01 de Enero. Tomado de Agencia Venezolana de Noticias.
Caracas, 30 Dic. AVN .- La Venezuela de mediados de los 70, gobernada por el expresidente Carlos Andrés Pérez (1974-1979), se caracterizó por una alta fluidez de dinero proveniente del aumento en los ingresos petroleros calculados en más de 350%.
La “nacionalización” de la industria petrolera y el aumento de los precios de este producto, consecuencia de la crisis del Medio Oriente en 1973, hicieron posible que se viviera el llamado “boom” petrolero, que le otorga al país el calificado de la “Venezuela Saudita”.
Un ejemplo de ello es el abrupto aumento del presupuesto nacional calculado en 9.000 millones de bolívares, y que pasó, en meses, a ser reformulado a más de 40.000 millones de bolívares, según datos suministrados por el profesor Héctor Acosta, historiador y doctor en economía de la Universidad Central de Venezuela, y miembro del Instituto de Investigaciones Históricas de la Facultad de Humanidades y Educación.
A pesar del importante incremento en los ingresos petroleros, la deuda externa aumentó de 1.200 millones, en 1973 y a 11.000 millones de dólares en 1978, mientras que los gastos de la administración pública lo hicieron en 540 %.
La inflación que históricamente había tenido niveles de apenas 3% interanual entre 1957 y 1973, aumentó a 55.4% de 1974 a 1978, y a más del 70 % de 1979 a 1983.
Otras cifras revelan que entre 1973 y 1975, mientras las inversiones del Estado aumentaron en 63,2% la privada lo hizo sólo en un 2% .
Pérez promovió una política económica intervencionista que afligía negativamente a las pequeñas y medianas empresas, pero que ayudaba a los grandes conglomerados del sector privado.
“En este momento se dio una política económica que favoreció intencionalmente la reconcentración del capital en torno a un grupo denominado los doce apóstoles, conformado por figuras destacas que rodeaban al expresidente Pérez y que se vieron beneficiadas con la privatización de algunas empresas y con las estrategias que dictaba el gobierno”, explicó el profesor Acosta.
Hacia finales del primer mandato de CAP se hacía evidente el agotamiento del modelo, reflejado en la desaceleración del crecimiento de la economía. Para 1976 la tasa del Producto Interno Bruto (PIB) era de 8,8% mientras que hacia 1978 ya había descendido a 2,1% y en 1979 se situó en un 1,3%.
Un país hipotecado
Pero es en el gobierno Luis Herrera Campins (1979-1984) cuando estalla la crisis económica, “he recibido un país hipotecado”, es la frase que pronuncia al darse cuenta que enfrentaría la mayor deuda externa que había tenido la nación.
Los precios del petróleo cayeron estrepitosamente y con ellos los ingresos fiscales del país, de 19,3 millardos de dólares en 1981, pasaron a 13,5 millardos en el 1983, originándose una fuga de divisas que se expuso por casi tres años, con la amenaza de dejar a Venezuela sin reservas.
Para ese entonces, el Banco Central de Venezuela (BCV), se declaró insolvente, lo que desató una de las crisis económicas y financieras más graves de la historia del país, siendo el resultado la devaluación de la moneda el 18 de febrero de 1983, nace así el llamado viernes negro.
A raíz de esta situación se implementa la aplicación de un sistema de cambios controlados y la creación de la Oficina de Régimen de Cambios (Recadi).
La esperanza del pueblo se vuelve engaño
Carlos Andrés Pérez (CAP) en su segundo periodo de gobierno (1989-1993) intenta implementar medidas estructurales para desarrollar en el país un modelo económico de mercado basado en los principios de la doctrina neoliberal.
La imagen de Pérez, como oferta electoral era la del presidente del milagro económico. Sin embargo, la situación había ido empeorando paulatinamente con la baja de los precios del petróleo, la moneda se había devaluado fuertemente, la inflación era muy alta y la deuda externa era una pesada carga para la república.
La oferta electoral del expresidente se había enfocado en la lucha contra la pobreza bajo la reestructuración del modelo económico venezolano, marcando distancia con las líneas de desarrollo que se había establecido hasta ese entonces.
No obstante, contradictoriamente a su promesa, las intenciones en políticas de Pérez giraban en torno a la liberación de los tipos de cambio, la disminución progresiva de la protección de las industrias, la desregulación de los precios, la disminución (hasta llegar a la reducción) de los subsidios, así como la privatización de las empresas públicas, bajo medidas de corte neoliberal a favor de la disminución de las competencias del Estado.
El 16 de febrero de 1989, Pérez se dirige a la nación en cadena nacional para anunciar la aplicación de un programa de ajustes macroeconómicos llamado “El Paquete Económico”, el cual regirá su gobierno en los próximos 5 años.
Entre las principales medidas estaba la de recurrir al Fondo Monetario Internacional (FMI) y al Banco Mundial (BM), con el fin de obtener un préstamo por el orden de los 4.500 millones de dólares en los tres próximos años bajo rigurosas condiciones como: liberación de tasas de interés activas y pasivas, unificación cambiaria con la eliminación de la tasa preferencial, liberación de los precios de todos los productos, regulación de 18 productos de la cesta básica, incremento de las tarifas de servicios públicos, aumento del 100 % del precio de la gasolina y el aumento inicial de las tarifas del transporte público en un 30%, entre otros.
Asfixiando la debilitada economía que ya había experimentado la dramática devaluación del bolívar durante el gobierno de Luis Herrera Campins.
Pérez justificó la medida indicando que era para rescatar las posibilidades de desarrollo y de bienestar a todos los venezolanos, nunca se imaginaron, ni él ni sus asesores, que ese anuncio terminaría en una significativa protesta popular originada el 27 de febrero de 1989 que provocó el llamado Caracazo.
El escenario de esta protesta social se produjo en los sectores más vulnerables, pues para ese momento, presentaban las mayores problemáticas con respecto al déficit de servicios públicos e insatisfacción de las necesidades básicas.
“El Caracazo fue producto de una serie de desencantos que se fueron acumulando en la sociedad venezolana a lo largo de los años, la diferencia entre la oferta electoral de Carlos Andrés Pérez, que anunciaba la vuelta a la Venezuela Saudita, y lo que tenía entre manos: la firma del acta de intención con el FMI, denominado el Gran Viraje”, señaló Acosta.
Esto fue determinante en el rápido proceso de deslegitimación del sistema político venezolano producto de una frustración colectiva severa.
“El porcentaje con el que gana CAP las elecciones de 1988 es el más alto que ningún candidato ha logrado en la historia política del país, de hecho los partidos Comité de Organización Política Electoral Independiente (Copei) y Acción Democrática (AD), las principales fuerzas políticas del Pacto de Punto Fijo, aglutinaron en ese entonces el 88% de los votos, cosa que no vuelve a ocurrir jamás”, indicó el profesor.
Según cifras de la Oficina Central de Estadística e Información (OCEI), actualmente Instituto Nacional de Estadística (INE) la pobreza se incrementó de 55,2% en 1988 a 67,2% en 1989.
Sin embargo, la principal resistencia al cambio económico no viene de la población, sino de los grupos de poder del país que hasta ese momento había disfrutado del esquema rentista petrolero venezolano y no estaban preparados para una competencia externa, la apertura de un modelo nuevo, ni mucho menos la nueva reconcentración del capital que Carlos Andrés Pérez estaba orquestando.
Los que no participaban en la nueva “repartición” se unen más tarde en el llamado Grupo de los Notables, cuya influencia fue determinante para la salida abrupta de Pérez antes de que se cumpliese el periodo de mandato establecido por la Constitución.
A pesar de la severa crisis política y el costo social que generó el gobierno de CAP con sus medidas económicas, el Estado prestaba cuantiosos recursos para subsidios extensivos, pues por un lado mantenía empresas públicas deficitarias y por el otro otorgaba amplias facilidades al sector privado empresarial.
“En estos años resultó herido de muerte el llamado Pacto de Punto Fijo; la corrupción, el desencanto y la frustración de la población contribuyen a ello. Una economía que había sido muy solida entre los años 50 y 70 se encontraba ahora con un nuevo actor: los nuevos pobres, las capas de marginalidad que se fueron desarrollando entre el 77 y el 89, son la clave para entender a la Venezuela posterior y el éxito de las políticas del Gobierno del Presidente Hugo Chávez Frías”.
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