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2011/01/18

LPG-No es aceptable tanta indiferencia (I)

 Durante el año 2011 San Salvador es la capital iberoamericana de la cultura. Una ciudad cuyo rostro histórico está escondido detrás de un muro de ventas callejeras, para decir lo menos. Un bello rostro oculto que delinean elegantes edificios, monumentos, una gran catedral y otras iglesias, plazas, parques, calles pintorescas y cientos de casas que tienen el mérito de su vejez y que pueden ser remozadas y revalorizadas.

Escrito por Sigfrido Munés.18 de Enero. Tomado de La Prensa Gráfica. 

 

En ese hervidero en el que se mueven multitudes de gente buena y trabajadora, lo mismo que ladrones y narcotraficantes, dicen que los compradores consiguen mercaderías a muy buenos precios, pero desconocen su origen y nadie se las garantiza. El centro, lamentablemente, se ha devaluado de manera lenta pero inexorable, a falta de un plan de rescate integral. Su reconstrucción habría que verla como un negocio muy rentable y urgente. Negocio que producirá un mejoramiento en la calidad de vida de las gentes. Negocio para el Estado y para el municipio, sus vecinos y vecindades, incluyendo a los vendedores callejeros de la actualidad. Mal negocio, eso sí, para los ladrones y contrabandistas que perderán sus escondrijos y “zonas francas”, solo posibles dentro del desorden imperante. El plan actual de las autoridades responde a necesidades sentidas y es, por decirlo así, un mínimo exigido por la vergüenza; pero aparentemente sus alcances son limitados y en la medida en que lo son, el problema se agrava. Hay que pensar en el rescate integral del centro histórico como un plan de alcance nacional, cuya realización corresponde a todos y tiene que ver con el desarrollo del país entero, porque en San Salvador convergen todos sus caminos y es el principal gestor de su economía. Su mejor presencia ayudaría a elevar la autoestima de los salvadoreños, su ordenamiento les proveería de mayor seguridad y, consecuentemente, estimularía la actividad económica, incluyendo el turismo.

Para comenzar, el reordenamiento a fondo supone obras físicas de gran magnitud, que representarían miles de oportunidades de trabajo para los obreros desempleados, la reanimación de la aletargada industria de la construcción y una más rápida salida de la crisis. Un reto y una verdadera oportunidad para el país.

Cuando promovía su candidatura, el ex alcalde Rivas Zamora esbozó un proyecto parcial pero inteligente, que incluía la construcción de edificios para mercados y estacionamientos en el centro. Para seguir las tendencias que han resultado válidas en grandes ciudades con problemas como el nuestro, sería necesaria la ampliación de calles y avenidas con carriles y paradas especiales para los buses articulados, cada uno de los cuales puede transportar unos 160 pasajeros. Para despejar el núcleo central en otras ciudades han construido un cinturón interior, con terminales de buses locales y centros comerciales populares, con entradas y salidas cómodas para los peatones, que disponen de túneles para atravesar las calles en vez de las pasarelas que –además de ser generalmente feas e interferir el paisaje urbano– resultan inútiles porque a nuestra gente no le gusta usarlas.

Toda esta transformación genera una estimulante plusvalía en los bienes raíces de la zona, multiplica la actividad comercial y las fuentes de trabajo, y produce mayores ingresos a las familias, al fisco y al municipio. Para lograr que el país salga del túnel en que se encuentra aparentemente atorado, es necesario emprender grandes obras como esta, hacer funcionar plenamente el puerto de La Unión, generar energía eólica y de otras fuentes limpias y no conflictivas, invertir y... ser austeros.

El Salvador merece un destino mejor, posible si juntamos voluntades y esfuerzos. Hay que unir, crecer, incluir... no confrontar, pelear y excluir, sobre todo cuando el enfermo está grave.

No es aceptable tanta indiferencia (I)

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