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2011/01/20

EDH-¿Algunos magistrados todavía creen en pajaritos….?

 Rodolfo Chang Peña.20 de Enero. Tomado de El Diario de Hoy.

Según la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, que recientemente falló declarando inconstitucional la pena máxima de 75 años de prisión, el ideal de la Carta Magna debe apuntar hacia la reeducación, readaptación y reinserción de los delincuentes, respetar su persona y dignidad, castigar en forma más humana, preparar al reo para su futura vida en libertad, dar oportunidades de estudio y aprendizaje de un oficio, evitar los efectos del encierro y procurar facilidades para una liberación anticipada parcial o total.

Estas quimeras no pasan de ser "un poema" en las actuales condiciones de inseguridad que vive el país, además de ser una visión muy alejada de la realidad cotidiana. Ni siquiera la gente decente que vive y trabaja dentro de la ley, tiene acceso a las aspiraciones que algunos señores magistrados ansían para los reclusos. Al respecto sólo citaré algunos ejemplos: ¿Gozan los pasajeros del transporte publico del respeto y consideración por parte de los buseros y microbuseros?, ¿cómo se le puede llamar el esperar seis o más horas para ser atendido por una emergencia en un centro asistencial?, ¿y la tradicional burocracia de las instituciones públicas que golpea a los usuarios todos los días?, ¿y las suspensiones de cirugías por falta de insumos médico quirúrgicos?

Enseñar al convicto a resocializar significa disponer de infraestructura, recursos humanos especializados (educadores, trabajadoras sociales, médicos psiquiatras, psicólogos clínicos, etc.), equipos y áreas donde desarrollar los programas. Así mismo no se debe olvidar que no todos los casos son recuperables dadas una diversidad de factores que van desde los familiares, sociológicos hasta los estrictamente médicos.

En conglomerados organizados como Taipei, Singapur, Copenhaguen, Estocolmo y otros, aún cuando disponen de los recursos, la tarea de la reinserción a la familia y trabajo no es fácil y no siempre es exitosa. Comparando los primeros con el medio criollo, es ridículo que se tenga esa clase de aspiraciones si las penitenciarias apenas tienen recursos para dar de comer malamente a los internados, y con grandes dificultades se les ofrece un lugar para dormir.

El gran paso hacia la modernización no es asunto de idealismos románticos de noche de verano, sino de desarrollo social y económico para contar primero con los recursos para luego planear con pensamiento estratégico la incorporación gradual y progresiva de mejoras en las cárceles. Mientras la población del país no alcance un nivel aceptable de desarrollo humano, es prácticamente imposible introducir en el sistema penitenciario grandes cambios como esas filigranas educativas de readaptación. En efecto, resulta ilógico convertir los reclusorios en cárceles modelo, verdaderas islas del deber ser, inmersas en una sociedad desordenada, desorganizada, insegura y empobrecida.

La Sala de lo Constitucional --aunque no todos sus miembros-- en un arranque de euforia propia de una ortodoxia hiperhumanizante, que sólo garantiza los derechos de los delincuentes desprotegiendo a la población, cae en un error cuando expresa únicamente su preocupación por tratar con paños tibios a los delincuentes, desatendiendo la prevención y la protección de todos los habitantes.

Las ciencias médicas evidencian que si bien es posible rescatar delincuentes, un sector importante de individuos con personalidad antisocial y criminal, algunos extremadamente violentos como los sicarios destripadores criollos, son refractarios al tratamiento y tienen un pobre pronóstico para reincorporarse a la vida decente, de ahí que todo intento de readaptación resulta fallido y una evidente pérdida de dinero y tiempo.

En esta categoría de irrecuperables están también los depredadores sexuales, sobre todo aquellos con psicopatías severas y complejas que muy poco se les puede ofrecer en materia de recuperación, llegándose al extremo en algunos países civilizados, de proceder a la castración quirúrgica o química como ultimo recurso. Los dos grupos citados son reincidentes sistemáticos lo que puede constatarse en su prologado y nutrido prontuario judicial, por lo que no queda más que mantenerlos a la sombra de por vida.

elsalvador.com, ¿Algunos magistrados todavía creen en pajaritos….?

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