Comentarios mas recientes

2011/01/03

LPG-Vestigios de una década

 Escrito por Juan Héctor Vidal.03 de Enero. Tomado de La Prensa Gráfica.
opinion@laprensa.com.sv

Sería una herejía intelectual aseverar que la pasada fue una “década perdida”, como se dio en llamar la de las ochenta, por el desastre económico y social que experimentó toda América Latina. Pero sí se me antoja pensar que para el salvadoreño promedio, los últimos diez años tuvieron un sabor agridulce. Diferentes ingredientes se mezclaron para que al final dejaran la sensación de que el país no avanzó como era deseable.

En efecto, el decenio comenzó con el abandono de nuestra soberanía monetaria, que el paso del tiempo ha demostrado haber sido uno de los peores errores cometidos por gobierno alguno, aunque sus propulsores continúen de manera festinada reivindicando beneficios que nunca llegaron, ignorando los elevados costos en que ha incurrido el país en términos de empleo, producción, inserción internacional y equidad social. Desde hace años, estamos en los últimos lugares en materia de crecimiento en América Latina a causa, en gran medida, de la dolarización. Incluso me atrevo a señalar que la derecha perdió el poder, en buena parte, por el mismo desatino.

Poco después vendrían los devastadores seísmos de enero y febrero, cuya secuela no terminamos de superar. Los desastres más recientes (Ida y Agatha, entre otros) se sumaron a los efectos de la crisis internacional, la cuestionable gestión económica, los malos manejos de los recursos públicos, el aumento indetenible de la delincuencia y el deterioro de la institucionalidad. Así, El Salvador se ubicó, al concluir la década, en lugares de dudoso privilegio a escala internacional en materia de seguridad, competitividad, transparencia y crecimiento económico.

Teniendo como trasfondo estos eventos, el país se fue progresivamente alejando, por no decir olvidando, de aquel ideal de sociedad que se dibujó en la mente de la mayoría de los salvadoreños con los Acuerdos de Paz. Sin duda las armas callaron y el escenario político cambió radicalmente, pero ello no fue suficiente para potenciar el progreso material, la convivencia armoniosa y la equidad social.

En este escenario, el proceso político continuó su curso en medio de dudas bien fundamentadas sobre su calidad, su solidez y sobre todo su futuro. Un futuro amenazado por la falta de ética política, insensibilidad social y un caudillismo trasnochado de quienes gobernaron el país por veinte años; pero también, por el no disimulado objetivo de la actual primera fuerza política, de hacernos partícipes de un experimento raro que nadie termina de entender, bajo la influencia perversa del dictador venezolano.

Sin duda, la incertidumbre que se plantea tiene mucho que ver con nuestra corta vivencia democrática, donde los temores se encuentran arraigados en aquel decir muy nuestro de que “todo lo pasado fue mejor”, que no es sino una forma de reconocer un temor ante los desafíos. Pero también esto tiene mucho que ver con el atrincheramiento ideológico de unos y otros.

Es en este peregrinaje en el tiempo –signado por la cultura del miedo, la ausencia de verdaderos liderazgos, la presencia del crimen organizado y en medio de una marcada turbulencia gestada en los sistemas globales– que casi en las postrimerías de la primera década del siglo veintiuno, la mayoría le apostó a una nueva oportunidad, acaso no tanto por la idealización de un futuro más promisorio, sino por la constatación de las esperanzas por tantos años truncadas. Para algunos, estos términos podrán ser equivalentes, aunque el desfase generacional hace la diferencia.

Hemos iniciado una nueva década y de esta generación dependerá convertirla en oportunidades, dentro de las limitaciones y oportunidades que ofrece un mundo excepcionalmente cambiante. Estoy seguro que la mayoría de salvadoreños tiene centrada su atención en la vivencia democrática, la igualdad de oportunidades y la convivencia armoniosa. No podría ser de otra manera, porque en el pasado no fuimos del todo generosos con nosotros mismos.

********

P. D. Hasta siempre, Óscar, querido amigo.

Vestigios de una década

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios que incluyan ofensas o amenazas no se publicaran.