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2011/01/13

EDH-La política como campo misionero

 Mario Vega.13 de Enero. Tomado de El Diario de Hoy.

Existe un estereotipo relacionado a los misioneros que nos hace imaginarlos como personas que van a lugares, a veces lejanos, con el propósito de evangelizar a quienes no han escuchado el evangelio. Por eso, la idea de considerar la política como campo misionero puede resultar extraña o inquietante.

Pensando las cosas, el cristiano que decide hacer de la política una parte importante de su diario esfuerzo podría convertirse, y así Dios lo desea, en un portador de las buenas nuevas para quienes se mueven y trabajan en ese campo. El convertirse en un misionero no lo establece la sola presencia o incursión del cristiano en la plaza pública. Tampoco implica, necesariamente, que quienes son activos en el quehacer político no hayan escuchado antes del evangelio. Reducir la evangelización a la presentación de Jesús como salvador del alma es bastante reduccionista y no hace justicia a los contenidos del mensaje de Dios para la humanidad.

Evangelizar es dar a conocer el evangelio, las buenas noticias. Hay buenas noticias de Dios para el mundo de la política. Hay bases teológicas y éticas sobre las que se debe articular el ejercicio ciudadano de los cristianos cuando participan en los movimientos sociales y en los partidos políticos. Hay fundamentos bíblicos que deben modelar la práctica política de los cristianos cuando se encuentran en los espacios de poder.

Al incursionar a una vida más activa en política, se comprende que existe una diferencia entre hacerlo por los motivos tradicionales y hacerlo con un propósito misionero. La diferencia queda establecida desde el inicio. Pero la experiencia reciente de los evangélicos los presenta más como actores que como sujetos políticos. Muchas veces su gestión no ha sido ni distinta ni mejor que la mayoría de los políticos tradicionales.

Como en toda misión, los cristianos deben poseer un llamado divino, un conocimiento del campo al que se dirigen y un entrenamiento para compartir eficazmente el evangelio. Siempre se ha considerado que el llamado es el elemento más importante para el éxito en la misión. Muchos cristianos pueden sentir atracción por la política, y algunos partidos políticos pueden entusiasmarse con la idea de tener a un cristiano influyente en sus filas, pero sólo los llamados son quienes cumplirán satisfactoriamente la misión. Los llamados no deben temer cruzar la frontera de la política activa porque se puede tener presencia sin afectación, pero no se puede tener afectación sin presencia.

El llamado también debe conducir a una preparación que relacione al misionero con su campo de acción futura. Las buenas intenciones, el lenguaje religioso y los sentimientos espirituales no son suficientes. La posesión de una cultura general amplia, el manejo de información objetiva, la capacidad de realizar análisis de coyunturas, el dominio y especialización en una o más áreas del conocimiento y una formación bíblico-teológica adecuada son indispensables para el misionero.

Además, quien va, no debe realizar su tarea de manera aislada. De la misma forma que el misionero que es enviado necesita de una base de apoyo, quien incursiona en la política activa necesita de un equipo de ayudantes que le asesoren, le alienten, le aconsejen, le exhorten y oren por él. La rendición de cuentas es importante no sólo ante la ciudadanía en general sino también ante aquellos que forman su núcleo de apoyo y consejo.

El entrenamiento para compartir eficazmente las buenas nuevas en el campo de la política requiere un esfuerzo de formación bíblica y teológica, que debe ir más allá de la formación que se recibe en los servicios ordinarios. Eso, si en verdad se desea ser sujeto de cambio.

*Pastor general de la misión cristiana Elim.

elsalvador.com, La política como campo misionero

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