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2011/01/20

LPG-Editorial-Hay en el ambiente un descontrol que puede llegar a ser caótico

 Hay que tener presente, en todo momento, que la responsabilidad, aunque es de todos, recae en especial en los liderazgos nacionales, que por hoy siguen dando al respecto un ejemplo lastimoso.

Escrito por Editorial.20 de Enero. Tomado de La Prensa Gráfica. 

 

La “huelga” de los trabajadores del sector judicial es sólo una muestra más de la situación convulsa que se vive en el país en distintos órdenes de la vida nacional. Los trabajadores organizados generan parálisis en una de las funciones vitales, como es la de la justicia, con ingredientes inconcebibles como es el cierre del Instituto de Medicina Legal. Se anuncia ya otra huelga de los maestros, al mismo tiempo que se inicia el año escolar. Y los transportistas urgen a que se les consideren sus demandas de subsidio o cambio de tarifa, bajo amenaza de tomar otras medidas. Todo está vinculado al tema económico. Se trata de aumentar, bien sea en salarios o en fuentes de ingreso. Y más allá de lo que pudieran ser reclamos justificados, los métodos que se emplean indican que no hay tratamientos adecuados de todas estas problemáticas previsibles. Entre las seudorrazones de que “no hay fondos disponibles” y de que “ya no se aguanta la situación”, el ambiente se convulsiona cada vez más, con las consecuencias altamente negativas que todo esto acarrea.

Pero no sólo en los ámbitos del quehacer social existen perturbaciones graves como las señaladas, que sólo son ejemplos de una complicación recurrente y enfermiza. También en las áreas gubernamentales impera el descontrol. Para muestra un par de botones. El tema de la “focalización” del subsidio al gas anda de la Ceca a la Meca, como si ni siquiera los que la idearon supieran de qué trata, y hoy está en mano presidencial, “para ver si...”. El punto de la firma del convenio con Estados Unidos para el famoso centro de escuchas está también sobre el tapete, ahora en manos del Fiscal General y bajo presión del Ejecutivo: se ve que no ha habido la debida comunicación institucional para no llegar a la disputa pública, que es lo que ahora se estila.

Lo que se siente y se percibe es que, en este momento de tránsito dentro de la dinámica democrática nacional, lejos de fortalecerse y desplegarse los mecanismos de comunicación y las condiciones para el entendimiento, se está viendo lo contrario: una tendencia a dejar que las cosas lleguen al borde de la crisis o a hacer crisis por no tomar las precauciones preventivas, que siempre están a disposición. Esto es incomprensible, sobre todo cuando hay tanto por hacer y tan poco para desperdiciar.

Al darse casos como el de la “huelga” en el sector judicial es evidente que los mecanismos democráticos son aún peligrosamente débiles entre nosotros. Se está castigando a la ciudadanía y se está atentando como un servicio básico, y la institucionalidad no halla cómo responder. ¿Dónde está la ley? Hay que evitar toda violencia, desde luego, pero también hay que resguardar el respeto a la ley y a los derechos de los ciudadanos. Que los cadáveres anden circulando y que los delincuentes sean liberados por efecto de que no hay servicio no son hechos admisibles o excusables en ningún sentido.

Es potencialmente muy desestabilizador no contar con una estrategia para el tratamiento de aspiraciones, de demandas y de reclamos, en lo institucional y en lo social. Dejar que las cosas detonen sin más es una práctica de altísimo riesgo, y más cuando eso se da en una sociedad como la nuestra, que anda en la ruta de encontrar salidas hacia la gobernabilidad y el desarrollo. Hay que tener presente, en todo momento, que la responsabilidad, aunque es de todos, recae en especial en los liderazgos nacionales, que por hoy siguen dando al respecto un ejemplo lastimoso.

Hay en el ambiente un descontrol que puede llegar a ser caótico

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