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2011/01/16

Contra Punto-Máquina de desigualdad - Noticias de El Salvador - ContraPunto

 Edmundo Jarquín.16 de Enero. Tomado de Contra Punto.

MANAGUA - El discurso del Presidente Ortega el pasado 10 de enero ha sido objeto de numerosos comentarios, tanto por lo que dijo, en muchos casos haciendo ostentación de cifras que no se corresponden con la realidad, como por lo que no dijo, por ejemplo que en 2010 tuvimos la tasa de inflación más alta de Centroamérica, y la segunda más alta de toda América Latina solamente superada por la de Venezuela.
Entre las cifras que con gran ostentación dio Ortega, las que han sido más cuestionadas son las relativas a la matrícula y gasto en educación.
Los especialistas en el tema discuten las cifras de matrícula, a todos los niveles, que en menos de un mes destacados voceros del gobierno, como la esposa del Presidente y el Ministro de Educación, primero, y Ortega ahora, las han hecho variar desde casi 1.4 millones de estudiantes a 1.8 millones. Nada despreciable la diferencia.
También han criticado la ostentación que Ortega hizo del gasto en educación. Como se sabe, y cito a las expertas Josefina Vijil y Melba Castillo, “en muchos países, incluidos los latinoamericanos, se ha considerado que los Estados deben invertir en educación al menos el equivalente del 7% del PIB, lo que se considera el mínimo de recursos públicos necesarios para hacer efectivo el derecho a la educación.”
La cifra del 7% del PIB (Producto Interno Bruto) normalmente está referida a gasto público en educación básica y media, según los expertos. Pero Ortega, sumando tanto gasto público como privado en educación, y a todos los niveles, incluyendo educación técnica y universitaria, dijo que Nicaragua está invirtiendo en educación el 10.1% del PIB, y después de amonestar a los expertos que reclaman el 7% agregó: “¡estamos en el 10.1% del PIB! que para una economía como la nicaragüense, es una monstruosidad….”.
Pues bien, y aunque estamos de acuerdo con los expertos que cuestionan las cifras de Ortega, y el hecho de sumar gasto público y gasto privado en educación, que es como sumar naranjas y limones, vamos a suponer que las cifras del Presidente son correctas.
Dijo que el gasto público en educación era del “5.5% del PIB, y el gasto privado del 4.6% del PIB.”  Lo anterior significa que aproximadamente el gasto público en educación es de 330 millones de dólares al año, y el gasto privado  -es decir, de las familias que pueden pagar educación privada-  es de 270 millones de dólares.
Como el Presidente a la vez dijo que los estudiantes “en total son, un millón 744 mil 979; de ellos  -agregó-  en colegios públicos, un millón 411 mil 304 estudiantes, o sea el 80.88%. Y en colegios privados, 333,645 estudiantes, es decir, 19.12%”, basta una simple división para darnos cuenta que el gasto privado por estudiante es de 810 dólares al año, mientras el gasto público es de solamente 233 dólares por estudiante, es decir la cuarta parte.
Si por otro lado, como se sabe, la educación privada es muy superior en cuanto a calidad e índices de retención, entre otros indicadores de eficiencia educativa, y por tanto prepara para una mejor inserción en el mercado de trabajo, las cifras dadas por Ortega significan, antes que motivo de orgullo razón de vergüenza, porque en cuanto al sistema educativo nacional estamos frente a una gigantesca máquina de producción de desigualdad y consecuentemente de pobreza: los que se pueden pagar educación privada, hacia arriba, los que solamente pueden ir a la educación pública, hacia abajo.
Para quienes como yo, fruto de la educación pública (Escuela Francisco de Miranda, del Ocotal), estamos convencidos que la educación pública de calidad es el piso de la democracia, el cimiento del desarrollo y la base de la justicia social, las cifras dadas por el Presidente están lejos del “cristianismo, la solidaridad y el socialismo” que proclama, y más cerca de la indignación.   
Más gente, menos productividad
El tema anterior tiene mucho que ver con las posibilidades del desarrollo de Nicaragua, y por tanto con la solución de los problemas que más preocupan a los nicaragüenses como son el salario, el empleo y salir de la pobreza.
Precisamente esta semana el acucioso analista Adolfo Acevedo Vogl hizo circular un breve estudio en el cual, con cifras oficiales, demuestra que entre 1990 y 2008 el ingreso por habitante creció un 29.6%, cifra modestísima si se considera que muchas economías emergentes en el mismo lapso duplicaron, y algunas más que duplicaron, el ingreso por habitante.
Pero bien, Acevedo demuestra como ese modesto incremento se debió exclusivamente a un crecimiento de la población, la mayoría ocupada informalmente, y no a la mejoría de la productividad la cual más bien hizo una contribución negativa al aumento del ingreso por habitante.
Sin un buen sistema educativo público es imposible que aumente la productividad, lo que tiene que ver con un aprovechamiento mayor y más eficiente de maquinaria, equipos, infraestructura y recursos naturales.
En resumidas cuentas, si estamos actualmente mal, las perspectivas no son mejores, pero este tema no entró en las cuentas alegres del discurso del Presidente Ortega.

Auge exportador

También ha sido noticia en los últimos días el significativo crecimiento de las exportaciones, que en el 2010 fue del 30%, llegando casi a los 2,000 millones de dólares. Ese crecimiento se debió, salvo excepciones, a un incremento de volumen y de precios.
En otra ocasión nos hemos preguntado si ese crecimiento del volumen, resultado sin duda de las inversiones realizadas en años previos, podrá mantenerse si no hay nuevas inversiones y, sobre todo, cambios en la productividad.
Uno de los rubros más dinámicos de exportación ha sido la ganadería, tanto de carne como de leche. Pues bien, en los últimos pocos meses he tenido oportunidad de recorrer gran parte de la zona oriental de Boaco y Chontales, y la región del Atlántico Sur, que dan cuenta de buena parte de la producción ganadera. Ahí ya no hay prácticamente frontera agrícola, y según informaciones lo mismo ocurre en otras regiones del país. Es decir, el crecimiento extensivo de la ganadería está llegando a sus límites, de modo que el auge exportador en el sector ganadero solamente podrá sostenerse con cambios en la productividad, y eso requiere más inversiones de capital, y más y mejor educación.
Cabe preguntarse si ambas cosas, más inversiones y más y mejor educación, se están dando. Quienes dudan al respecto, no dejan de tener razón.
Agua fría
En cuanto a educación, ya hemos visto lo mal que andamos. En cuanto a inversiones, las cifras de crédito, tanto de bancos como de  microfinancieras, para la inversión productiva, tampoco son alentadoras.
Y el mencionado discurso de Ortega del 10 de enero, ha sido un balde de agua fría para las perspectivas de las inversiones privadas, que requieren seguridad jurídica y confianza política.
En cuanto a confianza política, reiteró todas las razones para la desconfianza en el próximo proceso electoral, y anticipó su intento de perpetuarse en el poder, de una u otra manera.
En cuanto a seguridad jurídica, dejó claramente a entender que apenas pueda, volverá a los años 80 en materia de telecomunicaciones, minería y otros rubros.
Así que advertidos a tiempo estamos, ciudadanos e inversionistas, y solamente falta esperar que también reaccionemos a tiempo.

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