Norma Guevara de Ramirios.18 de Enero. Tomado de Diario Co Latino.
El 16 de Enero de 1992 ocurrió el acontecimiento político de mayor significado nacional para El Salvador, después de la independencia.
Un acontecimiento local de alta significación internacional que involucró la participación de la comunidad internacional en la mediación para el logro y cumplimiento de los Acuerdos firmados entre el gobierno el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional FMLN.
En el año del Bi Centenario de la lucha por la independencia centroamericana de España, entramos a la Segunda década de la firma de la paz y precisa que las generaciones más jóvenes conozcan, comprendan y se apropien del significado que ese acontecimiento encierra en la historia nacional y regional.
En primer lugar, los Acuerdos de Paz representan la fuerza que introdujo giros dramáticos. Dejar atrás lo más nefasto que se vivía y empezar una nueva realidad: Dejar de perseguir desde el Estado a quienes tengan ideas y aspiraciones de cambio, exijan respeto de la dignidad de las personas, queda atrás el fraude burdo que imponía gobiernos, cambió el perfil de instituciones que reprimían y mataban hasta el Mismo Arzobispo de San Salvador, los sacerdotes y monjas, periodistas y gente del pueblo.
Ante la realidad de una dictadura se revelaron distintas generaciones hasta forjar la fuerza y la unidad que logró cerrar ese capítulo a un costo humano, social y político alto.
Hoy apreciamos instituciones imperfectas que eran inexistentes. Existía una Corte Suprema de Justicia, pero fueron los acuerdos los que transformaron su diseño institucional buscando asegurar su independencia para que toda persona tenga acceso a la justicia.
Surgió la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos, la Policía Nacional Civil, el Tribunal Supremo Electoral, el Consejo Nacional de la Judicatura; se rediseñó el papel de las Fuerzas Armadas, se reforzaron las atribuciones de la Asamblea Legislativa y el proceso de formación de la ley que articula el control entre los tres órganos de gobierno.
La persecución, la represión, los burdos fraudes electorales, los cuerpos de seguridad y paramilitares y el sometimiento de los jueces al gobierno son cosas del pasado.
Esto se dice fácil, pero sin haber visto y vivido el paso de una situación a otra, lleva a confusión; entender la diferencia, permite aquilatar el valor de la lucha social, política y militar de varias generaciones sacrificadas para abrir camino a la democracia que hoy debemos cuidar y fortalecer.
Un segundo elemento importante, de los Acuerdos de Paz, es que reflejan la más rica internacionalización de lucha de liberación.
Los gobiernos de Francia y México en 1981, reconocieron al FMLN como fuerza beligerante, dando un mensaje al mundo sobre la necesidad de una solución política negociada a la violencia política y a la guerra interna que se vivía; este hecho reforzó la sensibilidad y legitimó la solidaridad entre los pueblos expresada en ricas relaciones entre las organizaciones populares, las iglesias, las fuerzas y partidos políticos con sus pares en El Salvador, como una manera de enfrentar lo que era evidente, la intervención económica, política y militar de las administraciones estadounidenses sustentadoras de la contrainsurgencia y del alargamiento y escalamiento del conflicto en su forma militar.
Esa internacionalización hace de los Acuerdos de Paz firmados, un logro de la sociedad salvadoreña, y de personas y pueblos solidarios, juntos hicimos entender que la paz convenía a todos.
Un tercer elemento importante en los Acuerdos de Paz, es la irreversibilidad del enfrentamiento militar, este es el rasgo más reconocido desde el exterior, el que muestra la responsabilidad del FMLN, y la condición que permite que las diferencias de visiones y proyectos, se enfrenten en el plano de la lucha política, a pesar de las desiguales condiciones.
Por eso, la transformación del FMLN en partido político, le permitió avanzar, ganar gradualmente apoyo popular como fuerza transformadora, que tiene una misión que cumplir. Las elecciones fueron expresando el crecimiento de ese reconocimiento hasta llegar al 15 de marzo con la victoria en las elecciones presidenciales compitiendo contra toda las fuerzas partidarias de la derecha juntas.
Entender los Acuerdos de Paz, la lucha que les dio base y la responsabilidad de defender y extender sus virtudes en progreso de la democracia y las transformaciones sociales, es la tarea política de hoy; ello implica recordar especialmente a quienes entregaron todo para esta forma de victoria, los mártires, héroes y heroínas, a las y los conductores del proceso, especialmente al Compañero Schafik Hándal, artífice de la visión de sociedad expresada en el pacto de Chapultepec. Asumamos todas y todos el reto de consolidar la paz como fruto de la justicia social.
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