiscalía y la PNC no descartan el accionar de grupos de exterminio, aunque de cara a los medios de comunicaciones digan que esa hipótesis está alejada de la realidad.

Un agente señala que no todas las masacres ocurridas este año están ligadas, posiblemente, a grupos de exterminio. Por ejemplo la ocurrida en San José Villanueva, el 30 de marzo anterior, ya casi está esclarecida, pues con la detención de varios pandilleros se tiene la certeza de que mataron a las personas como un proceso de iniciación en las pandillas.

En San Pablo Tacachico, donde el 19 de abril fueron asesinados tres profesores, la PNC logró la detención de tres pandilleros, entre ellos un ex alumno de la institución, quienes fueron plenamente identificados como los autores del triple crimen.

En Sonsonate, la PNC y la Fiscalía creen haber aclarado el cuádruple crimen de cuatro jóvenes supuestamente pandilleros. Acá fueron detenidos cinco pandilleros identificados como los autores materiales,

La última masacre sucedió el pasado 11 de mayo en Apopa. La PNC y la Fiscalía creen haber aclarado el caso con la detención de dos menores de edad, supuestos autores materiales, que recibieron la orden de ejecutar el crimen de dos ex pandilleras, desde un centro penal. Para no dejar testigos, los menores mataron a otras dos mujeres.

La diferencia entre las cuatro primeras masacres y las últimas cuatro referidas, es que en las primeras los hechores llegaron en vehículos, vestidos de negros, con armas cortas y largas de uso privativo y cubiertos de su rostro. En las últimas masacres actuaron sin ningún tipo de precaución, como suelen actuar los pandilleros.

“A mí nadie me saca de la cabeza que son grupos de exterminio, pero puedo estar equivocado. Nuestros jefes saben que no se puede descartar… por ahora vamos a seguir investigando”, dice un investigador, al mostrar un esquema de su hipótesis escrito en una servilleta que marca como cabeza de los grupos de exterminio a grupos de poder que han sido víctimas de la delincuencia.

Diario digital de noticias de El Salvador

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