Escrito por Héctor Antonio Hernández Turcios. Jueves 19 de Noviembre. Tomado de Diario Co Latino.
Se acordarán de esta Historia?
¿Se parece al presente histórico?
¿Se sabrá ya, o hasta que suceda?
¿Se ven las mismas condiciones y requisitos?
¿Se ven todos los sujetos a intervenir?
Historia suma de historias.
“La pertinaz crisis industrial y agraria, el enorme paro forzoso y la situación cada vez más precaria de las clases desposeídas, contribuían a agudizar el descontento de los obreros y campesinos. El descontento fue creciendo hasta convertirse en un estado de indignación revolucionaria de la clase obrera en Europa.
Este descontento se agudizó especialmente en Alemania, país económicamente agotado por la guerra, por las contribuciones que se le habían impuesto en provecho de los vencedores de la Primera Guerra Mundial, o sea, los anglofranceses y por la crisis económica, y donde la clase obrera vivía agobiada bajo el yugo de su burguesía propia y la de burguesía extranjera, anglofrancesa.
Testimonio elocuente de esto fueron los seis millones de votos obtenidos por el Partido Comunista de Alemania en las últimas elecciones al Reichstag (Asamblea o Parlamento) celebradas antes de la subida de los fascistas al Poder (o sea Hitler y los nazis).
La burguesía alemana vio que las libertades democrático-burguesas que aún se conservaban en Alemania podían jugarle una mala pasada, que la clase obrera podía aprovecharse de esas libertades para desarrollar el movimiento revolucionaria. En vista de esto, decidió que, para mantener en Alemania el Poder de la burguesía (nacional y extranjera), no había más que un camino: acabar con las libertades burguesas, reducir a la nada el Parlamento (el Reichstag) e instaurar una dictadura terrorista de tipo nacionalista burgués, capaz de aplastar a la clase obrera y que encontrase su base de sustentación entre las masas pequeñoburguesas, influidas por la idea del desquite.
Y para esto, llamó al Poder al partido fascista (los nazis), que, para engañar al pueblo, se habían puesto la etiqueta de Partido Nacional-Socialista, pues sabían perfectamente que el Partido Fascista es, en primer lugar, el sector de la burguesía imperialista más reaccionario y más enemigo de la clase obrera y, en segundo lugar, el partido más rabiosamente defensor de la idea del desquite (hacer la guerra), capaz de arrastrar consigo a las masas de millones de hombres de la pequeña burguesía de sentimientos nacionalistas. Ayudaron a la burguesía en esta empresa los traidores a la clase obrera, los dirigentes de la socialdemocracia alemana, que con su política oportunista allanaron el camino al fascismo de Hitler y de sus hombres”.
He concluido un plagio necesario, ya que en vez de Alemania puede leerse cualquier país, porque cualquier burguesía se anuncia y actúa; y porque cualquiera de las clases desposeídas creen y aún sueñan creyendo. Sin ambages, la burguesía se ha arrepentido de sus propias leyes puestas en servicio del juego democrático, porque saben que están perdidos, y perdiendo la propiedad del mundo: El proletariado sin armas les viene desplazando del poder político, luego tomarán el poder económico, y establecerán el poder social a su antojo y capricho, se formaría así un cielo nuevo y una tierra nueva que no les place a los burgueses como clase dominante mantenida y sostenida en los últimos quinientos años.
Y aún, sin una lectura correcta del mundo, es de esperar intranquilamente un nuevo líder guerrero al estilo de Hitler, a millones de sus seguidores fanatizados, a socialistas organi-zados; unos libres y otros engañados, a un proletariado con su mismo y claro destino manifestado ingratamente por los siglos; y sobre todo, a una de las guerras de casi aniquilación total.
Así, es imposible e imprescindible desconocer los signos de los tiempos que están manifestativamente tanto en la tierra como en el mar que empiezan a cobrarse el daño que les hemos hecho; y es igualmente imposible desconocer que el planeta está habitado por hombres débiles, y que los débiles no pueden conocer: La mentira es la condición de conservación de todos los débiles. Y que nunca se han enterado que solo la verdad es revolucionaria.
Recordemos del trágico “PROMETEO, ¿Cómo convenciste a los hombres? Metiéndoles en sus cabezas la Ciega Esperanza”. Con eso, bastó por tres mil años. Ya no debería bastar.
El tiempo, este tiempo último ya no está ni del lado de la tierra, ni del mar, ni del hombre, en breve, pienso que nos hallamos ante el mismo dilema que el planeta enfrentó entre las dos guerras mundiales; pero diferenciados en la actualidad de que estamos en una era de hombres y Estados malvados; y también de temibles terroristas transnacionales; y de Empresas globalizadas que no ven grave su atropellante ignominia; todo esto, es intuitivo y es popular.
Solo hay un problema con el razonamiento: Podría ser erróneo, aunque no me lo creo. Se me viene a la mente el apotegma: “Todo lo que es posible creer, es una imagen de la verdad”. Sin duda que variados y extraños demonios caminan a sus anchas por el mundo.
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