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2011/01/03

Simpatizantes FMLN-Reflexión en torno al nuevo año: Qué nos deparará a los salvadoreños el 2011

03 de Enero. Tomado de Simpatizantes del FMLN.

Reflexión en torno al nuevo año: Qué nos deparará a los salvadoreños el 2011

Semanas antes del arribo del 2011, todo el ambiente salvadoreño cambia radicalmente (más influenciado por la cultura gringa y con un gran empuje de los medios de comunicación al consumo capitalista).
Y quiéranlo o no, los otrora enemigos políticos se dan de besos de cachetitos, se vuelven amigables unos con otros, hasta pareciera que se humanizan… Abrazos, buenas intenciones de todas para todos, deseos de prosperidad, felicitaciones, esperanza de cambios, regalos, la cena, la fiesta… Y de pronto… el 1º de enero todo termina. Los salvadoreños regresan del sueño decembrino a la realidad económica que les martiriza y que les vuelve a separar. Entonces, los sueños se esfuman y quedan olvidados junto con los besos de cachetitos, las buenas intenciones, los buenos deseos de cambio…Y como dice la canción de Serrat: “Vuelve el pobre a su pobreza y el rico a su riqueza…”. Todo fue un show teatral, una falacia comercial, sumamente efímera que se tradujo en el simple consumo y peor aún, en antifaces navideños que se guardarán para el año entrante…

Para entender del porqué estamos como estamos y para donde vamos, repasemos la lección de la crisis económica mundial

La economía está herida, muy enferma, quizás agonizante… Son diagnósticos médicos que aparecen en infinidad de libros que tratan de explicar -a medio camino entre el realismo visceral y la literatura fantástica- el último achaque de la variedad del capitalismo que nos llevan del purgatorio al infierno. Un virus financiero, de país rico, anglosajón para más señas, se ha extendido a toda velocidad ayudado por esa apuesta inmoderada por la globalización. No hay nada anormal en eso: los Estadios por los que ha pasado la humanidad nacen, crecen y se derrumban una vez enferman; como ciencia social, la economía capitalista está en un punto crítico de ese ciclo vital. La Gran Depresión de los años treinta fue algo así como “una crisis de juventud, de ímpetu, de entusiasmo”, aseguraba en un acto reciente el escritor José Luis Sampedro, testigo en su adolescencia de aquellas uvas de la ira. “Ésta, en cambio, es una crisis de vejez, de la decrepitud, del individualismo enfermizo, del miedo”, “vivimos la decadencia del sistema, pero la historia no se acaba”- que entronca con la situación actual.

La apabullante irrupción de malas noticias multiplica el ansia de información y da cobertura a todo tipo de títulos

En una secuencia vertiginosa, la crisis que estalló en agosto de 2007 con la basura hipotecaria en Estados Unidos, se ha convertido en una pandemia devastadora. En ella caben el rostro desafiante del malvado Bernard Madoff, la cara angelical de Barack Obama y, sobre todo, el decorado de tierra quemada que han dejado a su paso los bankgsters (banqueros y gánsteres) en Wall Street, apunta Ignacio Ramonet en La crisis del siglo. Pero más allá de los hechos -quiebras de bancos, intervenciones públicas a la desesperada, un sonoro reventón de la burbuja inmobiliaria y demás-, lo más interesante es quizás el relato de la crisis. Los economistas rara vez han conseguido destacar en el arte de contar los grandes batacazos del último siglo. Nadie explicó mejor que un humorista -Groucho Marx- el crash de 1929; ningún economista contó como John Steinbeck la extrema dureza de la década siguiente, y fue un periodista extravagante, Tom Wolfe, quien desnudó las vanidades que después ardieron el lunes negro de 1987. La historia económica y financiera ha quedado partida en dos: hay una era precrisis y otra posdesastre. Porque la debacle económica de los últimos años es comparable a lo que para la geopolítica fue un antes y un después de la caída del muro de Berlín. “Sin un discurso alternativo, por primera vez el capitalismo debe justificar el fracaso de su inmenso éxito”, cuenta Antonio Baños en el divertidísimo La economía no existe, que él mismo define como “un libelo contra la economía”. La crisis pone al descubierto la inanidad de la Escuela de Chicago, esa fe dogmática en los mercados autorregulados y sin restricciones. Se cierra la etapa más salvaje e irracional de la globalización neoliberal, que iniciaron Reagan y Thatcher con aquel lema rompedor: “El Estado no es la solución: es el problema”. Ése es el muro que cae esta vez. El péndulo gira ahora al Estado como solución. Para eso han tenido que caer grandes bancos y algunos dioses -empezando por el ex presidente del banco central estadounidense, Alan Greenspan-, (han quebrado varios países y faltan por quebrar más), han dimitido gobiernos, han engordado las amargas listas de desempleados. Y esa lista negra no deja de agrandarse, hasta el punto de que el colapso financiero que derivó en crisis económica amenaza con una última mutación para convertirse en tormenta social. El terremoto es de tal calibre que incluso hay indicios de un cambio de guardia entre los economistas. Los neokeynesianos salen como setas para enterrar a Milton Friedman -y en el fondo, también a John M. Keynes- con una tercera vía que aúna mercado y sector público y que propone a los economistas algo más que números. “La economía, la ciencia social matemáticamente más avanzada, es la ciencia humana más atrasada”, critica Vicente Verdú en El capitalismo funeral. “Para esta crisis no hay libro de instrucciones para su solución”, repetía a todo el que quisiera oírle el secretario del Tesoro de la Administración de Bush, Henry Paulson, cuando más se acercó la crisis al abismo, tras la quiebra de Lehman Brothers. Tal vez no lo haya, pero en media Europa ha destacado un libro entre todas esas reediciones que ha llegado a convertirse en superventas. Su título: El Capital. De un tal Marx. Invitamos a todo aquel que ya lo leyó que lo vuelva a leer, así como al que nunca lo ha leído a que lo lea

De todo lo anterior, qué nos deparará en el 2011 a los salvadoreños

La luz del horizonte se ve distante y según se percibe la economía nacional es igual o peor que las crisis de los países desarrollados, ya que dependemos de ellos está muy lejana de solucionar, pues se aplican las mismas recetas de esos países, por cierto recetas ya fracasadas. Para hablar de la crisis económica nacional, es indispensable saber antes qué implica su desarrollo social, lo que conlleva a referirse a conceptos tales como equidad social, creación de oportunidades educativas, laborales y de esparcimiento, sostenibilidad social de los grupos más deprimidos de la sociedad, generación y acumulación de valores individuales y sociales, fomento de capacidades académicas y laborales, consolidación de redes institucionales, en fin, mejoramiento de las condiciones y opciones de vida de los jóvenes sin distingo ni discriminación social, lo cual se perfila como una utopía si se considera que El Salvador es uno de los países latinoamericano con menos índice de desarrollo humano. Por otra parte, no se puede enfocar la problemática nacional sino inmersa en los procesos de globalización y de economía de mercado, como se ha explicado anteriormente, ya que estos procesos derivan que la pobreza no sólo persista sino también aumente, lo que inevitablemente trae emparejada una marginación de las grandes mayorías, principalmente en los países del Tercer Mundo y los que se consideran en vías de desarrollo. Referirse al desarrollo social implica, resolver los problemas inherentes a la condición de pobreza que sufre la mayoría de la población: educación, salud, marginación social y política, precariedad económica y social, pérdida de valores y autoestima. Por lo anterior es necesario que los entes sociales, económicos y gubernamentales dejen de encontrar cómodamente razones externas que justifiquen los fracasos sociales de sus estrategias de desarrollo, y reflexionen hasta qué punto están induciendo a las grandes mayorías de la población a mayor pobreza y sin mayores perspectivas. Tienen que encarar seriamente que sus políticas en la sociedad deben tener un efecto directo para resolver el problema de la pobreza y no verlo como un producto derivado de razones humanitarias. Por otro lado, vicios sociales como oportunismo, nepotismo, falta de escrúpulos, hipocresía, servilismo, lacayismo, individualismo, devienen, hoy por hoy, en atributos y cualidades personales garantes de desarrollo y bienestar social y económico. A ello habría que agregar premisas sociales que, en nombre de la modernidad, se soslayan paradigmas funcionales de la sociedad. La solución, por tanto, requiere de una plataforma política, social y económica que se fundamente y proyecte bajo dos ejes de acción determinantes: reducción de la pobreza y creación de oportunidades, lo cual requiere fortalecer y mejorar los procesos de integración laboral y tecnológica para las grandes mayorías y, sobre todo, para los jóvenes. Pero es imprescindible impactar no sólo en el espacio económico de la población de menores recursos, sino también en las dimensiones sociales y políticas de la pobreza, requiriendo de una renovación, reestructuración y cambio de mentalidad política y social del gobierno hacia sus principales gobernados: las grandes mayorías (los pobres), que son, fundamentalmente, quienes garantizarán su estadía en el poder tras haberles otorgado el voto en el 2009 de confianza y esperanza en sus promesas de cambiar y mejorar las condiciones de vida y bienestar social de la sociedad en general y no sólo para una élite en particular, como hasta la fecha se está haciendo, pues los ricos salvadoreños, la clase burguesa criolla sigue acumulando más riqueza y los pobres siguen cargando con las deudas y miseria.

Y como dijo Eduardo Galeano: “ojalá podamos ser capaces de seguir caminando los caminos del viento, a pesar de las caídas y las traiciones y las derrotas, porque la historia continúa, más allá de nosotros, y cuando ella dice adiós, está diciendo: hasta luego”.

Como MPTIES, van nuestros mejores deseos para el 2011, para el país y para todas y todos aquellos comprometidos y empeñados en la igualdad, la justicia y el socialismo hacia donde queremos llegar junto al pueblo salvadoreño.

AVANZANDO HACIA EL SOCIALISMO”

MOVIMIENTO DE PROFESIONALES, TÉCNICOS E INTELECTUALES DE EL SALVADOR, MPTIES

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