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2011/01/22

Contra Punto-¿Despojar la identidad? no creemos - Noticias de El Salvador - ContraPunto

 Armando Salazar.22 de Enero. Tomado de Contra Punto.

SAN SALVADOR-El presidente Funes ha advertido lapidariamente con destituir a aquel funcionario de su gobierno que haga proselitismo electoral. Un mensaje dedicado principalmente a los dirigentes del FMLN. Es una señal política que buscaría conservar algunos márgenes de “integridad” institucional en su gobierno y… tenemos que decir que es una buena señal política y ética. Sin embargo, es harto demostrado en el país, que la política, no solo son procesos electorales. Porque así es la vida, la práctica social.

Marcar la línea a los funcionarios públicos, es una lógica normal para no ser acusado por la derecha y sus medios enfermizamente propensos a crear incertidumbre social. Y ciertamente, también, dicha disposición ha generado un precedente en la “costumbre” presidencialista en este país, aunque táctica y coyunturalmente pueda beneficiar hipotéticamente a la derecha y… a las no tan hipotéticas relaciones de apoyo financiero de los Estados Unidos, mucho más, con una Cámara de Representantes gringa recién iniciada con dominio republicano y sus incidencias en los prestamistas de la “banca internacional”.

En parte, e independientemente del decreto presidencial, lo que está en el banquillo de los acusados, es el uso de los impuestos del pueblo para dar continuidad a un sistema político que adolece de representación de soluciones estructurales y programáticas de los problemas económicos, culturales y de desarrollo social integral de la población. Mientras tanto, por correlaciones legislativas existentes, hay que convivir con este sistema que acoge corruptos, agentes extranjeros de profesión y otras culebras y gusanos.

En ese sentido, el presidente pudiera estar concretizando un legendario reclamo nacional, en ayunas de una campaña electoral del 2012, posiblemente la más crítica de la historia reciente y por venir de este país. Porque sus resultados, son los que pudieran dar un viraje “más en forma” de la restauración social de la sociedad.

A los funcionarios del FMLN, hasta la población o los ciudadanos de tradicional tendencia de derecha (que seguirán existiendo después de 2012 o 2014), decantados por intereses o costumbres, demandan hoy mayor integridad ética y eficiencia profesional para el desarrollo. Que los funcionarios no sean corruptos. Que no se corrompan ante la cultura de la relación “actividad económica privada”-gobierno heredada de la gestión estatal. De otros funcionarios nombrados, partidarios o no, “cercanos” o no, quienes los proponen o nombran, tendrán que dar la cara por ellos en el máximo cargo.

Creemos que todos los salvadoreños estamos de acuerdo con el Presidente cuando marca esta frontera de la gestión política del gobierno y la partidaria proselitista, porque con la opción partidaria privada o institucional, no se puede. Está cruzada y enlazada.

Con la misma determinación, esperaríamos que marcara las fronteras con la corrupción, “tráfico de influencias”, licitaciones de proyectos o recursos públicos (nuestros impuestos) o repentinas adquisiciones por parte de altos funcionarios (principalmente del “gabinete económico”), a nombre personal o sus empresas...

La sanidad del “cambio” en la opinión pública y popular, en buena medida, será por lo que este gobierno vaya superando el llamado “status quo” heredado desde la vivencia diaria de los pobres y trabajadores. Nadie, absolutamente nadie, puede asegurar que la gestión gubernamental haya solucionado los conflictos esparcidos en la piel de todo el país. Están a flor de piel.

Llamar este 16 de Enero, 19 años después de una guerra interna que sufrió el desgarre de más de 80 mil seres queridos de familias de salvadoreños y de esfuerzo colectivos, “a terminar con la confrontación, la lucha política entendida como una guerra y el antagonismo entre hermanos y hermanas”, son buenas palabras para el país, pero eso no quita, por ejemplo, que se siga pagando miserablemente un dólar por arroba de café cortado o que millares de familias sigan viviendo con el piso habitacional de tierra en El Salvador. Eso sí es antagonismo real, material, cotidiano, no discursivo.

Del gobierno y del FMLN, se requiere reproducir y multiplicar el esfuerzo y el impulso de las modificaciones realizadas al sistema hasta este día. Sin duda, hay sectores y poderes (internos y externos) que se resisten a ello.

¿Por qué despojarle el corazón, los músculos y la identidad a la construcción del cambio? Antes, la lucha por el cambio nunca necesitó recursos del Estado. Ahora, estos recursos ya lo llevan en la sangre, poco a poco, y se exige integridad ética, desempeño, profesionalismo y vinculación directa con la solución cultural requerida por la población.

Con vigor, hay que liderar este proceso frente a las adversidades y resistencias. Los enemigos del cambio “no entienden de razones” y por tanto, tratarán siempre de corromper. Harán provocaciones. Bloquearán iniciativas populares y mostrarán la zanahoria… y el garrote.

Es de opciones. No hay “democracia por deporte”. Hay preferencias y deslindamientos. Y lo que no se puede hacer es desconocer la realidad de una cerrada pugna de poder real que ha vivido y seguirá viviendo el país, más allá del 2014, gringos incluidos. Y no hay otra forma de interpretarla.

La derecha y el “gran capital”, principalmente la oligarquía, han demostrado (y hay antecedentes innumerables) que utilizarán todas las artimañas y acusaciones públicas o judiciales para detener la pérdida de poder que han sufrido constantemente a lo largo de estos años. ¿De qué se preocupan si hay voluntad de cambiar esta sociedad enferma?

No basta un señalamiento o acusación moral de la presidencia a la Anep y sus voceros, que los medios diluyen u omiten perversamente. Se sabe quiénes son y de sus capacidades de difundir ampliamente mentiras. Buena parte de su trabajo actual es generar incertidumbre social y provocaciones.

El enemigo sistemático del cambio es un tejido estructural, institucional y orgánico que se ha tramado por años bajo los diseños de los señores de la acumulación originaria del capital y el neoliberalismo. No estamos en la disputa de una década o de un período presidencial. Estamos disputando aún, pelo a pelo, legendarias formas de relacionarnos, de ser, de producir, de convivir.

No nos llamemos a engaños: Hay una demanda hacia un poder presidencial aún por ejercer, aún con 19 años de terminada la relación política en guerra interna. Se requiere mayor liderazgo junto a la población.

¿Despojar la identidad? no creemos - Noticias de El Salvador - ContraPunto

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