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2011/01/19

LPG-Editorial-Hacia un enfoque verdaderamente humano del desarrollo

 Hay que salir, de una vez por todas, del criterio predominantemente asistencialista, que produce algunos réditos políticos inmediatos, pero va debilitando más los dinamismos del auténtico crecimiento.

Escrito por Editorial.19 de Enero. Tomado de La Prensa Gráfica. 

 

En el Informe sobre Desarrollo Humano El Salvador 2010, que ha elaborado el PNUD en un ejercicio de investigación y análisis interactivos, se presentan recomendaciones que apuntan hacia una proyección del desarrollo que nos ponga en la línea real del progreso, a partir de lo que debe ser el punto básico: el ser humano como centro, arranque y meta de todos los esfuerzos de acción evolutiva nacional. El mismo título de dicho Informe da la pista de lo que se busca: “De la pobreza y el consumismo al bienestar de la gente, propuestas para un nuevo modelo de desarrollo”.

Hasta la fecha, todas las estrategias sucesivas en este campo han sido eminentemente economicistas, y por ende insuficientes. Y, como se demuestra cada vez con más evidencia dramática, aquí y en todas partes, esas formas de concebir y mover los fenómenos nacionales reinciden en una misma dinámica: volver al punto de partida, sin resolver problemas de fondo, y más bien profundizándolos. Desde el antiguo modelo agroexportador hasta nuestros días, las estrategias se suceden cada cierto tiempo, con más distorsiones que avances. Actualmente, ni siquiera se perfila una visión de lo que debe ser nuestro desarrollo, en concordancia con las líneas actuales del desenvolvimiento global y con las necesidades de nuestra propia realidad. Estructurar ese proyecto nacional, que no sea del Gobierno sino de todos los sectores, es un imperativo que, de seguir descuidado, nos mantendrá siempre al filo de la crisis.

El bienestar de la gente, que se subraya prioritariamente en el Informe aludido, no puede surgir de medidas esporádicas e inconexas, ni de planteamientos coyunturales de raíz política. Se requiere toda una política nacional, que derive de concepciones también nacionales y se dirija a resultados de carácter permanente. Como señala el Informe, para ello hay que tomar decisiones con vocación estructural, como la definición de apuestas estratégicas de fondo, la racionalización sostenible del gasto social, el estímulo organizado de la innovación creativa y el fortalecimiento institucional progresivo e irreversible.

Nuestros índices históricos de crecimiento son desalentadores, y eso debe movernos a replantear los esquemas de activación, tanto sociales como económicos. Ya no hablemos de reactivar, porque eso implica de alguna manera recaer en los defectos de visión y de proyección ya conocidos. Hablemos de activar en función de superar vicios arraigados, percepciones limitantes, enfoques puramente sectoriales y prácticas obsoletas. Hay que salir, de una vez por todas, del criterio predominantemente asistencialista, que produce algunos réditos políticos inmediatos, pero va debilitando más los dinamismos del auténtico crecimiento.

Uno de los errores más graves que vienen imperando en el ambiente es el de confundir bienestar con consumismo. Y esto se ha agudizado con el fenómeno de las “remesas familiares” provenientes del trabajo de nuestra gente en el exterior. Tenemos que enfocarnos en instaurar una economía realmente productiva, moderna y competitiva. Para ello es indispensable generar un sistema de oportunidades que implique formación humana integral e incentivos inteligentes para el desarrollo económico, así como dar el salto de calidad necesario en lo político, para que no sea la incertidumbre la que nos gobierne. Este extraordinario Informe debe inducir a más análisis y a más compromiso.

Hacia un enfoque verdaderamente humano del desarrollo

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