Comentarios mas recientes

2010/05/08

La Página-La odisea de ser pasajero (y IV entrega)-Diario digital de noticias de El Salvador

 Por lo menos el  85 por ciento de la población salvadoreña se moviliza en buses y microbuses hacia sus destinos, en todo el país. LA PÁGINA habló con dos de ellos que gustosos narraron sus experiencias, al borde de odiseas.

Escrito por Jaime Ulises Marinero. 08 de Mayo. Tomado de La Página.

 

Manuel Cerritos: “Desde hace tres años, casi a diario viajo en la ruta 44, desde mi residencia en Ayutuxtepeque a la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA) donde estudio. He visto asaltos -yo mismo he sido víctima-, pleitos, atropellos, choques y en dos ocasiones estuve a punto de morir, mientras he ido como pasajero.

Los motoristas son prepotentes, no les importa si los pasajeros son hombres y mujeres y a todos tratan por igual. Arrancan los microbuses cuando los pasajeros todavía están bajando o cuando aún suben. Si uno reclama, ellos le piden que uno se baje o al menos lo agreden verbalmente.

Hace varios meses venía en el asiento de adelante cuando el conductor pegó un frenazo y una mujer salió impulsada hacia adelante hasta pegar con su cabeza en un tubo de hierro. Se reventó y  comenzó a ultrajarla porque según él había sido su culpa por no “agarrarse bien”. Me molesté junto a otras personas y casi lo linchamos. Los obligamos a que la llevara de urgencia a un centro médico.

Otro día el motorista se había quedado con el vuelto de un billete de a cinco dólares que le dio una mujer. Cuando la señora reclamó el vuelto  le dijo que se lo daría hasta que se volviera a subir a la unidad porque no tenía vuelto. Ante los reclamos de la señora, le tiró el billete en el rostro. Un pasajero se bajó en Metrocentro, pero antes le pegó un golpe en el rostro al motorista. Quienes íbamos en la unidad, disfrutamos ese momento.

Lo peor que me ha pasado en la ruta 44 es cuando frente al centro comercial de la colonia Zacamil, dos pandilleros nos quitaron dinero y celulares a todos los pasajeros. Eran tres y todos llevaban armas de fuego. Estoy casi seguro que a uno de los asaltantes lo he visto cobrando en un microbús de la ruta 42.

Viajar todos los días en microbuses es exponerse a que a uno le pase cualquier cosa negativa. Las coaster de la 44 siempre andan con más de 30 pasajeros, a uno le meten como que si es sardina, los motoristas corren a excesiva velocidad, hacen paradas en sitios prohibidos, llevan la música a todo volumen y siempre andan con una prisa aunque hay paradas en las que se están hasta quince minutos o más esperando pasajeros.

He podido comprobar que algunos ladrones son amigos de los motoristas, por ejemplo de los que se suben en la parada del “mercado de pulgas” sobre el bulevar de los Héroes o de los que abordan frente a la Despensa de Don Juan. Los motoristas  les facilitan la subida y la bajada.

Uno viaja siempre en condiciones extremas en esas unidades. Apretujado, con calor y expuesto a morir. A mí nunca me ha pasado un accidente grave, pero en el trayecto ya he visto personas muertas por atropellamientos o lesionados por accidentes. Cierta vez un microbús de la ruta 44 arrolló a una señora y su hijo frente a la UCA. Un grupo de estudiantes rodeamos al microbús y n permitimos que el motorista se diera a la fuga. Madre e hijo resultaron con graves lesiones.

Bajo la pasarela de la colonia Zacamil, un microbús de la ruta 9 mató a un niño por sobrepasar a un bus de la misma ruta. Siempre andan así, peleando pasajeros, zigzagueando sin importarles si provocan que otros automovilistas choquen.

Yo tengo tres años de viajar casi todos los días en la ruta 44. Cada día vivo una odisea y no tengo más remedio que exponerme por necesidad.".

Raúl Torres: "A las 7:00 de la mañana tomó el bus de la ruta 34 en la parada de la terminal de buses de oriente con rumbo a Santa Elena, Antiguo Cuscatlán, donde trabajo desde hace nueve años y medio. De regreso tomó el bus a eso de las 5:00 de la tarde para vivir la misma rutina.

He sido asaltado, he visto asaltos y extorsiones, viajo como sardina, escuchando música estridente, he sido agredido por el motorista y he vivido la impaciencia de cuando los buses se tardan en algunas paradas. A eso le agregó que dentro de los buses, viejos generalmente, he sido pisoteado y he estado a punto de ser asesinado. Ocurrió una vez que un pandillero me pidió que le entregara los lentes y yo le dije que no podía porque sin ellos no miraba. Me apuntó con una pistola en la cabeza y finalmente se los entregué.

Un sábado vi cuando un pandillero le pegó un disparo en el estómago a un pasajero que se resistió a darle el celular. El pandillero se bajó tranquilamente en la parada del parque Zurita. El conductor parecía ser amigo del delincuente porque cuando se bajó le dijo “Hoy si te pasaste cabrón” y el delincuente le contestó “no hay nada men”.

A los buses se suben vendedores de agua que alguna vez fue helada, dulces y toda suerte de objeto. Pero los que dan miedo son los que se suben y comienza a decir que estuvieron presos y que prefieren pedir a robar, por lo que cada pasajero tiene que entregar algo para que ellos no vuelvan a la cárcel. Son amenazas y uno como pasajero no tiene más opción que dar por lo menos una “cora”.

En los buses no viajan policías uniformados, mucho menos de civil. Varias veces he visto cuando pandilleros se suben a los autobuses para pedirles el dinero de la extorsión. Uno se hace el desentendido porque es peligroso quedárseles viendo.

Viajar en buses es un tormento, pero uno de pobre no puede hacer nada, más que aguantar lo que toque. Nos exponemos a los asaltos, a los accidentes y a llegar tarde a nuestros trabajos porque a cada rato se arruinan.

Así es la vida de uno como pasajero. Sufrimos sin alternativa y esperando que no le suban al pasaje. .. siempre vivimos con al filo de la navaja, porque es en riesgo viajar en buses y porque los buseros hacen lo que quieren. Dejan de trabajar cuando se les antoja y le aumentan al pasaje a su gusto".

Diario digital de noticias de El Salvador

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios que incluyan ofensas o amenazas no se publicaran.