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2011/01/19

LPG-Poca o nula capacidad de respuesta

No es política y tampoco es broma. En buen salvadoreño, la cosa se está poniendo bastante perra. Le vienen días muy difíciles al gobierno.

Escrito por Joaquín Samayoa.19 de Enero. Tomado de La Prensa Gráfica. 

jsamayoa@fepade.org.sv

Los empleados del Órgano Judicial han ido a huelga en demanda de aumentos salariales. En unos pocos días se verá si la organización Bases Magisteriales tiene suficiente liderazgo y capacidad de convocatoria para hacer efectiva una medida similar de presión. En ambos casos los sindicalistas han intentado infructuosamente el recurso del diálogo con las respectivas autoridades. En ambos casos la respuesta ha sido la misma. El Estado no tiene recursos para satisfacer sus expectativas.

Estos movimientos y otros que probablemente se irán sumando no tienen tinte o propósito político. No estamos todavía cerca del próximo evento electoral y el FMLN no está en la lógica de confrontar desde la calle al gobierno del presidente Funes. En esta ocasión, los intereses de los sindicalistas parecen ser genuinamente gremiales.

El costo de la vida va en escalada y el cinturón ya no tiene más agujeros. El galón de gasolina alcanzó ya los $4 en algunos puntos de venta y sigue subiendo. El tambo de gas pronto triplicará su costo al consumidor que no califique para el subsidio. La energía sube 8% en estos días. El frijol está caro y escaso. En unas pocas semanas los empresarios de buses presionarán nuevamente por un aumento del subsidio o del pasaje. La cuenta del supermercado subió ya más de 10% para los consumidores de clase media. La gente más pobre y los que han perdido su empleo sienten la desesperación del agua llegándoles al cuello, si es que no están, desde hace ratos, asfixiados.

No es política y tampoco es broma. En buen salvadoreño, la cosa se está poniendo bastante perra. Le vienen días muy difíciles al gobierno. Los que se sienten agobiados tienen cada vez menos paciencia con las respuestas evasivas. Ya no vale eso de que no hay dinero, porque se dan cuenta de que sí lo hay para otras cosas. Ese es uno de los problemas de apostarle tanto a las políticas asistencialistas, a los subsidios, a las transferencias monetarias. Es comprensible que los excluidos de estas políticas reclamen igualdad de derechos. Y es comprensible además que rechacen con mayor indignación los gastos innecesarios del gobierno.

El problema es grave y no admite justificaciones o respuestas cajoneras. Entienda de una vez por todas la izquierda radical que la desdolarización no es la solución; solo nos pondría en una incontenible espiral inflacionaria que vendría a empeorar las cosas. Entiendan los empresarios más acomodados que deben ser mucho más solidarios. Entienda el gobierno que esos empresarios acomodados son una pequeña minoría; todos los demás están teniendo grandes dificultades para subsistir. El imaginario prejuicioso de una clase empresarial inmoral y voraz debe dar paso a una comprensión más objetiva de la realidad empresarial en nuestro país.

Entienda también el gobierno que el incremento de impuestos es un arma de dos filos y tiene efectos indeseables cuando se impone en ausencia de una estrategia integral de recuperación económica. Para llevar el argumento a extremos con fines ilustrativos, en lo que concierne a la carga tributaria hay que comprender que el 15% de algo es mucho mejor que el 20% de nada. Un incremento significativo de la recaudación fiscal no puede ocurrir en ausencia o disminución de crecimiento económico. Así de simple.

Las visiones conspirativas aprisionan la mente y enferman el corazón. No es buen gobierno estar siempre curándose en salud y buscando a quién cargarle las culpas. No es buen liderazgo privarse del beneficio de la sana crítica e ignorar propuestas razonables, desacreditando moral o políticamente a quien las hace. El abanico de opciones de política pública se abriría de manera sorprendente si, en vez de agarrar llave con la idea de que algunos sectores están buscando desestabilizar al gobierno, los gobernantes tuvieran humildad para reflexionar sobre lo que pueden estar haciendo mal, lo que están dejando de hacer y las consecuencias indeseables que pueden acarrear ciertas acciones que, por lo demás, parecen correctas.

En esa misma perspectiva, es también oportuno un llamado a la conciencia de los liderazgos de aquellas fuerzas políticas que creen estar contribuyendo a la gobernabilidad por el solo hecho de dispensarle al gobierno la crítica inteligente que le ayudaría a ser mejor.

Poca o nula capacidad de respuesta

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