Un modelo es un ejemplar que uno se propone y se concreta con la ejecución de acciones para alcanzar un propósito u objetivo, que dada su perfección se debe seguir o imitar; pudiendo, siendo que es un ejemplo, adaptarlo de acuerdo con las circunstancias del entorno en el cual se aplicará.
Escrito por Rafael Rodríguez Loucel.13 de Enero. Tomado de La Prensa Gráfica.
Con frecuencia se asevera por parte de supuestos entendidos en asuntos económicos y atrevidos que se autodenominan entendidos, que el modelo socio, económico y político se agotó.
Un modelo económico, político y social se aplica para lograr un beneficio generalizado; por otra parte, los enunciados, medidas, metas y objetivos tienen un tiempo perentorio para que se traduzcan en resultados. La verdad es que lo que se agotó fue el tiempo y las estrategias o pretensiones de modelos que nunca se iniciaron y no pasaron de ser patrones que en ese momento se supuso podrían ser adaptados al entorno y circunstancias del país; partiendo del hecho que en los países donde se implementaron habían generado crecimiento, empleo y divisas. Con tales antecedentes se elaboraron “Planes de Desarrollo” en los setenta, se realizaron ejercicios académicos, iniciados por técnicos salvadoreños laborando en una fundación creada en los ochenta y validados por expertos extranjeros que demandaron altos honorarios por prestar su nombre y prestigio. También una gremial empresarial reconocida y una entidad gubernamental autónoma han presentado varias propuestas a manera de estrategias.
Pero un modelo socio económico ejemplar por su aplicación exitosa en un país, en el pasado subdesarrollado, y hoy en día con un crecimiento sostenible, producto de un esfuerzo ordenado, continuado y con la concreción de objetivos y beneficios generalizados, no se ha realizado en el caso particular de El Salvador. Por el contrario: lo que predomina es la teoría, el diagnóstico, el enunciado político y un país tradicionalmente agrícola se convirtió en un intermediario de bienes y servicios, pasando por una etapa intermedia de intentos tímidos de industrialización con ensayos regionales de remedo de sustitución de importaciones. Este recorrido y un “aterrizaje forzoso”, provocado por la globalización, de los pomposamente llamados modelos, ha sido sustancialmente remplazado y financiado por un paliativo de remesas familiares, que también está dando signos de agotamiento por el endurecimiento en la regulación migratoria en el país sede de la fuga geográfica para los que ambicionan superarse o simplemente subsistir.
La falla principal es que nunca la motivación fue el interés colectivo y las medidas reactivas y aisladas siempre han obedecido a intereses económicos y políticos de grupos hegemónicos permanentes o circunstancialmente con poder político de decisión.
La realidad tiene sus orígenes históricos y culturales, más allá de los ámbitos sociales, económicos y políticos, que son los que tradicionalmente se utilizan para explicar el atraso económico; específicamente, la inequidad secular y el proceder siempre contaminado por intereses particulares de las autoridades. Un punto de referencia pudiese ser la independencia; desde entonces se puede explicar el problema cultural de génesis, atribuible a actitudes de los ciudadanos de una nación, que han justificado la inercia permanente en que así somos, porque así nacimos y así moriremos. Muchos países surgieron con condiciones adversas, pero que supieron superar los “defectos de fábrica” y hoy disfrutan de envidiables niveles de desarrollo humano.
El Salvador por el contrario ha preservado la comodidad de un “status quo” y de una resistencia perniciosa al cambio, en lugar de iniciar un proceso de reconversión o renacimiento. Se prefiere mantener un ambiente de privilegios de una minoría y la castración de la innovación propiciada por un puñado de políticos que solo se aprovechan de su oportunidad efímera de enriquecimiento.
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