Sergio Rodríguez Ávila.15 de Enero. Tomado de El Diario de Hoy.
No puedo dejar de agradecer a un anuncio publicitario del Banco Agrícola, con más de un año de existencia. Este anuncio nos recuerda por qué amamos tanto a nuestro país, lo que nos une, lo que nos separa, las adversidades que hemos superado como nación y concluyendo que sin lugar a duda (habla el anuncio en primer persona) volvería a nacer salvadoreño.
Muy pocos nos hemos cuestionado seriamente esa misma declaración: Si pudieras nacer de nuevo y tuvieras la oportunidad de elegir en qué lugar lo harías, ¿escogerías El Salvador? En lo personal, sin titubeo, con firmeza y mucho orgullo, no lo dudaría dos veces, escogería a mi país El Salvador para volver a nacer.
¿Por qué? Porque amo a mi país. A lo que se ama, se ama para siempre, con sus defectos y virtudes. A lo que se ama se le respeta, se le demuestra el cariño, se le es paciente y se le busca constantemente su felicidad (en el caso de nuestro país, su desarrollo).
Después de leer esta columna, te recomiendo tomarte unos minutos, o segundos por lo menos, y medites por qué amas tanto a El Salvador. A veces es importante recordarnos nosotros mismos, entre tantas noticias negativas de nuestro país, por qué lo amamos tanto.
A pesar que no cuento con suficiente espacio para resumir por qué quiero a mi país, estas son algunas de las razones:
Somos un país con una gran fe en Dios, tanto que lo recordamos en el mismo nombre.
He tenido la oportunidad de conocer a personas de diferentes países de Latinoamérica, todos te comentan que tienen un amigo salvadoreño. A pesar de ser un país pequeño, nos llevamos bien con todo el mundo. Nuestro buen sentido de humor nos vuelve personas difíciles de enojar, los salvadoreños somos personas alegres. Es incluso extraño encontrarte un ambiente en una empresa o institución en El Salvador, donde las bromas no sean parte del día cotidiano. Lo mejor de todo, es que todos participamos en las bromas, las entendemos a nuestra manera.
Amo a mi gente por la excelente capacidad que tiene para gozar barato. Los salvadoreños no necesitamos viajes lujosos sino más bien estar reunidos entre amigos para reírnos a carcajadas. No hay mejor medicina para relajarnos que reírnos y los salvadoreños sabemos hacerlo a la perfección.
Los salvadoreños no sólo luchamos por sobrevivir y salir adelante; los salvadoreños nos "rebuscamos". Palabra o expresión que sólo entiende con exactitud un salvadoreño. La definición más cercana es luchar día a día, sin importar el cansancio, ni el sudor o tiempo necesario con tal de lograr nuestras metas.
Nuestro país, que consiste en un poco más de 20 mil kilómetros cuadrados, donde puedes cruzar el país entero en menos de 4 horas, tiene toda la belleza natural que se pueda desear en nuestra área geográfica. Lagos de agua dulce que compiten por su belleza, con cualquiera del mundo; playas con agua siempre cálida, con escenas verdaderamente impresionantes, que además nos proveen uno de los mejores lugares de surfear; volcanes que se imponen a nuestros ojos sin importar a donde miremos.
No hay sentimiento que nos una más a los salvadoreños, sin importar si te interese o no el fútbol, que un gol de la Selecta. Le puedes preguntar a cualquier salvadoreño si la selección salvadoreña es buena o no y lo más probable es que inmediatamente te evada la pregunta y te cuente historias sobre el Mágico González. Si algún extranjero molesta a un salvadoreño por nuestra poca competitividad a nivel internacional, lo más probable es que lo entienda como broma e incluso comience a bromear de logros o más bien, goleadas que hayamos sufrido en el pasado. El salvadoreño no se amarga.
Quiero fallar completamente a la objetividad y profesionalismo. No sólo eso, me declaro completamente parcial con mucho orgullo en la siguiente declaración: ¡No hay país en el mundo más lindo que El Salvador!
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