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2010/11/03

LPG-Un país para un techo...

 Escrito por Óscar Picardo Joao.03 de Noviembre. Tomado de La Prensa Gráfica. 
opicardo@iseade.edu.sv

Un Techo para mi País es una ONG de voluntariado presente en 18 países de América Latina, que busca erradicar la extrema pobreza a través de la construcción de viviendas de emergencia (temporales) y la implementación de proyectos de desarrollo desde un ámbito educativo, con nivelación escolar, alfabetización, hasta la búsqueda de estabilidad de ingresos, a través del otorgamiento de microcréditos, implementación de proyectos de desarrollo productivo y capacitaciones en oficios.

En El Salvador la iniciativa existe desde 2001, y a través del voluntariado se han logrado construir 1,933 viviendas en más de 100 comunidades distintas.

Emprender este tipo de proyectos sobre la base del voluntariado permite descubrir el lado humano y solidario de nuestras sociedades violentas, consumistas y desconfiadas; asimismo, se comienza a reconstruir el tejido social debilitado por el conflicto armado, la migración y la desintegración familiar.

“Un Techo” digno y seguro es el punto de partida para la estabilidad y para proyectar un futuro; en efecto, no es posible configurar un plan de vida sobre la base de la incertidumbre, de la precariedad y de la inestabilidad. Muchos salvadoreños (as) viven con inmediatismo, sin futuro, ya que sus problemáticos contextos no permiten descubrir oportunidades; y no vamos a discutir aquí los orígenes de la pobreza y de la exclusión, ni a presentar casos aislados de éxito. Lo importante es caer en la cuenta de que nuestra compleja sociedad, cada vez más individualista, insegura y autista, demanda cambio de actitudes, y no solo a nivel político y económico, sino también en la configuración de la corresponsabilidad social de los ciudadanos.

El filósofo Emmanuel Lévinas (1906-1995) nos propone el discurso ético de la “alteridad” –de la existencia, al existente–; es decir, de lo impersonal a la identidad del “otro”; y es que el sentido de la vida no es solamente hacer dinero y tener éxito, sino descubrir y valorar a los seres humanos que podemos ayudar, a quienes necesitan nuestro apoyo. Y si bien no somos responsables de todo lo que pasa, sí somos responsables ante todo lo que pasa; esto significa que no estoy obligado a resolver el problema de todos, pero sí estoy obligado a resolver el problema de aquel a quien nadie puede ayudar mejor que yo... Creo que esta es la filosofía de Un Techo para mi País.

Un Techo para mi País necesita más voluntarios y recursos; tras esta necesidad están varias hipótesis: a) familias con un techo digno se podrán desarrollar mejor; b) la estabilidad familiar se traducirá en una sociedad mejor y más productiva; c) una casa adecuada dignifica a la familia; d) muchas familias necesitan un apoyo inicial, una palanca, para iniciar su proyecto de vida; entre otras.

Las condiciones geológicas y el cambio climático no distinguen condiciones sociales; hoy más que nunca, todos necesitamos de todos, todos vivimos en vulnerabilidad, y todos estamos llamados a transformar nuestra sociedad en un lugar mejor. Por esta razón Un Techo para mi País no es simplemente un proyecto de recolectar donativos, ni de involucrar a un grupo de aventureros universitarios, es un llamado a desplegar la condición humana en acciones realmente imprescindibles y a reconocer que nuestro paso en este mundo tiene una finalidad ulterior, trascendente, humanista.

En síntesis, la iniciativa Un Techo para mi País necesita al país mismo para que se involucre y participe activamente; no se trata simplemente de donar algo, y menos algo que me sobre, o de dedicar simbólicamente unas horas de mi vida a una causa noble; se requiere convicción, solidaridad y conciencia, de que juntos podemos hacer de El Salvador un país mejor.

Un país para un techo...

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