Escrito por Ricardo Chacón.02 de Mayo. Tomado de El Diario de Hoy.
La definición formal de complejo es muy amplia y variada: va desde lo más simple, entendido como compuesto de distintos elementos o partes, hasta un compuesto químico formado al unirse iones o moléculas a metales de transición mediante enlaces covalentes muy específicos o el sentimiento inconsciente y desfavorable que una persona tiene con relación a sí misma y que afecta negativamente a su personalidad y conducta.
Sea cual sea el significado que se le quiera dar a complejo, lo cierto es que este concepto relacionado con toda la realidad que nos rodea y que no obstante parezca o sea sencilla, su explicación tiene un alto grado de dificultad.
Incluso, cuestiones tan simples como un "tubo" (si un tubo, de esos que se utilizan en las cañerías) pareciera que no tienen ninguna complejidad, sin embargo su elaboración y utilización, sobre todo cuando éstos forman parte de una estructura de construcción, implican un alto grado de dificultad.
¿A qué viene esta reflexión?, se preguntarán algunos, simplemente a que en los últimos días, y luego de once meses de gobierno, varios de los funcionarios de primera línea han comenzado a decir en sus comparecencias en los medios de comunicación que los problemas, como lo es focalizar el subsidio del gas propano o el precio en el mercado de los combustibles, "son complejos y requieren de acciones de diverso tipo que conllevan tiempo y trabajo". ¡Vaya descubrimiento!.
Sin duda alguna, y por eso he querido tratar este tema, todo problema es de una complejidad que requiere de una mente amplia no sólo para estudiarlo y entenderlo, sino para buscarle las salidas.
Los problemas, sobre todo los sociales, revisten un alto grado de esa complejidad: resulta en extremo difícil resolverlos y darles respuesta en función de las necesidades y carencias de la población, lo cual supone conocimiento, además de voluntad para tomar decisiones acertadas.
Cuando no se tienen responsabilidades, cuando se es simple observador o llanamente se vive en la inconsciencia social de una oposición irresponsable, los problemas sociales se banalizan; las cosas cambian, cuando están en las "manos de uno", o por lo menos es nuestra responsabilidad, resolver dichos problemas.
Y no me refiero sólo al tema económico, sobre todo ahora que el mundo entero padece una profunda crisis que requiere no sólo mucho estudio para determinar las causas, sino mucha creatividad para enfrentar los desafíos del mundo actual y generar más empleo, más riqueza que permita volver a la estabilidad de hace algunos años.
La cuestión de la seguridad también se ha manoseado y ahora, cuando recrudece la crisis carcelaria, aumentan de manera escandalosa los índices de delincuencia. Todos piden soluciones mágicas. Por otra parte el tema de la educación, como bien sabemos, va más allá de la vacilante entrega de los uniformes y zapatos, e incluso de los programas de alfabetización que se quieren poner en marcha.
¿Cuáles son las apuestas a mediano y largo plazo en el tema educativo?, nadie parece saberlo, y por las señales que se perciben, imagino que tampoco lo saben las autoridades del ramo. Y no creo que se trata de mala voluntad o de simple incompetencia, es que como sociedad organizada en instituciones fuertes y sólidas, no hemos sido capaces de generar el debate a fondo que permita jerarquizar los problemas y ponernos a trabajar a mediano y largo plazo para hacer de nuestro El Salvador un país más educado, con una economía pujante caminando hacia el desarrollo, en una sociedad más segura.
La tarea es grande y compleja, ¡por supuesto que así lo es!.
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