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2011/01/12

La Página-¿Debe ser pobre la Iglesia?-Diario digital de noticias de El Salvador

Escrito por Abraham Reyes.12 de Enero. Tomado de La Página.

¿Era o no de Jesús la túnica que usaba?

Esta aparentemente sencilla pregunta enfrascó en un debate hasta la sangre a dos órdenes dentro de la iglesia católica en tiempos en que el Santo Oficio olía a carne quemada y la sangre corría del cadalso a las piedras de la calle como un burbujeante río de purificación.

La orden de los franciscanos, Dirigida por los brillantes pensadores, Guillermo Ockham, Miguel de Cesena y Ubertino da Casale, defendía la pobreza como principio fundamental de la iglesia  argumentando para ello  las palabras mismas del Nazareno.

“A los pobres es anunciado el evangelio.”

Con esas palabras, decían, daba a entender que el reino de los cielos era para la clase más baja del estrato social y que por lo tanto la iglesia debía abandonar los lujos y predicar con el ejemplo mismo como lo había hecho Jesús al decir que: “LAS ZORRAS TIENEN guaridas, y las aves de los cielos nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza.”

Era la única manera, según ellos, de perfeccionar la sucursal del cielo en la tierra, ya se lo había dicho Jesús al joven rico en Mateo 19:21

Se aferraban a la idea de que Todos los apóstoles, a excepción de Mateo, eran de origen Humilde, siendo confirmado por Santiago en el segundo capítulo de su carta, y aun el mismo Cristo había nacido en un pesebre, como el más pobre entre los pobres, no siendo dueño ni aun de la túnica que vestía.

La cátedra de los franciscanos hacia ver mal la opulencia en que vivía la elite eclesiástica, contrastando con  la miseria en que sobrevivían la mayoría de devotos en esos días. Por tanto era necesario defender su posición, y hacer ver la riqueza de la iglesia como un derecho al que eran exclusivamente acreedores por ser los representantes de Cristo.

Para ello debían vencer los argumentos de Miguel,  Guillermo y Ubertino, y demostrar que Cristo, había sido una persona acomodada, así, al igual que en la santidad y otras cosas sus representantes debían emularlo.

Es allí donde aparece Bernardo Guidoni, el Inquisidor de Toulouse por parte de los  Dominicos, quienes defendían la riqueza en la iglesia como su derecho universal. Diciendo que los seguidores del santo de Asís habían comprendido mal las palabras dichas por Jesucristo.

Porque al decir, el maestro “a los pobres es predicado el evangelio, se refería a los pobres de espíritu como lo dijo en el sermón de la montaña.”

También decían que sus hermanos, tomando a la ligera el sagrado libro habían olvidado que Jesús Sí tenía una casa, en Capernaum y que estaba escrito en Marcos 9:33, y en Juan 1:37 hace referencia de otra casa en Betania.

Además si eran tan pobres ¿Por qué Judas andaba una bolsa, para que necesitaban un tesorero Si su vida era ascética?

Y si era pobre ¿Cómo había comprado una túnica tan fina? Que aun los soldados no quisieron romper sino que se la echaron en suertes, una túnica que sí le pertenecía, porque la profecía misma daba testimonio de su propiedad cuando dice “sobre MIS ropas echaron suertes”

Y para finalizar, como Jesús era Dios era Dueño de todo.

No es que estuvieran en contra de  la pobreza, lógicamente de no ellos, los de arriba; pero si alguien deseaba abandonar todas sus posesiones y dedicarse  por entero a la obra de Dios, como un camino alternativo para poder trabajar sin ninguna cosa que les distrajera del objetivo, bien hacia.

Al final nunca se pusieron de acuerdo porque ambas partes tenían razón.

Con todo eso  el que perdiera  la disputa bien podía ser acusado  de hereje, y consecuentemente ajusticiado por la orden del santo oficio (inquisición).

Actualmente, las iglesias evangélicas proliferan ante la necesidad espiritual que el hombre tiene, una necesidad ante la cual no da abasto la  iglesia mayoritaria, cuyos argumentos se han quedado estancados en el lejano Medioevo, una iglesia que debe reinventarse si no quiere desaparecer asfixiada por el matapalo cada vez más fuerte de las pequeñas sectas que brotan como la yerba, con modalidades y adaptaciones más al alcance de la necesidad actual de los feligreses, pan y circo.

El negocio de la fé, es actualmente, junto al narcotráfico uno de los más rentables en el mundo, sobre todo si tomamos en cuenta que ninguno  de ellos no declaran impuestos, porque no hay una ley que aplique cobros a las limosnas, ni mucho menos una clausula que obligue a los poderosos predicadores a justificar de una manera detallada los muchas veces millonarios ingresos.

Sobre todo aquellos que defraudan al fisco maquillando tras las limosnas gran parte de las ganancias obtenidas en otros negocios de los cuales son propietarios.

--¿Cómo consiguió esos milloncitos?

-- De la limosna, hijo, de la limosna…

El problema no es que el predicador, viva del evangelio, porque como todo trabajo, la predicación constituye una fuente de ingresos que le permiten vivir al que ejerce la profesión de una manera digna. Claramente lo explica el Apóstol  Pablo en el noveno capítulo de la primera carta a los corintios.

El problema comienza cuando el evangelio vende una promesa que no cumple, convirtiéndose en la mayor estafa de la época porque a cambio de dinero ofrecen el cielo, unos con las bulas y los otros con los Diezmos.

¿Es malo diezmar o dar ofrenda?

NO, no es malo, pero cuando se hace porque se desea y no bajo presión, sino como un modo de agradecer y ayudar a una institución que inculca valores en nuestros hijos y conyugues.

Lo malo es cuando se hace bajo presión, convirtiendo la limosna en un método para extorsionar al devoto que de buen corazón  se acerca a determinada iglesia con el deseo dejar los vicios, ser un buen ciudadano  y al menos cuando muera dejar de sufrir.

A menudo se habla de los extorsionistas que costean sus vicios y abogados a punta de pistola, ¿pero quién habla de los extorsionistas que se enriquecen a punta de la biblia?

Porque si no ofrendas te condenas, o te pasa lo que le pasó a  Ananías y Safira, relatando para ello  con grandísima elocuencia el capítulo 5 del libro de los hechos,  llenando de temor el corazón de los que oyen mientras abren con manos temblorosas sus carteras.

Lo que no les dicen es que el pecado de Ananías y Safira no fue la mezquindad sino la mentira.

Terminando el sermón el pastor o cura se subirá  a su mercedes o a su motocicleta BMW y se irá a comer a Tony Roma s, pero el hermanito que dio los dos últimos y usados  dólares que le quedaban se irá a casa a comer los frijolitos fritos que sobraron del desayuno, y para la cena Dios proveerá…

NO es malo que alguien se compre un BMW, o un Ferrari, siempre y cuando no sea producto de la extorsión espiritual o de la venta de un trozo de cielo, a una persona necesitada, material y espiritualmente.

NO menciono nombres, ni  estoy generalizando, ni diciendo que todos los pastores son avarientos extorsionistas espirituales. Cada cual debe tomar para sí, según le dicte su conciencia, como dijo El maestro de Galilea: “quien esté libre de pecado arroje la primera piedra…”

Conozco muchísimos buenos administradores de la gracia divina, dedicados de lleno a la obra de Dios, y muchos de ellos manejan carros lujosos productos del amor que han sembrado en los feligreses y no en base a amenazas, o simplemente porque tienen padres o hijos en estados unidos.

Para ellos mi devoción y respeto, porque sacan lo mejor de las personas fortaleciendo con ello  la sociedad creando mejores ciudadanos.

Porque un buen cristiano es un buen ciudadano. Que respeta las leyes, los símbolos y la cultura de cada nación sin dejar de dar a Dios lo que le corresponde.

Entonces ¿debe ser pobre la iglesia?

No creo que la iglesia deba ser pobre, a nivel económico, mucho menos a nivel espiritual porque como en toda empresa debe existir un crecimiento, en el ámbito, muchos ámbitos y no en una línea recta que olvide los demás puntos, el mismo apóstol Pablo se declara un hombre acaudalado en la carta a los romanos capitulo 4 verso 18.

Considero necesario que la iglesia posea un capital, cuanto más grande mejor, pero no un capital en manos de Judas, sino uno que sirva para ayudar a los más necesitados, y auxiliar en casos de desastres a los miembros que hayan sido afectados.

Como pude observar para los trágicos días en que los terremotos llenaron de luto la pequeña nación de Centroamérica, (para esos días vivía este servidor en Santa tecla) mientras recorría las instalaciones del “Cafetalón” lleno de personas que habían perdido sus viviendas pude observar toneladas de alimentos y agua que venían en muchos furgones, y al preguntar qué gobierno los enviaba me sorprendió la respuesta:

-          Ningún Gobierno lo manda, esto es de parte del hermano “X” para los miembros de la iglesia “X” y también para los no creyentes que lo necesiten. (me guardo nombres para no hacer proselitismo religioso aunque debería, porque las buenas acciones no deben callarse)

Me quedé, maravillado y pensé que en este mundo no solo existen judas sino también buenos samaritanos que predican con el ejemplo lo que enseñan en desde los pulpitos.

Entonces, cuando hablo de un capital,  no me refiero a un capital mal habido en base a extorsiones espirituales, por personas  inescrupulosas con mente de azadón. (Quien tenga oídos para oír que oiga) sino por un fondo en manos de buenos samaritanos que pongan en acción las enseñanzas que otros solo conocen pero no practican.

Está  escrito, en el libro de los hechos, que antiguamente, en la primitiva iglesia cristiana nadie padecía necesidad, porque el que tenía compartía con el que no tenia, siendo los administradores de las ofrendas los apóstoles mismos, perseveraban unánimes cada día, fomentando con ello un tipo de comunismo, que hasta nuestros días nadie ha podido imitar. Porque en cuanto llega el dinero a las manos de aquel que tiene avaricia en el corazón, lo que menos hace es pensar en su prójimo necesitado.

Cuando transito por las calles del gran  San Salvador, mis ojos se detienen en la Majestuosidad de un templo, que pareciera dar un paso adelante en un exquisito diseño arquitectónico, que mas de alguna noche de desvelo debe haber ocasionado a algún brillante arquitecto.

“Obras de gigantes Hechas por enanos” –me repito con asombro-

Escucho como unos transeúntes a mi lado lejos de maravillarse, critican la obra aduciendo la pobreza en que vive la mayoría de salvadoreños y pienso que en parte tienen razón pero ello no es suficiente motivo para que un “libre pensador” como yo se ponga en contra de la arquitectura religiosa.

Gracias a la arquitectura religiosa podemos maravillarnos con las pirámides de Egipto, o la ciudadela de Chichen Itzá, las pirámides en Tikal, o el grandioso Partenón en Grecia. Todas ellas testigos mudos que nos gritan la grandiosidad de la fé de los pueblos que las construyeron, muchas veces con la vida de muchos esclavos, construcciones que a pesar de haber sido hechas por personas pobres contribuyeron al enriquecimiento de la identidad cultural y con ello el progreso y el poderío económico de la nación que las hizo, consecuentemente mejorando la calidad de vida de sus ciudadanos, como el Famoso Demetrio y los templecillos de plata.

Tal vez en un futuro cercano nuestros descendientes tendrán un legado nuestro que probablemente maraville sus ojos, cada vez más prácticos.

La arquitectura religiosa refleja la dimensión de la fe de los pueblos, porque lo material es un reflejo de lo espiritual y como Dijera Santiago “muéstrame tu fé y yo te mostraré mis obras.”

La iglesia debe ser rica.

Rica en buenas acciones, que redunden en el mejoramiento de la calidad de vida de sus integrantes.

Rica en conocimiento, pero no un conocimiento monopolizado por unos pocos, sino uno que se derrame en las mentes de aquel ciudadano que desea no solo ganarse el cielo sino convertirse en una mejor persona.

La  iglesia debe ser Pobre, en avaricia.

Pobre, acaparamiento con fines oscuros.

Pobre en manipulación de la necesidad de los creyentes.

Pobre, en política, como lo dijo el rabí de galilea “dad a cesar lo de cesar y a Dios lo de Dios”.

¿A Dios la adoración y al pastor los BMW?

La iglesia será tan pobre como los principios de sus dirigentes, y tan rica y majestuosa como los valores que estos tengan.

Recordemos que una persona en el desierto beberá cualquier agua que se lo ponga enfrente sin importar lo sucia que esté, pero si a esta persona le damos a elegir entre un charco y un vaso con agua limpia optara por lo más saludable para él.

De igual modo, quien tiene un vacío espiritual se acercara a cualquier iglesia que se cruce en el desierto de su vida, y beberá de ella…  hasta que tenga la ocasión para elegir.

Diario digital de noticias de El Salvador

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