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2011/01/10

Contra Punto-Sobre la recuperación del ISDEMU - Noticias de El Salvador - ContraPunto

Enrique Gomáriz Moraga.10 de Enero. Tomado de Contra Punto.

SAN SALVADOR - La reciente carta de Julia Evelin Martínez, publicada en Contrapunto (“La primavera del ISDEMU”), a propósito de su destitución como Directora de este organismo, me parece estimulante para proseguir la discusión sobre la forma más adecuada de fortalecer esa institución. Hace unos meses, en medio de la controversia sobre las actuaciones del ISDEMU, me pronuncié en este mismo espacio en defensa de un Instituto que vi nacer y apoyé desde sus primeros pasos, pero dejando claro que este apoyo no puede ser, al menos en mi caso, a ojos cerrados y con oídos sordos.
Insisto en que los factores que pueden debilitar al ISDEMU son de distinta naturaleza. Y repito que el más importante se refiere al hecho de que el ISDEMU, con Julia Evelin al frente, tomó la decisión de retomar un protagonismo público que había perdido en las dos administraciones anteriores. “Lógicamente –señalé entonces- no es de extrañar que ello produzca el rechazo o al menos la reticencia de sectores conservadores en el país” aunque agregaba: “Pero precisamente porque ha decidido abandonar esa pasividad previa, el ISDEMU debe poner atención a otros factores de debilitamiento que es necesario evitar. Uno de ellos refiere a la necesidad de mantener su verdadero papel en el contexto institucional del Estado salvadoreño. El otro, a su propia orientación y desempeño”.
Mi juicio era que errores en estos campos también debilitaban la institución. Algo que guarda estrecha relación con los cometidos por su dirección institucional. En su carta, Julia Evelin afirma que en su gestión “probablemente tuvo más desaciertos que aciertos”. No estoy seguro que esa composición sea correcta, pero estoy muy de acuerdo con ella en que hubo de ambas cosas. De hecho, para decirlo anticipadamente, no creo que la destitución de la Directora del ISDEMU a los dieciocho meses de su nombramiento sea algo que robustece a la institución. En suma, es importante aprender tanto de errores como de aciertos si de verdad se quiere fortalecer el ISDEMU.
Ahora bien, como conozco y aprecio a Julia Evelin Martinez desde hace bastante tiempo, creo que ha llegado el momento de hablarle con claridad. La Julia Evelin que conozco tiene pensamiento estratégico; por eso estoy completamente de acuerdo con ella cuando plantea que el movimiento social de mujeres debe continuar el dialogo y la coordinación con la Junta Directiva del ISDEMU. Como bien dice: “¿Cómo se puede evitar que se retroceda en la nueva Política Nacional de la Mujer si no están presentes para votar por ella?”
Lo que me preocupa es que en su carta aplica ese razonamiento discrecionalmente. Así, unas veces este razonamiento es aceptable y positivo, pero otras no es sino simplemente “jugar con las reglas del patriarcado”, algo que le parece detestable.
Por ejemplo, creo que el mismo asunto que ella considera como la causa original de su destitución, su decisión de haber firmado el Consenso de Brasilia (que contenía el controversial punto 6 donde se establecía el compromiso de “revisar las leyes que prevén medidas punitivas contra las mujeres que se hayan sometido a abortos”) también tiene una lectura posible desde su propia lógica estratégica.  Es decir, la cuestión es saber si el manejo estratégico era suscribir el documento sin más – y sin mayor consulta a las autoridades competentes- o bien, como hicieron las representantes de países tan avanzados o más que El Salvador, como Chile, Costa Rica y otros, lo adecuado era suscribir el Consenso de Brasilia, pero poniendo la correspondiente reserva sobre ese punto. Porque tal y como plantea las cosas Julia no hay discusión posible: el asunto se manejó adecuadamente y todo lo demás es la conspicua respuesta del patriarcado. Es decir, las representantes del SERNAM chileno o del INAMU costarricense no habrían actuado estratégicamente. Es evidente que el asunto no es tan simple y que otra posible lectura de los hechos es que fuera Julia Evelin quien se equivocara, rompiendo con su propia lógica estratégica.
En su carta, Julia subraya que es necesario interpretar correctamente el significado de su gestión y de su destitución, aunque considera que el asunto tiene mucha densidad como para analizarlo con precipitación. No puedo sino estar completamente de acuerdo. Pero para realizar ese análisis es necesario ponernos de acuerdo también en el registro discursivo, porque en caso contrario la comunicación será poco menos que babélica. Y a ese respecto, el discurso que ahora emplea no es el de la Julia Evelin que conozco, caracterizado por ideas fuertes como equidad de género, corresponsabilidad de mujeres y hombres, etc., sino otro que retrocede al lenguaje esencialista, donde mujeres y hombres son prácticamente irreconciliables (y estos últimos oscilan entre atacantes circunstanciales – que de vez en cuando pueden seguir siendo aliados- depredadores verdaderos y lobos con los que se corre). Ese cambio discursivo me parece un indicio que podría ayudar para interpretar los hechos sucedidos.  
En primer lugar hay que situar el punto de partida. Varias amigas y amigos que la vimos iniciar la dirección del ISDEMU en medio de un fuego cruzado (no era la candidata del movimiento de mujeres y tampoco tenía muchos apoyos claves en el Gobierno entrante), conversamos –también con ella- sobre lo que parecían las tres opciones que tenía: a) actuaba al dictado del nuevo Gobierno (bastante masculino, por cierto), lo que podría conducirle a una guerra abierta con el movimiento de mujeres; b) por el contrario, buscaba fortalecerse frente al Gobierno actuando al dictado del movimiento de mujeres; c) se jugaba por una estrategia independiente, de pesos y contrapesos, que le permitiera reconstituir la institución.
Al comienzo de su ejercicio, Julia Evelin no tuvo duda alguna de que su estrategia sería la tercera. Y parecía que debía serlo por varias razones: a) el ISDEMU debía retomar su capacidad estratégica para afectar las políticas públicas, comenzando por reflotar la Política Nacional de la Mujer; b) pero el ISDEMU no es una organización de mujeres dentro del Estado, es decir, el ISDEMU no es de las mujeres, como alguna vez se dice, sino que es una institución pública que obtiene sus recursos del conjunto de la ciudadanía (mujeres y hombres), es la institución que las y los salvadoreños se han dado para la promoción de la mujer y la equidad de género; c) en suma, pensar el ISDEMU como una organización de mujeres grande sólo debilita la institución; d) De igual forma, colocar al ISDEMU como una institución cautiva de las organizaciones civiles, ideológica y políticamente, presenta un alto riesgo de que su orientación pierda la perspectiva pública que le corresponde. Como se dijo, mantener esa perspectiva de entidad pública es crucial, para que le permita al ISDEMU procesar las reivindicaciones de la sociedad civil, pero manteniendo el rumbo que el Gobierno legítimamente elegido por la ciudadanía quiere imprimir a las políticas públicas en esta materia. Su elevada capacidad de iniciativa, que le otorga la figura de entidad autónoma, debe realizarse en consulta con el Gobierno legítimo y en particular con el Presidente de la República.
Sin embargo, todo parece indicar que Julia Evelin no consiguió mantener esa tercera estrategia independiente para fortalecer el ISDEMU, y que fue inclinándose progresivamente hacia la segunda (acuerparse en el movimiento feminista para ganar estatura ante el Gobierno), algo que la condujo a un progresivo distanciamiento de éste y que, como vimos, no supone una dinámica de fortalecimiento estratégico del ISDEMU en tanto institución pública.
Ahora bien, insisto, para poder discutir esta lectura de los hechos es necesario hacerlo con el razonamiento estratégico que la propia Julia Evelin muestra en su carta. Porque mantenerse en ese otro discurso fundamentalista sobre un patriarcado que unas veces todo lo controla y otras veces es fácilmente manejable, no facilita las cosas. Y no parece productivo cambiar de registro cada vez que nos acomoda.
Si se quiere discutir en términos conceptuales, creo que hay que hacerlo en su propio ámbito. Por ejemplo, cabe la pregunta: ¿Cuándo se habla así del “patriarcado” se están incluyendo las reglas del juego democrático, la legislación vigente, y cualquier institución social o política que posea el país? Porque resulta que hace ya más de treinta años que la teoría de género descartó esta forma de usar la categoría de patriarcado, entre otras razones por su carácter acabadamente ambivalente e impreciso. ¿Será que la teoría de género ya ha sido superada y hay que retornar a las tesis esencialistas del pasado?
En todo caso, me parece que sería posible hacer el esfuerzo por mantenernos en un razonamiento estratégico, del que Julia Evelin da muestras, para poder aprender de los errores y aciertos que fortalecen o no al ISDEMU como institución pública.

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