SUMMUM IUS, SUMMA INIURIA: Un derecho innegable se transforma en irritante injusticia cuando, llevado a sus últimos límites, invade la esfera de otros derechos
Editorial.25 de Mayo. Tomado de El Diario de Hoy.
En El Mercader de Venecia, de Shakespeare, un usurero, Shylock, pacta un préstamo que de no pagarse, le da derecho de sacar una libra de carne a su deudor. Más tarde el juez emite su fallo y reconoce el derecho de Shylock de cobrar la libra de carne, pero le advierte que si derrama una sola gota de sangre lo condena a muerte. Por connivencia, complicidad, ignorancia o estupidez, varios jueces han dado curso o tramitan demandas de cinco, veinte, cincuenta o cien millones de dólares que de ganarse, causarían una injusticia desmesuradamente mayor que el supuesto agravio, incluyendo la ruina de empresas y familias.
Alguien puede demandar porque "al no suministrarme los materiales no pude hacer la obra y mi compañía quebró" (cuando la causa de la negativa fue el mal historial de crédito); o "en esa casa tenía un salón tapizado en seda que heredé de mis abuelos que en el curso del embargo destruyeron, por lo que pido treinta millones para resarcirme del dolor"; o, "si bien el vehículo estaba asegurado en veinte mil dólares, quiero del seguro cincuenta mil por los daños morales…"
La administración de justicia debe investigar a los jueces que se prestan a extorsionar a personas, empresas y financieras, empujando a "arreglos extrajudiciales" que luego se reparten entre demandantes y corruptos del tribunal. En otros casos la alternativa que plantean al demandado es "o pagas lo que te piden para conciliar, o vas a la cárcel". Las conciliaciones equivalen a secuestros legales, en los que la víctima o paga el rescate o queda confinada en un penal.
Se relamen pensando en la tajada que les toca
La norma en los países civilizados es que los jueces examinan la validez de una demanda y, al final del proceso, de ser condenado el demandado, fijan la pena. Acá el juez admite la demanda y además mantiene la pena que a su capricho exige el demandante: quiere que la compañía de seguros le pague el doble de lo pactado, o que por los perros que murieron le compensen con cuarenta y tres millones de dólares.
La repugnante práctica equivale a que un hombre le propine una modesta paliza a una persona, que esta sea tratada por golpes menores pero que el juez, a petición de ella, condene al agresor a treinta años de cárcel. O igualmente, que obligue al hombre o a pagar cien mil dólares a la parte acusadora, o a terminar en una de nuestras modernas y espaciosas cárceles, ahora bajo nueva e ilustrada dirección.
La plaga se caracteriza por el hecho de que hay abogados especializados en extorsiones legales, conocedores de las flaquezas de muchos funcionarios del sistema de justicia en el país. El asunto se ha desbordado y no pasan muchas semanas sin que se conozca una nueva barbaridad: este quiere cinco millones, aquel veinte, el otro cincuenta, el mala paga doscientos… y en cada caso un juez pícaro que se relame de felicidad pensando en la tajada que va a recibir. Todo es "conciliar", llegar a arreglos amistosos.
Esta situación ha llevado a que los inversionistas extranjeros estipulen que de darse conflictos, estos serán dirimidos en tribunales estadounidenses o europeos. Por lo de la libra de carne...
elsalvador.com :.: Usan los tribunales para efectuar extorsiones
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