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2009/11/03

Más impuestos… ¿Estamos dispuestos?

Escrito por Ricardo Esmahan. Martes 3 de Noviembre. Tomado de El Diario de Hoy.

Si los ciudadanos estuviesen siempre anuentes a financiar el programa político, económico y social de cada gobierno de turno, los impuestos no se denominarían impuestos, sino dispuestos.
Los sectores productivos, están reaccionando ante la propuesta de reforma fiscal que puso en la mesa el Ministerio de Hacienda. Las explicaciones nos dan cuenta de dos propósitos fundamentales: a) cerrar portillos a la elusión y fortalecer controles de evasión y contrabando, y b) un paquete de incrementos de tasas fiscales, nuevos impuestos y la eliminación de tratamientos preferenciales.

Recordemos la experiencia del 2004/2005, una reforma con pasos importantes en el primer propósito; pero algunas medidas, en su ejecución, se acompañaron de un acoso fiscal, del cual fui testigo cuando fungía como líder gremial. Aprendimos que no basta mejorar la ley, sino que es menester profesionalizar y modernizar la organización hacendaria que ejecuta la recaudación y fiscalización para evitar la corrupción, persecución y el acoso fiscal, sin olvidarse de mejorar los tiempos de las devoluciones a favor de los contribuyentes.

Sobre este propósito todos serán propositivos para lograr una excelente reforma fiscal, mejorando la efectividad e incrementando la recaudación. Pero la experiencia dice no descuidar el fortalecimiento institucional ante un eventual acoso abusivo, un factor que incidió en dejar corta la anterior reforma y un mal sabor, no sólo al Ministro que valientemente la impulsó, sino que también para las víctimas de una persecución fiscal innecesaria.

Hoy, que ensayamos un gobierno de izquierda, hay que ser cautos al aplicar estas nuevas medidas. Aplicar leyes tributarias más estrictas de manera politizada o ideologizada, sería infortunado.

Por otra parte, el sector productivo y los expertos deben evaluar con suma prudencia el segundo propósito, incrementar tasas tributarias o crear nuevos impuestos. Ya caminamos mucho en la simplificación tributaria, el fisco descansa en el IVA y el Impuesto sobre la Renta, eliminándose impuestos de recaudación ineficientes. La política fiscal debe ser balanceada, entre su objetivo de incentivar la actividad productiva y el valor agregado, sobre todo en una franca recesión, y el objetivo de equidad tributaria progresiva. Para el logro de este sabio balance, aplaudo las amplias y pacientes consultas gubernamentales del Proyecto de Reformas Fiscales.

Pero también hay que evaluar el impacto de la apertura comercial de 1995 a 2004, que inició con la eliminación unilateral de aranceles y culminó con TLC con los principales socios comerciales. Esta política quitó del escenario fiscal otra fuente sobre la cual descansaba la recaudación: Los aranceles a la importación.

Con los TLC se va a cero por ciento en un plazo perentorio, incluso productos sensibles como los agrícolas. Y cambiar a mediano plazo la exoneración del universo de productos importados, no se puede, ni con votación legislativa de 84.

Según cifras del BCR, para 1994 los impuestos de importación constituían el 20.3% de los ingresos corrientes tributarios; diez años después, su participación fue de 9.7%. En 2008, ya fueron muy modestos, 6.2%.

Esta simplificación de la base tributaria, acompañada de apertura comercial, requería también simplificación administrativa del gobierno, apretar presupuesto de gasto y estricta disciplina fiscal. Los funcionarios prácticamente terminaron trabajando con las manos; algo dramático, sin dotación adecuada para impulsar los proyectos políticos, económicos y sociales. Y esta realidad la tienen enfrente los actuales funcionarios. Una experiencia dura cuando un Ministro quiere hacer bien las cosas, sin derroches, gastos superfluos, ni proyectos onerosos. Esto sin incluir los riesgos de la pérfida corrupción que acompaña toda cosa pública. Todos daremos cuentas de esto ante la historia.

No es expropiando más el patrimonio de los ciudadanos la salida a la encrucijada de financiar los objetivos políticos, económicos y sociales del gobierno. Amén que el ciudadano esté dispuesto. O que el gobierno se vuelva impopular.

1 comentario:

  1. Las presumidas deficiencias en la administracion fiscal no son suficiente justificacion para no implementar las reformas. Lo que hay que hacer es exigir que se tomen medidas inmediatas para sobrepasar las deficiencias y debilidades del sistema. La dercha salvadoreña junto con todo el espectro politico actual de oposicion es lo suficientemente fuerte como para exigir y catalizar esas mejoras de administracion. La solucion no es negarse a las reformas como niño , la vision debe ser que la medida es buena para la nacion y que entonces hay que tomarla. Lo demas se arregla en el camino con la ayuda de todos. ninguno de uds quedara pobre por la reforma esta.

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