Países del inmediato entorno están saliendo de la crisis en forma mucho más habilidosa, y no se ve por qué no podríamos hacer lo mismo nosotros.
Escrito por Editorial. 15 de Noviembre. Tomado de La Prensa Gráfica.
En su más reciente Informe de Coyuntura Económica, correspondiente al tercer trimestre de 2010, FUSADES presenta un mapa de situación muy inquietante para nuestro país. En general, la dinámica de la actividad económica ha vuelto a estancarse, luego de que en el segundo trimestre se dieron alentadoras señales hacia la recuperación; las finanzas públicas continúan en zona crítica, con un ritmo de endeudamiento riesgoso porque su manejo depende de variables de crecimiento puramente estimadas; la política presupuestaria es evidentemente confusa, porque los planteamientos de Presupuesto abonan más a una insostenibilidad fiscal que a un sano equilibrio; y el deterioro progresivo se va reflejando en un descenso de posición en los principales rankings mundiales.
Los diversos datos que arroja esta muestra periódica llaman, en primer lugar, a preocupación; inmediatamente después deberían conducir a una reflexión seria, responsable y compartida; y al final tendrían que servir como importantes insumos para diseñar las políticas correctivas necesarias. Es evidente que los efectos de la crisis global aún nos golpean con fuerza, en contraste con lo que se ve y se da en otros países del entorno. Y esto debe inducir, por elemental disciplina profiláctica, a una disposición de veras reorientadora del ánimo de los diversos liderazgos nacionales, comenzando por el liderazgo gubernamental.
Cuando se grafica la percepción del empresariado sobre el clima de inversión, vuelven a surgir los dos índices más depredadores: la inseguridad por causa de la delincuencia y la incertidumbre política y económica. Esto ya es reacción constante, y ni siquiera tendría que ser subrayado, porque está en la atmósfera nacional del día a día. Como se dice en el Informe, lo normal había venido siendo que, en lo que toca a la incertidumbre, ésta aumentaba en tiempos electorales y luego tendía a decrecer. El que esta vez no haya sido así es producto de que en 2009 se dio la alternancia en el ejercicio del poder político, lo cual es democráticamente natural; pero eso mismo tendría que haber generado una estrategia política y gubernamental dirigida a incrementar las señales de seguridad. Lejos de eso, tenemos un tratamiento errático de la seguridad ciudadana y una inexplicable improvisación de declaraciones provocativas tanto desde el Gobierno como desde el FMLN, que traumatizan periódicamente la atmósfera nacional.
Las distintas realidades puntuales que recoge el Informe que comentamos no admiten lecturas desvinculadas. Unas y otras se cruzan y se determinan. En el fondo, lo que está faltando es una línea de acción que se salga de las confusiones especulativas para residenciarse en los entendimientos claros y sostenibles. No es cuestión de que nadie imponga su proyecto: de lo que se trata es de que el proyecto nacional se haga realidad en los hechos, con el suficiente apoyo interactivo. Es decir, hay que dejar de lado la retórica confundidora para pasar a la actividad esclarecedora y ordenadora.
Lejos de entrar en polémicas estériles sobre quién tiene la razón o cómo se llegó al problema en que estamos inmersos, habría que utilizar estos y otros insumos técnicos y analíticos para hacer labor reconstructiva de veras. Países del inmediato entorno están saliendo de la crisis en forma mucho más habilidosa, y no se ve por qué no podríamos hacer lo mismo nosotros.
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